Si el pasado 2 de junio el emérito Juan Carlos I (81 años) se dejaba inmortalizar en el palco real de la plaza de toros de Aranjuez como sello a su 'jubilación' de los actos institucionales, este domingo ha recorrido los 1.200 kilómetros que separan Madrid de París para apoyar, una vez más, a Rafa Nadal, en esta ocasión en la final de Roland Garros. Siempre junto a la incondicional infanta Elena (55), el emérito, con un sombrero blanco a lo cowboy, ha estado muy pendiente de las victorias del tenista. 

Hay que decir que la expectación por ver el duelo entre el tenista español y Dominic Thiem era máxima y Juan Carlos no ha perdido detalle de la jugada desde la grada. Que haya acudido para animar al balear en su pugna por conseguir su duodécimo título del Open de Francia no es ninguna novedad, ya que el tenis es otra de sus muchas pasiones, a las que podrá dedicarse de lleno en su nueva 'vida alegre' como 'jubilado'.  

El monarca junto a su hija Elena en la grada. EFE

Una vez más, tan solo la infanta Elena le ha acompañado. La hermana de Felipe VI (51) ha lucido otro sombrero como el de su padre, pero en color azul, y un estilismo en tonos blancos. En cambio, el emérito ha optado por lucir, aparte del mencionado complemento, una chaqueta azul marino, combinada con una camisa blanca y una corbata azul. Junto a ellos se encontraba María José Rienda (43), presidenta del Consejo Superior de Deportes, y José Guirao (60), ministro de Cultura y Deporte, en representación de nuestro país. Otros rostros conocidos que este domingo han querido también apoyar al español en la final han sido el director de cine Pedro Almodóvar (69), el tenista Manolo Santana (81) y el actor Woody Harrelson (57), entre otros. 

Aranjuez, la corrida que nunca olvidará 

El pasado 2 de junio fue la gran tarde de Juan Carlos en Aranjuez. Su asistencia a la corrida de toros que se festejaba tenía un doble significado: simbolizaba su adiós definitivo de la agenda institucional y se trataba de un homenaje a su madre, doña María de las Mercedes. La ovación que recibió por parte del público fue cerrada al mismo tiempo que se escuchaba el himno de España. Su abandono de la vida pública se circunscribe a los actos oficiales e institucionales, donde no se incluyen los eventos privados a los que quiera acudir, como las corridas de toros, los partidos de tenis o las comidas con amigos, entre otros. El monarca ya acude de manera habitual a este tipo de citas.

[Más información: La plaza de toros en pie por Juan Carlos: el rey corta dos orejas y el rabo en su adiós en Aranjuez]

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