Un estudio ha demostrado que una serie de hábitos saludables -de la dieta al ejercicio físico y entrenamiento cognitivo, pasando por el consumo de té verde- contribuyen a disminuir el riesgo de demencia. Así lo demuestran los resultados del estudio PENSA, que publica The Journal of Prevention of Alzheimer’s Disease.
En la investigación ha participado el Instituto de Investigación del Hospital del Mar y el Barcelonaβeta Research Center, de la Fundación Pasqual Maragall. Según han informado, los participantes del estudio que siguieron el programa completo de intervención, incluido el componente de té verde, mejoraron su cognición hasta 4,5 veces más, y el riesgo de desarrollar demencia para estas personas se redujo aproximadamente en un 25 %.
El ensayo clínico ha contado con 129 participantes cognitivamente sanos, de entre 60 y 80 años, con alto riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. Estas personas cumplían criterios de deterioro cognitivo subjetivo -notan los síntomas, aunque no se detecta la enfermedad en las pruebas- y eran portadoras del factor de riesgo genético APOE-ɛ4, que quintuplica el riesgo de enfermedad de Alzheimer.
Los participantes se dividieron en tres grupos y, en el primero, los voluntarios se sometieron a una intervención multimodal. Incluía pautas de alimentación saludable (dieta Mediterránea), ejercicio físico y estimulación cognitiva. Recibieron asesoramiento nutricional, clases dirigidas en gimnasio, psicoeducación, acceso a una plataforma de entrenamiento cognitivo, promoción de la interacción social y control de la actividad física y de la calidad del sueño con una pulsera de actividad física.
Al mismo tiempo, recibieron un componente del té verde, el epigalocatequina galato (EGCG), con unas dosis ajustadas al peso corporal de cada participante. Un segundo grupo siguió la misma intervención, pero tomó placebo en lugar de EGCG. El tercero, el grupo control, solo recibió recomendaciones sobre hábitos de vida saludables al inicio del estudio. La duración del estudio fue de 12 meses, más tres meses adicionales de seguimiento sin intervención.
Los resultados demuestran los efectos positivos de la intervención en los dos primeros grupos. "No solo mejora significativamente la cognición, sino que, además, hay una reducción del riesgo de demencia respecto al grupo control", ha explicado el investigador Rafael de la Torre, que ha encabezado el estudio PENSA y es el coordinador del Grupo de Investigación en Farmacología Integrada y Neurociencia de Sistemas del Instituto de Investigación del Hospital del Mar.
Así, mientras que en el grupo control el riesgo de demencia no varió durante los doce meses del ensayo, los grupos que se sometieron a la intervención redujeron este riesgo entre un 23 y un 27 %. Entre los dos primeros grupos, la mejora en cognición fue un 50 % superior entre los que recibieron EGCG en comparación con el placebo.
Un 48 % de los participantes que recibió la intervención en el estilo de vida y EGCG mejoró su cognición, en comparación con el 27 % de los participantes que siguió la misma pauta pero con placebo. Finalmente, se volvió a evaluar a las personas participantes tres meses después del final del ensayo, y los investigadores observaron cómo los efectos en la cognición eran más sostenidos en aquellas que seguido la pauta y habían tomado EGCG.
"Este estudio es uno de los primeros en el mundo que muestra que la combinación de estas intervenciones multimodales con compuestos que favorecen la cognición tiene efectos aditivos, es decir, que el uso de estas sustancias ayuda a mantener los efectos positivos del estilo de vida", ha apuntado la doctora Laura Forcano, investigadora del estudio PENSA y del Instituto de Investigación del Hospital del Mar.
