Dos noches seguidas, dos éxitos rotundos. Rosalía (28 años) brilló este miércoles, día 20 de julio, en un nuevo concierto dentro de su gira Motomami. El emblemático WiZink Center de Madrid acogió a más de 15.000 personas que bailaron al ritmo de temas como Bizcochito, Chicken Teriyaki y, lo nunca antes visto, su flamante Despechá, una canción que no ha estrenado oficialmente en las plataformas de streaming, a la que bautizó en pleno show tras hacer una encuesta con su público y que ya es todo un hit.

Aunque sonaron temas de sus dos primeros álbumes, El mal querer y Los ángeles, la inmensa mayoría del repertorio fueron las de su tercer disco, el más personal y autobiográfico de Rosalía, Motomami, en el que mezcla flamenco, reggaeton, bolero, algo de jazz y rap.

A diferencia del primer día, según testigos que estuvieron en ambos conciertos, la artista catalana en esta ocasión se sintió más cómoda, más cercana, más conversadora. Nunca es fácil ser profeta en la tierra de uno, y aunque Rosalía es de Barcelona, sabe perfectamente que Madrid es su examen más complicado

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Ayuso, Vicky Martín Berrocal con Alba, y Anne Igartiburu este miércoles en los aledaños del WiZink Center. Gtres

A sus pies, un público que la acompaña de manera fiel -y al que agradeció casi personalmente el hecho de que estuvieran allí, respetando su nuevo giro musical y renovado estilo- entre el que destacaron figuras conocidas. 

Isabel Díaz Ayuso (43), Vicky Martín Berrocal (49), que acudió junto a su hija, Alba Díaz (22), y su hermana, Rocío, Susana Molina (34) con su mejor amigo, el influencer José Luis Obando, Alaska (59) y Mario Vaquerizo (48), Alejandro Gómez Palomo (30), director creativo de Palomo Spain, Anne Igartiburu (53) y Najwa Nimri (50) fueron sólo algunos de los rostros conocidos que vibraron con Yo x Ti Tú x Mí y se emocionaron con Como un G.

Durante 85 minutos, Rosalía tiene la capacidad de meterse en tu cuerpo a través de los oídos y removerte el alma. Sencillamente, te lleva donde quiere. Su risa es tan contagiosa como sus lágrimas. Y es que hasta en dos ocasiones, la cantante no pudo contener la emoción al ver cumplido el sueño de su vida ante 15.000 fans que rugían con su música, sus letras, sus coreografías y sus palmas flamencas.

Por ser justos, mucho menos flamencas que hace tres años, cuando cerró gira en Madrid con El malquerer y se pegaba una pataíta por bulerías con uñas kilométricas de las que colgaban cadenas de oro y muñequitos japoneses. La Rosalía que fue ha dejado paso a la Rosalía que es hoy -evolucionada, vanguardista- aquella que, con el respaldo de su legión de fanáticos, ahora hace simplemente lo que le inspira, lo que le nace.