El pasado mes de septiembre, Mette-Marit (49 años) tenía que abandonar un acto oficial tras empezarse a encontrar mal, lo que despertaba las alarmas sobre su estado colocándola de nuevo en los titulares. Desde que iniciara su relación con Haakon de Noruega (49), ha tenido que acostumbrarse a ver su nombre en los medios de comunicación, en algunas ocasiones por motivos poco agradables, como la polémica por tener un hijo siendo madre soltera, y en otras por cuestiones relacionadas con la salud.

En este sentido, lo cierto es que dentro de un historial médico un tanto largo, en el que se incluyen problemas de salud mental, la enfermedad más preocupante de la princesa es una fibrosis pulmonar que le fue diagnosticada en 2018. Tan solo unos meses antes había pasado por quirófano para tratarse otra afección conocida como Síndrome de los Cristales, que provoca mareos y vértigos.

Desde entonces, su estado de salud ha hecho que tenga que someterse a un tratamiento, alejándose en cierto modo de una agenda oficial que antaño aparecía más cargada. Su actividad institucional es menor, aunque sigue teniendo su hueco personal en la rutina de Casa Real.

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La princesa en uno de sus últimos actos públicos. Gtres.

Incertidumbre

Mette-Marit padece una variante inusual de fibrosis pulmonar, como se anunció a través de un comunicado oficial hace cuatro años. Uno de los problemas de esta dolencia es que es degenerativa y crónica. Se caracteriza por el hecho de que los tejidos profundos de los pulmones se van cicatrizando y se vuelven duros y gruesos, lo que dificulta el proceso de respiración. Esto provoca bajos niveles de oxígeno en sangre.

No son los únicos síntomas que experimentan los pacientes. En ocasiones, a esa dificultad para respirar se pueden sumar la presencia de una tos seca, cansancio, pérdida de peso sin motivo aparente e incluso problemas articulares y musculares.  Entre sus causas se habla de factores contaminantes, tabaquismo o un uso de determinados medicamentos, aunque parece que en el caso de la princesa noruega el origen podría estar en una infección que contrajo en 2002, con motivo de la visita que hizo junto a su marido a los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebraron en Salt Lake City, localidad del estado de Utah.

La princesa tiene en Haakon su mejor apoyo. Gtres.

Hasta hace unos años, los especialistas defendían que ésta es una enfermedad que no podía revertirse, ya que los diferentes tratamientos empleados solo servían para aliviar temporalmente los síntomas o ralentizar su avance. Entre las soluciones más utilizadas se encuentran el uso de medicamentos como pirfenidona y nintedanib, pero en ambos casos no conviene perder de vista efectos secundarios como diarrea o náuseas. La oxigenoterapia y la rehabilitación pulmonar son procesos que también pueden ayudar a los pacientes con fibrosis pulmonar. En situaciones extremas puede provocar que el enfermo se tenga que someter a un trasplante de pulmón.

Como en muchas otras dolencias, los médicos ponen el acento en la necesidad de un diagnóstico temprano, ya que ello permite tomar medidas que faciliten que no avance de forma rápida. Lógicamente, cuanto menos tejido pulmonar se vea afectado por estas cicatrizaciones, menos problemas tendrá el paciente. Para llegar a tener toda esa información, quien la sufre debe someterse a diversas pruebas, aunque el punto de partida suele fijarse en detallar su historial clínico. Esto puede dar indicios al médico para después confirmarlos a través de radiografías, tomografía computarizada, ecocardiograma, biopsia, análisis de sangre y pruebas respiratorias.