El cáncer de hígado es el sexto tumor más común de manera global. También, es la segunda causa de muerte relacionada con cáncer en el mundo, ya que provoca alrededor de 800.000 defunciones al año. Según las cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2021, fallecieron en España 5.021 personas a raíz de un tumor maligno del hígado.

Las cifras son preocupantes y la situación se agrava todavía más debido al aumento de su incidencia, una advertencia que lanzan desde la Fundación Española del Aparato Digestivo. Según ellos, el motivo radica en el incremento de casos de hígado graso no alcohólico, una de las causas más frecuentes detrás del cáncer de hígado.

Este órgano desempeña un papel muy importante en nuestro organismo. De ahí, que un fallo en él tenga tan nefastas consecuencias. El hígado entra en juego en la producción de bilis (sustancia que ayuda a eliminar los desechos durante la digestión), de determinadas proteínas del plasma sanguíneo, en la regulación de la coagulación, almacena el hierro, ofrece protección contra infecciones y depura la sangre de drogas y sustancias tóxicas.

A pesar de tener tanta capacidad de trabajo, el hígado es muy delicado en cuanto al cáncer se refiere, ya que, junto al pulmón, es el órgano más afectado por metástasis derivadas de tumores originados en otras localizaciones.

En cuanto a los tumores primarios del hígado, es decir, los originados en este órgano, el hepatocarcinoma es el más usual, ya que se da entre el 80 y 90% de los casos.

En etapas avanzadas

Uno de los hándicaps del hepatocarcinoma es que, habitualmente, sus síntomas se presentan en etapas muy avanzadas, por lo que es más complicado comenzar un tratamiento que pueda atajar el problema desde el principio. 

Si bien, existe una serie de indicios que pueden ayudar a identificar que algo no va bien en nuestro organismo. Los más comunes en relación al cáncer de hígado son: pérdida de peso sin causa justificada, falta persistente de apetito, fatiga o debilidad, fiebre, náuseas, vómitos o sensación de saciedad precoz tras ingerir alimentos. 

La mayoría de estos síntomas no son exclusivos del cáncer de hígado y pueden ser el indicio de cualquier otra enfermedad. Sin embargo, pueden aparecer otros signos más concretos, como abombamiento de la región superior derecha del abdomen, dolor persistente en la parte superior de dicha zona, hinchazón abdominal, coloración oscura de la orina y deposiciones de heces blanquecinas.

Incluso la piel se puede volver de un color verdoso-amarillento, que puede también teñir los ojos. A esto se le conoce como ictericia. Por otro lado, puede aparecer picor o quemazón en la piel.

Como destacan desde la SEOM, es importante resaltar que estos síntomas pueden estar provocados por otros cánceres u otras enfermedades del hígado, por lo que siempre es recomendable acudir a un médico con la mayor brevedad posible para obtener un diagnóstico seguro.

También conviene tener presente que hay una serie de factores de riesgo, como por ejemplo sufrir de cirrosis, una dolencia que hace que el hígado esté en un continuo estado de reparación y provoca que se formen más y más tejidos de cicatrización que impiden que el órgano funcione con normalidad. 

Cuidado con el alcohol

Además, más allá de su relación con el cáncer, hay que recalcar que la cirrosis, por sí misma, puede ser mortal.

La causa de origen no vírico más destacada a la hora de provocar una cirrosis es el consumo excesivo de alcohol. Por lo tanto, ser consumidor de estas bebidas es un factor de riesgo muy presente a la hora de valorar un cáncer de hígado.

Se calcula que en 2020, en nuestro país, dicha sustancia fue la responsable del diagnóstico de unos 4.500 casos de cáncer de colon, 2.100 casos de cáncer de mama y alrededor de 1.500 casos de hepatocarcinoma.

Como hemos mencionado, el hígado graso es también un factor de riesgo a tener en cuenta. Actualmente, es la tercera causa del cáncer de hígado, aunque desde la Asociación Española del Estudio del Hígado señalan que, en una década, es probable que se convierta en la primera, debido al avance de su prevalencia.

Detrás del avance de esta 'enfermedad silenciosa' está la obesidad y la diabetes, por lo que emplear recursos de prevención en estas enfermedades evitará males mayores, como el hepatocarcinoma.

Las infecciones crónicas por el virus de la hepatitis B y C también tienen una estrecha relación con el cáncer de hígado. De hecho, los expertos de la SEOM calculan que una persona portadora del virus de la hepatitis B tiene, aproximadamente, 100 veces más riesgo de sufrir esta enfermedad, en detrimento de alguien sano. 

Prevención

Susana Llerena, doctora especializada en aparato digestivo, indica desde la Fundación Española del Aparato Digestivo que, para intentar prevenir este tumor, es conveniente estar vacunado de la hepatitis B, tratar la hepatitis C con fármacos de alta eficacia, limitar el consumo de alcohol, dejar de fumar y hacer gala de un estilo de vida sano, caracterizado por el ejercicio y una dieta saludable.

Esas pautas, sobre todo, deben estar muy presentes en hombres, ya que se estima que este cáncer tiene una mayor incidencia en ellos. Se calcula que en zonas de bajo riesgo, hay tres varones afectados por cada mujer. En zonas de alto peligro, siete.

Actualmente, los países mediterráneos están ya en una incidencia media, por lo que es conveniente prestar mucha atención al progreso de esta enfermedad.

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