Fueron siete días, 168 horas, 10.080 minutos en los que la Corona británica se la jugó. La muerte de Diana de Gales sumió a Buckingham en la crisis más grave desde el denominado annus horribilis de Isabel II (91 años), el 1992, el del divorcio de Lady Di y Carlos de Inglaterra (68). Ni siquiera los Windsor eran conscientes de que, fuera de los lujos de su palacio, los británicos, poco dados a expresar sus sentimientos hasta entonces, se cuestionaban la utilidad real de una monarquía que ni siquiera sabía cómo gestionar la desaparición de uno de sus mayores iconos.

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Los acontecimientos que siguieron al fallecimiento de la reina de corazones ponen de manifiesto la incapacidad de reacción y la frialdad de la Familia real, que supo, sin embargo, rectificar a tiempo y evitar que la férrea institución saltara por los aires.

Domingo 31 de agosto: El accidente

La reina de Inglaterra disfruta de sus vacaciones estivales en Balmoral, Escocia. Lo hace junto a su marido, algunos de sus hijos y sus nietos Guillermo (35) y Enrique (32). 

En plena madrugada, el príncipe de Gales es despertado de forma brusca por uno de sus empleados. Tras el susto inicial, avisa rápidamente a su madre, quien pide al servicio que no se hable del tema. El silencio sobre Diana se instala en la residencia.

Mientras, en el 10 de Downing Street un policía despierta al primer ministro Tony Blair (64) y le anuncia la trágica noticia.

Ya por la mañana, mientras el mundo entero desayuna con las trágicas noticias en televisión, Carlos decide reunirse con sus hijos para contarles la verdad personalmente. Es entonces cuando Balmoral se aísla del exterior a fin de evitar que el bombardeo de noticias penetre más de lo necesario. La familia decide entonces llevar el duelo en la más estricta intimidad. Es lo que hará en los próximos días, aunque esto ocasionará una oleada de críticas. De hecho, los Windsor acuden al servicio religioso como de costumbre.

Tras la conmoción inicial, Buckingham tiene la primera reacción: asegura que se trata de un "accidente previsible" teniendo en cuenta la persecución mediática a la que estaba siendo sometida la princesa. Blair, por su parte, reacciona de distinta forma: prepara un discurso en el que utiliza, por primera vez, el término princesa del pueblo para referirse a Diana.

A lo largo del día, Carlos toma un vuelo a París. También lo hacen las dos hermanas de Lady Di. Allí reconocerán el cadáver, lo recogerán y lo traerán de vuelta a Londres, después de solucionar los pertinentes trámites burocráticos. Alguien del servicio de seguridad decide colocar sobre el ataúd de Diana el estandarte real, un detalle reservado únicamente a los miembros de la familia real británica. El gesto es alabado y rápidamente se decide recibir el cuerpo de Diana con honores a su llegada a Reino Unido.

Una vez allí, los restos son llevados a la capilla del palacio de St. James, donde permanecerán sin poder ser vistos por el público hasta el momento de su funeral. Carlos regresa entonces con sus hijos a Escocia. Casi al mismo tiempo, el palacio de Buckingham comienza a llenarse de flores y mensajes.

Miles de personas depositan flores a las puertas de Buckingham Gtres

Lunes 1 de septiembre: primeras críticas 

La situación se torna delicada y la presión sobre la Casa Real es cada vez mayor. ¿Es conveniente un funeral de Estado teniendo en cuenta que Diana no pertenece a la Familia Real británica desde hace meses? Isabel II tiene que disponer cómo se llevará a cabo, pero las críticas no ayudan. A ellas contribuye el hecho de que ni en Balmoral ni en Buckingham se ha izado la bandera a media asta en señal de luto. Los británicos lo ven como una falta de respeto y comienzan a surgir las voces críticas mientras Kensington también se llenan de centenares de admiradores que depositan velas, fotos y regalos en la verja dorada a modo de altar improvisado, que llega incluso a colapsar los accesos al lugar.

En todas las iglesias de Reino Unido se incluye una mención a Diana, y en algunas de ellas se llevan a cabo ceremonias especiales. En St. James, miles de personas acuden a dejar sus condolencias por escrito en cuatro grandes libros forrados de cuero negro que se han instalado en el Salón de la Capilla Real. Aunque no puedan despedirse de Lady Di, al menos quieren dejar sus mensajes. También los líderes de todo el mundo hacen llegar sus condolencias a Reino Unido por el triste fallecimiento. 

Ese día comienza a sonar con fuerza una palabra: conspiración. Los rumores sobre una muerte provocada y no tanto fortuita se hacen notar, aunque todavía no se apuntaba a nadie en concreto.

Martes 2 de septiembre: persona única

Buckingham cede a las presiones y opta por una fórmula nueva para el funeral de Diana. Será "un funeral único para una persona única" y contendrá algunos elementos propios de un funeral de Estado. La idea es unir mediante una procesión la residencia de St. James con la Abadía de Westminster, donde tendrá lugar la ceremonia. Más de 2.000 personas asistirán al responso en el interior.

