El consumo de lácteos y derivados es fácil y asequible en países como España. Nuestras guías nutricionales nacionales siguen recomendando el consumo de varias porciones de lácteos diarias para alcanzar el consumo de calcio adecuado, aunque ya hemos comentado en más de una ocasión que este mineral también está presente en muchos otros alimentos.

El yogur sigue siendo el rey de entre los lácteos disponibles actualmente, pero los más saludables, el yogur natural o el griego, no son los que más se suelen consumir. No. Los yogures más buscados son los que destacan por su sabor y su color. Estos no son los más recomendables por muchos aditivos saludables que aseguren contener, como veremos hoy.

Yogures de sabores: evítalos

Aunque se suele recordar que la adherencia a la dieta es la característica básica de cualquier patrón alimentario, no todo vale. Si para añadir un yogur a nuestra dieta debe estar saturado de azúcar y/o edulcorantes, aditivos y otros añadidos innecesarios, es mejor buscar otras alternativas.

[Soy médico y jamás recomendaría estos tres yogures que se venden en los 'súper' en España]

Ese es el caso de los yogures de sabores, que llevan colorantes alimentarios o asocian "fruta" para mejorar su sabor de forma presuntamente natural. Los trocitos de fruta pueden ser reales, pero su presencia es cosmética: el sabor procederá del azúcar añadido y de otros aditivos que deberíamos evitar. Esto da lugar a un alto índice glucémico, algo que no ocurriría con un yogur natural o griego.

Otra de las características que tienden a compartir los yogures de sabores es que muchos se venden como "bajos en grasa" o "sin grasa". Es decir, desnatados. Si bien esto podría parecer saludable, la realidad es que dista mucho de ser la opción adecuada. Tanto el yogur natural como el griego son más densos en grasa y pueden tener más calorías, pero son más saciantes y saludables.

La grasa que contiene naturalmente el yogur es necesaria. Al revés de lo que se solía creer, los productos lácteos enteros (incluyendo leche y otros derivados) han demostrado otorgar protección cardiovascular y no al contrario.

A todo esto cabe añadir que el yogur natural -no el desnatado- ha demostrado contribuir a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Si bien es cierto que estudios previos relacionaron el consumo de cualquier tipo de yogur con la reducción de este riesgo, la evidencia más reciente sugiere que el natural sería el más adecuado para dicha protección.

Finalmente, una de las características que hace menos recomendable si cabe a un yogur de sabores es su riqueza en aditivos: aromatizantes, colorantes y saborizantes como ejemplos más conocidos. Esto da lugar a que este preparado deje de ser un yogur y se convierta en un ultraprocesado.

Un yogur solo debe contener leche y fermentos lácticos. Como dicen los expertos, lo ideal es seguir la regla 3-4-3: un 3% de grasa, un 4% de hidratos de carbono y un 3% de proteínas.

Como ya explicamos en su día, siguiendo el sistema NOVA, si de un alimento procesado no se puede reconocer su materia prima, contiene grandes cantidades de azúcar y contiene ingredientes no reconocibles (como los aditivos), se trata de un ultraprocesado y debemos evitarlo.