Si hay un hombre que marcó la vida de la colaboradora de televisión Mila Ximénez, y no precisamente para bien, según su propio y desgarrador testimonio en vida, ese fue el tenista Manolo Santana (82 años). El que fue durante tres años su marido y padre de su única hija, Alba Santana (37). Su historia de amor fue tan intensa, como fugaz y "a la ligera", como la definió la propia Mila hace unos años. Ambos venían de relaciones pasadas que no habían terminado de cicatrizar para ninguna de las partes y decidieron darse una oportunidad. Lo primero estaba hecho: se gustaban, luego vendría el amor. Más tarde, la boda; y después, la separación, el daño y el rencor enquistado

Corría el año 1979, a punto de estrenarse los ochenta, cuando Mila y Manolo se conocieron una noche. Fue durante una cena a la que Ximénez acudió con una amiga, la celestina. En una mesa, Manolo y ellas; en otra, Ángel Nieto. Cuenta la hemeroteca que esa noche Mila se sintió indispuesta. "Al terminar la cena le dije a Manolo que no me encontraba bien, entonces me dijeron que me tomase una copita de coñac con azúcar cuando yo no estaba acostumbrada a beber", relató, años atrás, la colaboradora. "Le dije que no me encontraba bien, me apoyé en la mesa y vomité encima de la mesa de Ángel Nieto", apostilló. Pese al desaguisado y el bochorno, Manolo la llevó a casa, la acompañó y cuidó. Ahí se forjó algo

Manolo Santana y Mila Ximénez en una imagen de archivo tras casarse.

Formalizaron al poco tiempo su historia. Llegó febrero de 1983, día de la boda. Se casaron por lo civil. Fue todo un acontecimiento nacional e internacional. Mila recordaría tiempo después que con Manolo Santana conoció el poder, lo que significaba tener influencia; con el tenista fletó aviones privados y conoció a grandes figuras de la política y la sociedad. Tuvo acceso, pues, a ese mundo de la jet set. Ximénez contó que eso fue, quizás, lo único bueno que tuvo su unión, además, lógicamente, del nacimiento de su hija Alba.

Volvamos a la boda. Manolo Santana llegó tarde porque se perdió su coche: Mila tuvo que esperarlo a él, cuando la costumbre es al revés. Quizás una señal del destino. Fue un enlace de alto copete, donde no faltó nadie: desde Isabel Preysler (70), Cari Lapique (67) y Rocío Jurado, hasta Adolfo Suárez, que fue el testigo por parte del novio. De la novia, la princesa Tessa de Baviera y su padre, el abogado Manolo Ximénez de Cisneros.

Mila estaba feliz. Llegó a comentar a los periodistas que cubrieron el enlace: "¡Cómo me ha emocionado que me llamen señora!". Los reyes, Juan Carlos (83) y Sofía (82), no asistieron al enlace, pero los novios confirmaron que sí habían recibido un telegrama felicitándoles e invitándoles a almorzar en La Zarzuela. El convite, cuenta la hemeroteca, fue en el famoso restaurante Casa Lucio, y el viaje de novios, interminable: Nueva York, Acapulco, Santo Domingo, Puerto Rico, Colombia, Ecuador y Buenos Aires. Eran la pareja de moda; el famoso tenista, enamorado. Mila, aparentemente, viviendo un sueño. Con temporizador y cuenta atrás. 

Con los años, Mila relató que Santana no era una persona cariñosa o afectuosa en el día a día, antes al contrario. Llegó la frialdad, la rutina y las mentiras, poco a poco, día a día, gradualmente. "Me enteré de que tenía otra hija a los tres meses de casarme, de lo mío a los otros tres meses. Ha sido un vapuleo continuo. ¿Por qué me quedé? Yo me quería ir cuando nació Alba, ya en el hospital, hablé con el abogado, pero, ¿qué sucede? Muere un hermano de Manolo de un infarto y entiendo que no me puedo ir en ese momento y ahí me equivoqué. Este episodio le hizo peor persona todavía. Vivir con él era un absoluto infierno", espetó mucho tiempo después.  

