Comer solo no es una práctica tan rara. Muchas veces necesitamos de esos momentos en los que el paladar debe, tiene y quiere disfrutar a solas. Sin conversación. Nosotros te invitamos también a que dejes el móvil a un lado, o guardado en la chaqueta o en el bolso, y te dispongas a saborear de tu menú solitario. Es una práctica muy recomendable.

La China Mandarina, Madrid.

Situado en la emblemática Plaza del Cascorro, abrió el pasado año uno de esos bares que sólo saben hacer una cosa bien: enamorar. Resulta curioso cómo puedes entrar en un restaurante y sentirte de nuevo en casa. El equipo de Pamplona que lo regenta sabe cómo hacer de tu visita un momento para disfrutar, recomendándote los mejores vinos y convirtiéndose al instante en tus (mejores) amigos.

La China Mandarina

A Fuego Negro, Donostia.

San Sebastián. Que los pintxos son el sello vasco no es ningún secreto, pero que los chicos de A Fuego Negro los hayan llevado a otro nivel, quizá sí lo sea. En la parte vieja de la ciudad, en una de las calles más antiguas, la 31 de Agosto, está este restaurante que se ha especializado en el icono vasco. Podrás elegir de la carta escrita en pizarra, pero nosotros te invitamos a que te sorprendan ellos. Saben cómo hacerlo.

A Fuego Negro

Gramercy Tavern, Nueva York.

En la 42 este con la 20, podéis encontrar un restaurante que tan sólo compite con su propia barra de bebidas. En este espacio con forma de 'L' podréis sentaros en sus clásicos taburetes para disfrutar de una cena bien pensada y mejor preparada, acompañada de un cóctel propio de un alquimista. Es el lugar perfecto para comer en silencio y poder saborear cada bocado.

Zuni Café, San Francisco.

Junto a la bahía está Zuni Café que –amenazamos- se convertirá en vuestro restaurante favorito. Repleto de mesas minúsculas, es un espacio ideal para llevarte un libro y deshacerse del hambre.

Barrafina, Londres.

Si algo sabemos hacer en España es comer, y esto lo saben muy bien los hermanos Sam and Eddie Hart, cuya madre creció en Mallorca y les llevó a pasar varios veranos en la isla. El menú se compone de una mezcla de comida mallorquina y catalana, todo en forma de tapas. Os recomendamos las alitas de pollo o la coca mallorquina, que te traslada a la isla mediterránea en el primer mordisco. Por cierto, os retamos a no repetir con el ali-oli, vicio entre vicios.

Barrafina

Verjus, París.

Curiosamente es un equipo americano el que se estableció en la capital francesa para levantar lo que se conoce como un “supper club”. Braden Perkins y Laura Adrian comenzaron con este negocio llamado ‘Hidden Kitchen’, que después de un rotundo éxito, les llevó a abrir Verjus. Os lo simplificamos, es un lugar pequeño, acogedor y cuya comida, francamente, nos ha dejado sin palabras.