La contundencia con la que la consejera de Salud del País Vasco, Nekane Murga, se pronunciaba en la mañana de este jueves sobre la situación epidemiológica de la Covid-19 en su comunidad no daba lugar a pensar que no fuera cierto lo que estaba diciendo. La política es, además, médica de formación, lo que aún daría más validez a sus palabras. "Estamos en una segunda ola", afirmaba.

Sin embargo, y sin llegar a la confrontación, el director del Centro de Coordinación y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, la desmentía horas más tarde. Tras destacar que el incremento de casos al que hacía referencia Murga se daba sólo en dos de las tres provincias del territorio vasco, resaltaba también que el 81% de los casos positivos eran asintomáticos, siendo la comunidad autónoma con un mayor porcentaje de infectados sin síntomas de España. 

La razón por la que Simón considera que llamar "segunda ola" a la situación en el País Vasco es prematuro es que el origen de la mayoría de los casos en esta región son brotes localizados. Por eso, el director del CCAES cree que no habría que llamarla así hasta que no haya una mayor transmisión que no esté asociada a brotes, es decir, comunitaria. 

El epidemiólogo Joan Caylà explica a EL ESPAÑOL que todavía no hemos llegado a ese punto, pero que llegaremos. "Estamos en el límite", señala el experto, que cree que se podrá saber en pocos días. Lo que el experto tiene claro es que si las cosas continúan como están sí se puede llegar a cruzar esa frontera. 

Simón ha explicado que, en cualquier caso, llegar a una segunda ola no significa necesariamente que la situación vaya a cambiar -podría ser, por ejemplo, que el número de casos diagnosticados fuera similar, pero la fuente no estuviera definida, es decir no se asociaran a brotes concretos-. "No hay que hacer de ese concepto una especie de mito", comentaba. 

En cualquier caso, y como subraya Caylà, la receta para mantener a raya esa transmisión comunitaria incontrolada está bastante clara y es la misma que hay que seguir para evitar un nuevo estado de alarma

A su juicio, existen una serie de medidas con demostrada eficacia para ello, algunas poblacionales y otras que dependen de las autoridades sanitarias. 

Entre las primeras, cita el uso de mascarillas, el mantenimiento de una distancia física de al menos dos metros y una correcta y frecuente higiene de manos. Pero cree que estas repetidas indicaciones no son suficientes

Así, el experto resalta que hay que seguir las cuarentenas prescritas por los médicos de forma estricta y evaluar dicho seguimiento, apuntando incluso a  la posibilidad de llegar a poner multas si se descubre que no se está cumpliendo. 

También cita medidas como evitar los botellones y lanza un aviso a los jóvenes que participan en ellos: "La gente tiene que pensar en su futuro profesional, en que está situación puede hacer que les resulte  difícil encontrar trabajo". Aunque existen leyes frente a estas reuniones, Caylà cree que han de ser muy estrictas y que Salud Pública evalúe si se cumplen

Respecto a las medidas que han de implantar las autoridades sanitarias, destaca sobre todo el diagnóstico precoz y también otra medida menos conocida, como actuar con los casos sospechosos antes de que se haga la PCR

También cree que hay que mejorar la coordinación entre salud pública y atención primaria pero que, para ello, es imprescindible mantener un nivel adecuado de profesionales y que, por ejemplo, se sustituya a los profesionales que se vayan de merecidas vacaciones

Es muy importante evaluar la cobertura del estudio de contactos -desglosando entre convivientes y no convivientes, más difíciles de trazar-, así como la rapidez con la que éste se lleve a cabo, señala el epidemiólogo, que concluye con un mensaje contundente: "Todo el mundo debe esmerarse en priorizar estas medidas". 

Pero parece que nada ni nadie podrán evitar esa segunda ola, como lo ha deslizado el propio Fernando Simón, al decir que lo mejor es que lleguemos a septiembre "con la menor transmisión comunitaria posible, que sea casi residual". Porque será la vuelta masiva a los trabajo y a los colegios la auténtica prueba de fuego y, a día de hoy, nada indica que la vayamos a pasar con éxito

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