Por otro lado, un dato fundamental sale a la luz: el chófer triplicaba la tasa de alcoholemia. Comienzan las tesis que tratan de explicar las verdaderas causas del accidente en el que perdió la vida la princesa, entre ellas la presión de los paparazzi, que siguen en el punto de mira, al menos para el hermano de Diana.

El hermano de Diana acusó directamente a los reporteros. Gtres

Miércoles 3 de septiembre: la reina escondida

La prensa comienza a hablar de la posibilidad de que Carlos pueda casarse con su amante Camilla, y los recelos en el seno del pueblo británico no tardan en surgir. Mientras, los ciudadanos se preguntan dónde se esconde la reina y las encuestas son cada vez más implacables con la actitud de los Windsor. Blair se da cuenta y se plantea reunirse con Isabel II y su hijo.

Por otro lado, continúan los preparativos del funeral, que apenas contará con representación de las casas reales europeas, pues al fin y al cabo no se trata de un funeral de Estado al uso ni de un miembro de pleno derecho de la Familia Real.

Jueves 4 de septiembre: Blair presiona

Hasta este día, la familia real británica, que sigue recluida en su residencia vacacional, no manifiesta públicamente su pesar. Lo hace tras la presiones recibidas. Buckingham y Balmoral izan su bandera a media asta. Han pasado cuatro días de la muerte de Lady Di.

Tony Blair decide tomar las riendas de la situación. Amplía el recorrido del cortejo fúnebre en cinco kilómetros ante las desbordantes previsiones y conmina a la reina y a su hijo a que hagan acto de presencia, que se dirijan al pueblo para aplacar los ánimos. El príncipe de Gales está de acuerdo y presiona a su madre, que se plantea seriamente la cuestión.

Viernes 5 de septiembre: primera aparición

El 5 de septiembre, Isabel II visitó el altar improvisado. Gtres

Isabel II tarda en comparecer nada más y nada menos que cinco días. Su fría, indiferente y tardía respuesta había provocado en los días previos fuertes críticas y decepción entre la población, que asiste expectante al discurso televisado y en directo de la reina. Es el segundo que pronuncia la monarca -el primero fue con motivo de la Guerra del Golfo-, sin contar con los mensajes de Navidad. Isabel II presenta sus condolencias al pueblo británico. Lo hace de riguroso luto y frente a una ventana que deja entrever la multitud congregada a las puertas de Buckingham. 

"Era un ser excepcional", afirma la reina durante su discurso. "Yo la admiraba y respetaba por su energía y compromiso con los demás y especialmente por su devoción a sus dos hijos. Nadie que conociera a Diana la olvidará jamás".

UK: LONDON: QUEEN ADDRESSES NATION ON DEATH OF PRINCESS DIANA

Horas antes del mensaje, el príncipe de Gales y sus hijos se acercan a Kensington a depositar flores y a compartir con el resto de británicos el dolor por la muerte de la reina de corazones. Casi al mismo tiempo, el nombre de Dodi aparece en la prensa como el último gran amor de Diana.

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Mientras, se ultiman los detalles de funeral, no sin problemas de protocolo. ¿Quién debe asistir? Buckingham envía invitaciones a las monarquías con las que Diana tenía una especial relación. En el caso de España, sólo acude la infanta Pilar (81) en representación de los Borbones. Por su parte, las mujeres de Bil Clinton (71) y Jacques Chirac (84) acuden en lugar de sus maridos.

Sábado 6 de septiembre: el funeral

Guillermo, Enrique, su padre y su tío materno, durante el funeral de Diana. Gtres

El cortejo fúnebre encabezado por Guillermo, Enrique, Carlos de Inglaterra, el hermano de Lady Di y Felipe de Edimburgo (96) camina detrás del ataúd de Diana, rumbo a la Abadía de Westminster en un funeral que será seguido por la mitad del planeta. El país entero se paraliza del mismo modo en el que lo ha hecho hace seis días. Millones de personas toman las calles. 

Al paso del féretro, Isabel II inclina levemente la cabeza en señal de reconocimiento, lo que es interpretado como un gesto de lo más significativo y una suerte de reconciliación con el pueblo británico, que se suma a la decisión de la reina de mezclarse con la gente agolpada a las puertas del palacio y a la carta que escribirá una semana después y en la que reconoce que la noticia ha supuesto "una enorme pérdida para el país".

ELTON JOHN - CANDLE IN THE WIND (English - Español - Lyrics - Subs)

Isabel II entra en la Abadía y se sitúa en primera fila. Viste de riguroso luto. Desde su banco es testigo de uno de los momentos más emotivos de toda la ceremonia: el instante nen el que Elton John (70), le dedica a su gran amiga Lady Di una versión de Candle in the wind. Tras el funeral, el cortejo parte hacia Althorp, donde Spencer levantará un mausoleo que aún hoy congrega a cientos de personas en una suerte de atracción turística.

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