Acostumbrada a ser reconocida como la capital de la moda, donde los diseñadores triunfan en la pasarela desde hace más de un siglo, París se hace ahora un hueco en la venta de ropa de ocasión gracias al éxito de sus tiendas vintage y de sus plataformas de venta internacional.

La baja calidad de la ropa actual, la búsqueda de un estilo original, los prohibitivos precios del lujo o la ambición ecológica convencen a muchos a lanzarse a esta categoría que, si bien no es plato de gusto para todo el mundo, con el auge de puntos de venta en línea multiplica sus clientes e impone sus tendencias en pasarela.

"En la época de la moda rápida queríamos ofrecer un estilo con piezas originales, raras o que ya no encontramos", explica Sophie Hersan, cofundadora de Vestiaire Collective, donde un servicio de autentificación verifica que las prendas no sean falsas.

Para ello emplean a especialistas llegados directamente de casas de subastas, que ahora pasan la jornada entre bolsos acolchados de Chanel y Birkins de Hermès, de venta en la web en un rango de precio de entre 1.000 y 15.000 euros. Así, la connotación de la frase "todo vuelve" ha cobrado más sentido del que ya empezó a tener en los años 2000.

Bolso acolchado vintage de Chanel

Dior hizo un envío de esta nueva creación entre influencers, y en 24 horas las búsquedas del producto en internet se dispararon cerca de un 1000 por ciento. El vintage se vende ahora desde 1.000 euros. Pero París era un hervidero de la recuperación de tendencias ya a finales de los años 80, cuando Carole Bigielman, propietaria hoy de la tienda La Mode Vintage, recuperaba piezas de los años 60 y 70 en el popular mercado de las pulgas de París. Treinta años después, los diseñadores de las casas parisienses siguen el mismo ejemplo.

Para dar con estos tesoros, los métodos de Bigielman, que abre su boutique viernes y sábado o con cita previa, pasan en muchos casos por acudir directamente a los dueños: "Me gusta contar las historias alrededor de la prenda", cuenta Bigielman: "En los 60 y 70 solo se utilizaban tejidos nobles, algodón, lana, seda".

Pero la calidad compite también con una forma de consumo indiscriminada y acelerada, ya que muchas de estas prendas no han sido realmente usadas. Algunas partes del mundo son más selectivas que otras en lo que aceptan como ropa de ocasión: "Todo lo que entra de Asia es prácticamente nuevo". Si antes se quedaban en el armario, ahora tienen un fin concreto: "Hemos logrado que muchos clientes compren pensando en revender. Hay quien compra, lo lleva una o dos veces y luego lo vende: esto se nota especialmente en el mercado asiático". 

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