La gran boda aristócrata del año ha sido el foco de atención de este sábado 6 de octubre. Fernando Fitz-James Stuart (28 años) y Sofía Palazuelo (27) han acaparado los flashes, pero el detalle más esperado residía, como en todas las bodas, en el secreto mejor guardado: el vestido de la novia.

Pero -de nuevo, como es tradición- el primero en atravesar el largo pasillo inundado de invitados en los jardines de palacio que llevaba al altar ha sido el novio, Fernando, el duque de Huéscar. El hijo del actual duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart (70), ha tenido un bonito detalle con su padre. Un homenaje al día en el que él y su madre, Matilde Solís, se unieron en matrimonio. Fernando ha querido vestir el mismo traje de su progenitor, el uniforme de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Los futuros duques de Alba convertidos en marido y mujer. Redes Sociales

El rojo característico de la chaqueta, sus brillantes galones, el sombrero de plumas, los guantes reglamentarios y los pantalones de franja dorada, daban aún más rigurosidad y muestra de poder a una boda que ya de por sí estaba catalogada de gran relevancia en la nobleza española. Fernando avanzó hasta el altar del brazo de su madre, que iba vestida con un diseño azul marino de Lorenzo Caprile y con la mantilla negra cubriendo su cabeza, como es tradición para esta clase de enlaces. Una vez Matilde Solís dejó a su hijo a la espera de la novia, este se mantuvo estanco hasta la llegada de Sofía Palazuelo.

La joven hizo su entrada estelas hacia la una del mediodía. Del brazo de su hermano, también llamado Fernando, sorprendió por la sencillez de su vestido, aunque siguiendo la estela de estilo que ella siempre ha lucido. No es una mujer de grandes ostentaciones, sino todo lo contrario; por eso el día de su boda no quería sentirse disfrazada. Es el motivo por el que optó por un diseño de Teresa Palazuelo, su tía.

El vestido de novia elegido por Sofía es completamente blanco, con cuello en pico, manga corta y prácticamente recto salvo por una ligera curva en la zona de la cintura. Lo más espectacular del traje es la larga capa que surge desde sus hombros y se funde con la larga cola de la falda.

Al contrario de lo que se esperaba, la novia no lució ninguna tiara. Esto se debe a un cambio de última hora. Y es que aunque tenía la corona ducal seleccionada para el día de su boda, rechazó ponérsela cuando les negaron la posibilidad de casarse en la capilla del Palacio de Liria, así que, a modo de protesta, desechó la idea de lucir tiara. Un gesto con el que demuestra su personalidad y el carácter de mujer decidida que definirá a la futura duquesa de Alba. En su lugar, lució un llamativo tocado de pequeñas plumas blancas que rodeaba su perfecto moño. El pelo recogido es uno de los peinados fetiche de Sofía Palazuelo, y una nueva seña de que el día de su boda quería mostrarse tal y como es ella en su día a día.

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