Las galletas son uno de los alimentos ricos en grasas saturadas más presentes en la mayoría de hogares españoles. Solo en 2023, en España se consumieron más de 214 millones de kilos de galletas envasadas según Statista, muchas de ellas habituales en desayunos y meriendas.
Destacan también algunas versiones de galletas en los supermercados, que incluso prometen ayudar a reducir el colesterol. Pero la nutricionista Laura Pérez lanza una advertencia: "Ojo porque no todo es lo que parece".
"¿Has visto galletas con mensajes tipo: 'ayuda a reducir el colesterol'?", comienza preguntando en un vídeo la nutricionista. Una etiqueta que a menudo está asociada a un listado aislado de ingredientes.
"Algunos productos añaden compuestos que de forma individual sí que han demostrado ejercer un efecto en la salud, como son los esteroles vegetales y los betaglucanos de avena. De ahí a que en un envase se pueda indicar que 'contribuyen a reducir el colesterol'", explica la experta.
Sin embargo, como recalca Laura Pérez, "esas galletas tienen un alto contenido en grasas saturadas, azúcares y harinas que no son de la mejor calidad, justamente lo que deberías evitar si tienes el colesterol alto".
Este tipo de productos, añade, pueden generar una falsa sensación de seguridad nutricional: "Un nutriente aislado no compensa un mal alimento. Es importante valorar la composición completa del producto".
La confusión viene, según la nutricionista, porque "en muchos casos el mensaje puede ser confuso porque parece saludable pero no lo es". En ese sentido, la experta recomienda a los consumidores españoles prestar menos atención a los reclamos de marketing y más a la letra pequeña: "Leer los ingredientes vale más que leer el titular".
Los peligros de incluir galletas en el desayuno
El desayuno con galletas, especialmente cuando son ultraprocesadas, puede disparar los niveles de azúcar y aumentar el riesgo cardiovascular.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha advertido en varias ocasiones sobre la elevada ingesta de azúcares y grasas, sobre todo en la población infantil y las galletas figuran entre los productos que más contribuyen a este problema.
Según la Fundación Española del Corazón, el consumo habitual de alimentos con grasas saturadas favorece la acumulación de colesterol LDL (el llamado "malo") en las arterias, lo que incrementa el riesgo de infarto y otras enfermedades cardiovasculares.
Además, muchas galletas contienen harinas refinadas, que ofrecen poca saciedad y pueden favorecer el aumento de peso. Además de que incluir galletas a diario en el desayuno puede desplazar otros alimentos más nutritivos y fomentar una relación con la comida basada en el consumo de productos procesados con bajo valor nutricional.
Alternativas saludables a las galletas
Optar por un desayuno equilibrado y nutritivo es posible sin recurrir a las galletas. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, un desayuno saludable debe incluir una fuente de proteínas, grasas saludables y carbohidratos complejos.
Estas combinaciones no solo ayudan a controlar el colesterol, sino que también proporcionan energía duradera y mejoran la concentración.
- Tostadas integrales con aguacate y huevo: esta combinación es rica en fibra, grasas insaturadas y proteínas de alta calidad. El aguacate aporta ácidos grasos beneficiosos para el corazón, mientras que el huevo sacia y proporciona nutrientes esenciales como colina y vitamina D.
- Yogur natural sin azúcar con frutas y frutos secos: el yogur ofrece probióticos beneficiosos para la salud intestinal, mientras que la fruta añade vitaminas y antioxidantes. Los frutos secos aportan grasas saludables y mejoran la sensación de saciedad.
- Avena cocida con canela, plátano y semillas de chía: la avena es una fuente excelente de betaglucanos, que ayudan a reducir el colesterol. Combinada con plátano, que aporta energía rápida y semillas de chía, ricas en omega-3, es una opción completa y equilibrada.
- Hummus con pan integral y tomate natural: el hummus, hecho de garbanzos, es rico en proteínas vegetales y fibra. Combinado con pan integral y con una rodaja de tomate fresco, proporciona un desayuno saciante, bajo en grasas saturadas y con un perfil nutricional muy saludable.
Incluir estas opciones de forma habitual puede ser un paso clave hacia una alimentación más equilibrada y protectora frente al colesterol alto.