La mañana del 6 de enero es, por antonomasia, uno de los momentos más especiales del año. Los regalos típicos de los Reyes Magos hacen que pequeños y mayores disfruten de unos instantes donde las sorpresas y la felicidad suelen ser los grandes protagonistas.

Pero si algo está cambiando en estos tiempos de pandemia, más allá de poder disfrutar de la Navidad con un mayor número de familiares, es sin duda la valoración más real que le damos a la salud. 'Gracias' a la Covid-19, los deseos relacionados con ese ámbito ya no son únicamente el consuelo del 22 de diciembre, cuando solemos pedir salud ante la evidencia de que, un año más, el Gordo ha pasado de largo.

Un gran ejemplo de ello lo encontramos en Nerea Garmendia (42 años). Aprovechando la efeméride del 6 de enero, la presentadora y actriz publicaba un post en Instagram muy íntimo y elocuente:

En el texto que acompañaba a unas instantáneas donde se podían ver unos audífonos diminutos, Garmendia explicaba que padece una pérdida de audición del 33%. ¿La razón? La hipoacusia neurosensorial bilateral que le impedía oír bien los sonidos más agudos.

La experiencia, "como si estuviera en el teatro con el micrófono", en palabras de la propia actriz, queda plasmada a la perfección en otro post publicado al día siguiente. En algo más de cuatro minutos se pueden ver las reacciones de Nerea Garmendia justo después de que el especialista le colocara los audífonos. "Me oigo hasta respirar", aseguraba visiblemente emocionada.

Problema con solución

La hipoacusia neurosensorial bilateral es una disfunción auditiva que acaba teniendo incidencia en la comunicación interpersonal. Por eso Nerea Garmendia explicaba que, a partir de ahora, va "a oír hasta lo que no quiero, porque escuchar sí que escuchaba".

El problema de la actriz y presentadora se remontaba a muchos años atrás: "Por fin oigo bien después de, no sé, ¿20 años?", detallaba ella misma. El origen de su problema está en el nervio auditivo que está alojado en el oído interno, lo que explicaría que pudiera escuchar unas determinadas frecuencias, como los sonidos más graves.

La buena noticia para ella y el resto de pacientes es que la hipoacusia neurosensorial bilateral se puede solucionar a través del uso de audífonos (como ya hemos explicado con el ejemplo de Nerea Garmendia) o, en algunos casos, a través de un implante coclear. En ambos casos, los avances tecnológicos han permitido que los pacientes puedan disfrutar de estas ayudas sin el estigma social que antes acompañaba a los aparatos, cuyo tamaño actual hacen que sean prácticamente imperceptibles para los interlocutores de una conversación.

Hay que destacar que la hipoacusia puede acompañar a una persona desde su nacimiento, aunque lo más común es que aparezca en edad infantil, siendo este uno de los problemas que, en el caso de no ser diagnosticado de forma correcta, puede contribuir notablemente al fracaso escolar. Estableciendo un paralelismo con los problemas de visión, el/la alumno/a puede estar recibiendo menos información.

Ya en la edad adulta conviene prestar atención a diversos factores que pueden agudizar los síntomas, como la exposición a fuertes ruidos, ya sea por cuestiones laborales (el uso de un martillo neumático, la conducción de camiones o la cercanía con aviones) o de ocio (los grandes decibelios en algunos conciertos y el uso continuado de cascos auriculares a gran volumen).

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