Los recién casados Kiko Rivera (32 años) e Irene Rosales (26) están disfrutando de sus primeros días de luna de miel en Dubái. La pareja se encuentra a miles de kilómetros y rodeados de modernos rascacielos y parajes exóticos, una estampa que a cualquiera le haría evadirse del caos de su lugar de origen para respirar la singular brisa del corazón de los Emiratos Árabes. Pero el hijo de Isabel Pantoja (60) no puede vivir ajeno a lo que ocurre en España y la expectación que suscita su viaje de novios.

El matrimonio, que se dio el 'sí, quiero' en Sevilla el pasado viernes 7 de octubre, no es el único que disfruta de una vacaciones en Dubái. Kiko e Irene están 'acompañados' en todo momento por un paparazzi que no debe camuflarse muy bien porque la pareja ya le tiene fichado. "Seguimos disfrutando de nuestra luna de miel a pesar del chico de cazadora verde y mochila que llevo viendo detrás de nosotros desde el aeropuerto de Madrid", explica la mujer del DJ en sus redes sociales en alusión al fotógrafo que les está siguiendo por la ciudad e intenta anticiparse a la exclusiva de ¡HOLA! con la que los tortolitos tienen firmado el contrato. 

Tampoco Kiko Rivera se ha querido callar ante la presencia de los 'intrusos' de la prensa rosa en su romántico viaje. El cantante de Así soy yo se ha percatado del paparazzi que describe su esposa y le ha querido enviar un mensaje muy burlón desde su cuenta de Instagram: "Ni con esa podéis... por delante de vosotros siempre".

No son las formas correctas de bromear con el trabajo de los fotógrafos, pero lo cierto es que resulta fácil entender el ansia del DJ por salvaguardar su exclusiva, ya que la suma que cobrará por ello es un argumento muy tentador para no caer en errores y evitar a toda costa que filtren instantáneas del viaje. Alrededor de 200.000 euros es el dineral que se especula que puede cobrar Kiko Rivera, aunque una poderosa ración irá para los bolsillos de su madre, que posó el día de su boda y supuso el alto caché del evento.

Sin duda la revista ¡HOLA! se está viendo forzada a adelantar la exclusiva mediante cápsulas de información e imágenes, puesto que las amenazas externas de los que andan a la caza de una foto que la haga explotar son continuas. No obstante, los protagonistas parecen muy seguros de que nadie podrá anticiparse a su exclusividad con la publicación, una seguridad que les permite mostrarse burlones ante quienes se pelean por filtrar cualquier detalle de la luna de miel que tire por la borda el desembolso de la revista.

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