Amaia León Sophie Fernández

Cada temporada, el Instituto Pantone del color designa el color del año (en 20107 es el verde Greenery) y se atreve a vaticinar la paleta cromática que dominará la moda durante los siguientes seis meses. Al finalizar los desfiles de las Fashion Weeks o Semanas de la Moda, las grandes cabeceras de moda hacen lo correspondiente y anticipan en sus publicaciones cuáles, de los colores vistos en pasarela, deseará el lector de ahí en adelante.

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Sin embargo, estación tras estación, sucede lo mismo: ni el "rojo aurora", ni el "verde prado exuberante", ni el lila "artificioso" inundan la calle. Al contrario de lo que muestran los diseñadores, sobre la pasarela, y los editores de las revistas, sobre el papel, los tonos neutros y clásicos (como el azul marino, el gris o el negro) son los colores que vestirá la gran mayoría. ¿Por qué se produce este fenómeno?

Cada diseñador basa su colección en una paleta cromática determinada. El conjunto de todas ellas forma un inmenso arcoíris al que editores y estilistas de las revistas deben asomarse para extraer los colores más repetidos. Tras ese proceso de síntesis, gritarán que un color u otro va a convertirse en tendencia.

Así, anunciarán que el morado o el amarillo, por citar casos correspondientes a la temporada actual, son los nuevos imprescindibles y llenarán las páginas de las publicaciones con editoriales de moda y reportajes a todo color. ¿Su objetivo es reflejar fielmente las propuestas de pasarela? No, es crear expectación.

Ese es el papel de las revistas de moda dentro de esta industria: crear emoción y ofrecer contenidos sorprendentes. Por eso eligen tonos vibrantes y llamativos, cuando, en realidad, no son los que más presencia tienen dentro de todo el conjunto cromático de la pasarela. La gran mayoría de los diseñadores, igual que cualquier ave de la fauna "fashionista", adora un color: el negro. Coco Chanel de él que "lo tiene todo, su belleza es absoluta".

Los tonos neutros, con el negro como rey, tienen mucha más presencia que cualquier otro tinte en los desfiles. Todas las colecciones de esta temporada, desde Louis Vuitton, Valentino o Prada hasta Marni o Rodarte, incluían propuestas en negro, pero, ¿quién iba a comprar una publicación que trata sobre aquello que ya cuelga de su armario?

Por otro lado y continuando con el ciclo que sigue la moda desde la pasarela hasta la calle, los responsables de producto de las tiendas, igual que los editores, necesitan incorporar a las perchas de su negocio nuevos tonos que marquen el inicio de otra temporada. Por esta razón, incluyen en su oferta estos colores "tendencia", aunque son plenamente conscientes de que no se venderán tan bien como los colores básicos.

Las grandes empresas de "retail" dedican un alto porcentaje de su oferta a productos básicos en colores clásicos, que encargan con toda la anticipación posible para abaratar costes, y sólo arriesgan una parte de las prendas con los coloridos característicos de cada temporada.

Saben que tienen que incluir los tonos tendencia en su tienda, pero también saben que el cliente preferirá siempre el azul marino al "azul aéreo" o el beige al amarillo mostaza. Y ante todo reclamará y comprará un color, el negro, un básico que nunca envejece en el armario.

Por eso, las firmas como Zara aseguran tantísimas prendas en negro, seguido por el azul marino, el blanco y el gris. Solo una pequeña parte de su oferta está tintada en amarillo o lila, los supuestos "tonos tendencia" de este otoño.

Y las cifras de ventas respaldan el acierto de esta estrategia: cuando, en primavera de 2014, Pantone y Vogue adoraban el "rosa orquídea radiante" o el "naranja celosía", el color preferido por la clientela a la hora de comprar un vestido fue, cómo no, el negro

Porque, a pesar de que uno de los grandes maestros en el empleo del color, el pintor Manet, considerara que "el negro no es un color", el negro es y será el color omnipresente en la moda, desde las pasarelas hasta la calle.