¡Un día nos levantamos y… voilà! Ya está ahí el terrible dolor que menos te gusta en el mundo mundial, la contractura. A veces son llevaderas y solo son molestas al realizar ciertos movimientos, a veces parece que crecen hasta sobrecargar la espalda entera, y a veces suben hasta el cuello llevándonos a padecer dolores de cabeza muy intensos.

Y te preguntas, ¿qué he hecho yo para merecer esto? Pues amigo o amiga, probablemente hayas estado en una mala posición, te hayas pasado con el deporte, has hecho algún sobreesfuerzo recientemente o te has pasado demasiadas horas en una silla (o también sofá) poco adecuada, ¿ya sabes por qué tienes esa contractura muscular, ¿verdad? Aquí vamos a poner remedio a tu problema, bueno… vamos a intentarlo porque quitar contracturas no es del todo sencillo. Te recomendamos que sigas nuestros consejos y si la cosa persiste, acudas a un profesional de confianza.

Qué es una contractura muscular

Antes de entrar en materia de examen, conviene saber qué es exactamente una contractura muscular y por qué salen, así como si nada. O, ¿te pondrías a cocinar una fabada asturiana sin saber antes qué es y qué ingredientes lleva? No, ¿verdad? Entonces, vamos a partir de la base de que una contractura es una contracción de la fibra de alguno de nuestros músculos y a decir que comúnmente a estas contracciones también se les llama nudos.

Si pasas la mano por la zona, notarás un pequeño bulto o un endurecimiento que puede ser ligero o un poco más intenso. Sea pequeño o sea grande, tranquilo o tranquila que no va a quedarse toda la vida. Pero, ¿por qué me salió este bulto? Los motivos principales de la formación de las contracturas son las siguientes:

  • Sobreesfuerzo
  • Debilidad muscular
  • Sedentarismo
  • Posturas inadecuadas
  • Estiramientos inadecuados
  • Baja temperatura corporal
  • Deshidratación
  • Alimentación incorrecta
  • Alimentación insuficiente
  • Procesos emocionales

Viendo los diversos motivos por los que una contractura llega a formarse puedes hacerte una idea de cómo vamos a poder aliviarla, ¿no es así? O, al menos qué es lo que tenemos que hacer para prevenirla.

Qué tipo de contracturas puedes sufrir

Ahora que ya te hemos contado cómo se forman estos trastornos ha llegado la hora de explicarte qué tipo de contracturas puedes llegar a sufrir. Dependiendo de que tengas una u otra, su eliminación será más o menos fácil.

  • Postraumática o de defensa: podríamos decir que estas contracturas las crea directamente nuestro cerebro. Puesto que, tras un impacto, este detecta una amenaza y protege las estructuras más sensibles usando el músculo como escudo.
  • Postural: ni que decir tiene que estas vienen determinadas por haber estado sometido o sometida a una postura inadecuada durante un tiempo determinado.
  • Por hipotonía: esta surge cuando nuestros músculos están débiles y le pedimos que realice una contracción por encima de sus necesidades. Por ejemplo, cuando alguien se inicia con el deporte sus músculos reaccionan con espasmos.
  • Por deshidratación: realmente no es por deshidratación en sí, sino que surgen por la acumulación de tóxicos debido a una mínima o nula excreción provocada por la falta de agua en el organismo.
  • Síndrome Ocluso-postural: este caso es curioso puesto que la contractura se da por la modificación de la posición de nuestros dientes que repercute directamente en nuestros músculos.

Cómo quitar contracturas

Ahora que hemos visto todos los tipos de contracturas que pueden formarse en tu cuerpo, es hora de ver cómo eliminarlas. Ten en cuenta primero de todo que la contractura puede formarse en la espalda, pero también puede aparecer en la cintura o la espalda baja, en el trapecio, en el cuello o las cervicales, incluso en los hombros.

Por ejemplo, no es lo mismo una contractura en la espalda que una contractura en el cuello. El primer caso es el más común y por ello mucho más fácil de eliminar con las pautas que vamos a darte a continuación:

  • Reposo: resulta obvio que te lo digamos, pero teníamos que hacerlo. El reposo es el remedio más efectivo para que una contractura vaya debilitándose poco a poco. Hablamos del reposo de la zona en concreto. Nada de quedarse en cama. Haz tus ejercicios, pero sin ejercitar la zona.
  • Fisioterapia: está claro que un profesional conseguirá más resultados en menos tiempo. Pero, está claro que no todas las contracturas son tan graves como para acudir corriendo y someterse a tratamiento.
  • Estiramientos: ¡atención! Antes de ponerte a estirar como si no hubiese un mañana, consulta con un profesional, puesto que podrías mejorar un músculo y empeorar otro.
  • Calor seco: puedes colocarte en la zona los típicos saquitos térmicos de semillas que almacenan el calor de manera natural, o una manta eléctrica también podría valer.
  • Baños: llena la bañera con agua caliente y echa un buen puñado de sal gorda o vinagre. ¡Es mano de santo!
  • Antiinflamatorios: puedes tomarte una pastilla, pero lo mejor es que tires con antiinflamatorios naturales como la cúrcuma, el jengibre, el eucalipto… Hazte una infusión o cómete un ajo crudo.
  • Deporte: hacer ejercicio también es una buena manera de aliviar tu dolor. Eso sí, debes calentar bien y realizar un entrenamiento específico que un profesional te haya recomendado.
  • Remedios naturales: por otra parte, existen una serie de remedios caseros que también pueden ayudarte a apaciguar tu dolor. Te recomendamos frotar la zona con aceite de almendras o con una mezcla de arcilla roja y romero hervido (tipo cataplasma). ¡Pruébalo y nos dices!