Tras el auge del ayuno intermitente como patrón alimentario, no son pocos los que se plantean dejar de hacer alguna que otra comida para perder peso. Con la excusa de limitar la ingesta alimentaria a las primeras horas del día, muchos se saltan la cena antes de acostarse, sin ser conscientes de que esta práctica ni beneficia a todos por igual ni puede hacerse sin una preparación experta.
El célebre nutricionista Luis Zamora ha participado en el programa Atrévete de Cadena Dial y ha abordado este tema, ¿Cenar o no cenar? ¿Hay 'beneficios' y cuáles son sus perjuicios? Como explica Zamora, en la mayoría de los casos será una mala idea. Todo parte de un concepto erróneo, como si el organismo humano fuera una máquina similar a un ordenador.
"Parece que nos vamos a la cama, ponemos como el ordenador en reposo y todo se para", afirma. "Esto no funciona para todos. Según nuestro estilo de vida, según nuestro metabolismo y nuestras necesidades, habrá personas que sí pueden beneficiarse y hay otras que lo máximo que consiguen es ansiedad".
Como corrobora el nutricionista, la mayoría de la gente que se salta la cena suele sufrir una ansiedad por la comida. Esto provoca una serie de alteraciones hormonales que fomentan la ganancia de peso en forma de grasa. Además, acaba desembocando en un mayor deseo por consumir ultraprocesados al día siguiente, como una forma de 'efecto rebote'.
La privación de alimentos antes de dormir provoca también "alteraciones del sueño o incluso pérdida de masa muscular por un déficit de nutrientes", advierte Zamora. El nutricionista hace hincapié en que este tipo de modificaciones en el patrón alimentario siempre deben ser adaptadas a cada persona, y no realizarse sin un correcto asesoramiento.
Cuando el organismo duerme, prosigue, se inicia un proceso de reparación celular y tisular. Se fomenta la recuperación muscular, especialmente en personas que hacen mucho ejercicio físico y se equilibra el metabolismo. No solo importa descansar el número adecuado de horas y con un mínimo de calidad suficiente, sino llevar a cabo una correcta alimentación antes de iniciar ese descanso necesario.
Zamora aconseja una cena rica en proteínas e hidratos de carbono de calidad y fácil digestión, algo que favorece el sueño de calidad, evitando los despertares por hambre y regulando mejor el apetito al día siguiente. La liberación de las hormonas del hambre y la saciedad, la grelina y la leptina, siguen un ritmo circadiano, por lo que llevar a cabo una alteración drástica de nuestro patrón alimentario puede alterar su ritmo habitual en consecuencia.
Por otro lado, si nos fijamos en cómo debería ser una buena cena, Zamora insiste en las proteínas de calidad: pescado, huevo, legumbres siempre y cuando se toleren bien por la noche y carne magra. Además, recuerda la necesidad de usar grasas de calidad, como el aceite de oliva, frutos secos, semillas o incluso aguacate. Todos estos alimentos deberían ser de fácil digestión, dado que se trata de una comida próxima a la hora de acostarse, y no debería interrumpir nuestro descanso.
Respecto a los carbohidratos, Zamora apuesta por incluir hidratos de bajo índice glucémico, como verduras, quinoa, boniato, pan de centeno y hummus. En todos los casos, incide, debería tratarse de alimentos totalmente integrales y ricos en su fibra naturalmente presente. Además, no hay que olvidar el consumo de otros alimentos densos en nutrientes, como frutas y hortalizadas. "Una comida habitual", concluye, "más pequeña en cantidad, y que sea lo más digerible posible".
