Malos tratos, deslealtades y vejaciones. El tercer capítulo de Una vida bárbara, la docuserie sobre la vida y carrera de Bárbara Rey (73 años), se centra en el infierno que la murciana vivió durante su matrimonio con el domador Ángel Cristo, al que conoció en la madrileña sala de fiestas Lido.

Él acababa de enviudar de su primera mujer, la trapecista Renata Tanton. Ella, por aquel entonces una de las mujeres más deseadas del país, había vivido un breve idilio con el torero Paquirri y deseaba encontrar un hombre con quien poder formar una familia. "Cuando yo le conocí, Ángel tenía una cara preciosa", señala Rey en la docuserie. "La verdad es que él conmigo no podía ser más encantador. Por no hacer, ni bebía en el tiempo que estuvimos de novios. A mí me encantaba el sabor de su boca, porque no fumaba".

La pareja se casó en enero de 1980 bajo la carpa del circo, y celebró el evento en el Hotel Monte Picayo de Valencia, que por lo visto no estaba ese día al gusto de Cristo. "Empezó a protestar por los grifos, por la bañera y por el colchón, que decía que era muy blando para su espalda. En aquel momento pensé: 'Si él ahora mismo tendría que estar loco por el hecho de que acabamos de casarnos. ¡Qué distinto es a lo que era hace horas!". Aquella boda se convirtió en uno de los hitos mediáticos del año en un país que no podía dar crédito al hecho de que la murciana hubiera decidido abandonar la farándula para dedicarse al circo, donde ejerció de domadora de elefantes. 

Durante el primer año que trabajaron juntos, ganaron una fortuna. Sin embargo, Cristo tardaría muy poco en empezar a mostrar a su pareja su versión menos amorosa. El primer episodio de violencia se produjo después de que Rey le contara a su marido que, durante un viaje a Madrid, se había encontrado en el aeropuerto con Paquirri y le había saludado. "Estaba yo tan tranquila y ahí fue la primera vez que me dio una bofetada que me tiró al suelo. [Me dijo] 'Te vas a Madrid para verte con tu amante'. Y ahí me quedé que no sabía qué me estaba pasando", relata con pesadumbre. 

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Ángel Cristo y Bárbara vivieron un tormentoso matrimonio.

Los celos enfermizos y las inseguridades de Cristo jugaron un papel esencial en los nueve años que duró su matrimonio con la artista, quien durante un tiempo albergó esperanzas de ver un cambio de actitud en su marido. "Él no me dio libertad nunca, para nada", explica Rey. "A mí Ángel me ha pegado muchas veces, pero los malos tratos psíquicos fueron muchos más que los físicos. [Me decía] 'No vales una mierda, no vales para nada, estás fofa, no te va a querer nadie, lo único que te queda es ponerte de puta en una esquina, eres una vaga y una inútil, eres una zorra y una puta porque cómo puede contar ese chiste una mujer casada y respetable...'. Yo dejé de tener sentido del humor, dejé de contar chistes, dejé de ser quien era".

Estando embarazada de su hijo Ángel (41), la de Totana descubrió que el domador la engañaba con otra mujer que, por cierto, resultaba ser una amiga suya. Cuando se puso de parto, Cristo se encontraba trabajando en Marruecos y, al llegar al hospital para verla, apareció acompañado de su amante. Pero la cosa fue todavía a peor cuando el onubense empezó a consumir drogas. "Ángel empieza tomando una medicación, porque tiene una enfermedad con la que se le pegan las vértebras", explica la periodista Chelo García Cortés (71). "Tenía la espalda destrozada. Alguien del circo le dio lo que no tenía que darle, y Ángel se mete de lleno en el mundo de la droga. Su carácter es otro". 

Agresiones y vejaciones continuas

La relación entre ambos se volvió cada vez más tóxica, y llegó un momento en el que Cristo le comentó a su mujer que quería divorciarse de ella. "A las seis de la tarde, yo estaba en la puerta del abogado", afirma Rey. "Iba pidiéndole a Dios que estuviera allí. Quería el divorcio, quería irme lejos de ese hombre, por Dios. Firmamos un acuerdo de separación en el que me hizo renunciar a todos los bienes que teníamos. Solamente puso que me quedaría a vivir con los niños, mientras que él me pasaría una pensión de quinientas mil pesetas para que yo pudiera pagar la luz y la casa, darles de comer a los niños y pagar el colegio".

A partir de entonces, Rey empezó a vivir sola. Pero esto no impidió que Cristo apareciera por la casa cada vez que le daba la gana, dispuesto siempre a atacarla, a veces incluso en presencia de sus dos retoños. "Me insultaba, le daba una patada a la puerta de mi dormitorio cuando estaba separada de él y me violaba, escupiéndome en la cara y llamándome puta", recuerda la artista entre lágrimas. En una de esas terroríficas visitas, el domador cogió un revólver que tenía y disparó apuntando a las piernas de su ex, que consiguió doblarlas lo suficientemente rápido como para que la bala acabara clavada en la cómoda de la habitación.

Bárbara Rey, junto a sus dos hijos, en una imagen de 2022. Gtres

Ya en 1989, con la esperanza de generar algunos ingresos, Rey empezó a trabajar en la obra El landó de seis caballos. Al regresar a casa un día después de un ensayo, se encontró a su marido y a sus hijos elegantemente vestidos y posando para el objetivo del fotógrafo Manolo Carrero. El domador le comentó a su ex que tenía que hacer un reportaje para así desmentir públicamente los rumores sobre su supuesta relación con Susana Estrada (73). Cuando la murciana le comentó que para hacer aquello podía salir posando él solo, Cristo montó en cólera, empezó a insultarla y la golpeó tan fuerte que la tiró al suelo.

Acto seguido, el domador cogió un cuchillo de cocina con la intención de clavárselo. "[Manolo] Bajó corriendo las escaleras, se peleó con él, le dio un golpe en el brazo y así soltó el cuchillo", cuenta Rey en la docuserie. "Ángel subió por las escaleras, me bajó arrastrando, me tiró en el vestíbulo, me cogió por el cuello y empezó a golpearme la cabeza contra el suelo. Manolo Carrero lo cogió y le dijo 'Déjala, que la matas'. Entonces, se paró un poco, me cogió de los pelos, me sacó al jardín arrastrándome de los pelos y me dejó en la calle".

Aquel hecho fue el punto de inflexión que dio fuerzas a Rey para denunciar a su ex por malos tratos, en una época en la que, por desgracia, este tipo de violencia estaba naturalizada por la sociedad. El juez le dio a ella la custodia de sus hijos y obligó al domador a pagarle una pensión. "Me dieron [la custodia de] los niños y el usufructo de la casa, pero mis hijos tenían que estar con él un fin de semana sí y otro no, y la mitad de las vacaciones. Con una persona drogada y alcohólica, que tuvo un montón de accidentes con el coche".

Pese a todo, hubo muchos momentos en los que Rey ayudó y acompañó a su ex, fallecido en mayo de 2010 a consecuencia de un paro cardiaco. "Creemos que el único ser que puede perdonar es Dios pero es que, en este caso, le tenía que perdonar", reflexiona frente a las cámaras. "Si no, no podría haber hecho todas las cosas que hice por él después. Lo hice porque lo sentía así, y porque me daba lástima. Le conocí cuando era un ser humano fuerte y valiente, y le elegí como padre de mis hijos y como hombre con el que hacer mi vida. Pero no pudo ser, porque él no supo quererme".