Mila Ximénez junto a su hija Alba en octubre de 2002. Gtres

En 1984 nació Alba, entremedias de aquellos baches, y Mila quiso luchar, se esforzó por hacerlo. Se volcó en su hija y en ese matrimonio a punto de naufragar. Hasta 1986, tres intensos y complicados años, la pareja solo simuló ante los medios y los allegados. "A medida que me vienen más recuerdos, las emociones me hacen convulsionar dejándome un rastro de tristeza y retortijón en el estómago que me producen dolores que había olvidado", recordó Mila hace unos años, para añadir: "Con el nacimiento de Alba me subí al cielo más infinito. Hasta que llegamos a separarnos y esa separación me llevó al punto de partida otra vez, perdí el timón de mi vida".

Comunicaron la separación, en efecto: aquello era insostenible. Pensaba Mila que se acabaría todo. Estaba muy equivocada. Alba fue, en primera instancia, para su madre. Todo parecía ir por la vía amistosa. Pronto acabaría. Siempre según su versión, Mila relató que Santana le hizo la vida imposible. En sus palabras, la dejó sin trabajo y sin ingresos. Tanto, que tuvo que cederle a su hija Alba. "Durante toda su vida me ha hecho la vida imposible y no ha podido soportar que yo haya salido a flote", aseguró en un Deluxe. "La separación me hizo no saber por dónde ir. Perdí el timón de mi vida. Vivía en casas que me iban dejando, pero no recuerdo cómo entré ni cómo salí. En ninguno de esos años fui feliz". Hizo entonces el mayor de los sacrificios, entregar a su hija a su padre y a la pareja del tenista entonces, Otti Glanzielus. Su precariedad económica era acuciante. 

Aseguró Mila que esos años fueron terroríficos para ella, que Manolo no la dejaba ver a su hija cuando se desplazaba Ximénez a Marbella. "Yo salvé la niñez de mi hija, que ella lo recuerda con mucha felicidad, con mucha paz… y eso me compensa, lo volvería a hacer. Me iba a la Puerta del Sol y vendía plata, pieles. Estaba tan mal de dinero que prácticamente vivía dentro de un coche", llegó a asegurar para rematar en otra entrevista: "Santana hizo una venganza contra mí. Me han humillado. Me han jodido. Como tenista, será un gran tenista, pero como persona es un desecho. Para mí es muy complicado". Con el paso de los años, todo fue recolocándose, Mila consiguió alzar el vuelo de nuevo a nivel profesional gracias al espacio Aquí hay tomate, que la colocó de nuevo en la diana mediática. 

Salió a flote, se reencontraron, su hija se hizo mayor, y, desde entonces, inseparables frente a Manolo Santana. Un padre que pasó de ocuparse a desaparecer por completo para la familia, para su hija y para sus nietos, según Mila, el único testimonio que se escuchó de esta historia. Santana se casó con Claudia Rodríguez, y ninguna de las súplicas públicas que le hizo Mila desde el plató de Sálvame al padre de su hija -a veces con mayor o menos acierto en las formas- surtió efecto: padre e hija nunca más volvieron a tratarse. "Ojalá todos los hijos tengan una relación tan cercana como yo pude tener con mi padre, aunque luego nos fuéramos distanciando. La infancia fue maravillosa. A raíz del divorcio de Otti y la nueva relación de mi padre, nos distanciamos más y más y esto me produce pena", sostuvo hace un tiempo la propia Alba. 

Alba junto a su padre en julio de 2002. Gtres

Los últimos años de Mila Ximénez fueron mucho más calmados y serenos, en cuanto a los ataques públicos proferidos al padre de su hija Alba se refiere. Desde la atalaya del rencor que tornó en indiferencia, Ximénez pasó de recomendarle no perderse la infancia de sus nietos a, en enero de 2021, aseverar: "Como tenista ha sido el mejor, pero como persona ha sido y es abominable. Es la peor persona que me he encontrado en mi vida. Me estremece pensar que está en una mala situación, pero está como quiere estar y donde quiere estar. Decidió hace mucho tener esta vida, esta relación, y separarse de la gente que le quiere". Y añadió: "El día que Manolo falte no va a ser para mí ninguna pena. Espero que se muera antes que yo, porque es tan cabrón que todavía me voy yo antes, pero espero que sea él". No cabe duda de que la suya no fue una historia de amor con final feliz. Se pasó del 'sí, quiero', al daño y el odio. 

[Más información: Así es Alba Santana, la hija de Mila y su mayor apoyo en la lucha contra el cáncer]

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