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    La relación entre agua, queso y calorías

    Elaborar queso es restarle agua a la leche. En un primer proceso, la leche se acidifica y, de esta manera, se separa el suero de la cuajada. Posteriormente, se dejará madurar la cuajada para dar lugar a un queso curado. Sin embargo, cuanto más tiempo esté curando el queso, menos agua contendrá al final. Esto supone que el número de calorías y de grasa aumente por cada gramo. Básicamente, porque sin agua los nutrientes se concentran más. De todas formas, el calcio, las vitaminas y las proteínas también se concentran.

    Los quesos que menos calorías contienen son, por tanto, aquellos que pasan menos tiempo en un proceso de curación o que, incluso, no lo atraviesan. Si un vaso de leche tiene un 88% de agua y un queso curado tiene un 35%, en el caso del queso fresco, que no pasa por procesos de curación, el porcentaje de agua se sitúa en el 70%. A pesar de ello, el queso sin curar contiene el triple de proteínas que un vaso de leche.

    En la grasa de este tipo de quesos destaca la cantidad de grasas saturadas sobre las insaturadas. De todas formas, los quesos frescos tienen proporciones más bajas de grasas que los quesos que son curados. Por esta razón, este tipo de quesos pueden consumirse de una manera más frecuente que los que son grasos. Contienen vitaminas del tipo B y proteínas en proporciones altas.

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    El requesón

    Técnicamente, el requesón no es un queso. Sin embargo, parten de un punto similar y la elaboración es parecida. Cuando la leche se acidifica y se separa en suero y en cuajada, normalmente el suero se desecha y es la cuajada la que se emplea para hacer queso. El requesón, sin embargo, procede de la fermentación del suero.

    Tiene más de un 80% de agua en su composición. De los macronutrientes que contiene, el que está más presente es la proteína, que supera el 13% del producto total. Por cada 100 gramos, el requesón supone 98 calorías y, por ello, tiene menos calorías que los demás quesos. Contiene un 4% de grasa, pero más de la mitad de ella es saturada.

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    El queso de Burgos

    Este queso de procedencia española es el que menos calorías tiene. Se trata de un queso fresco, por lo que no ha sido madurado posteriormente. Esto provoca que su contenido en agua sea considerable: como ya se ha escrito antes, un 70% de estos quesos son agua. La leche con la que se realiza este lácteo procede de vacas.

    Su valor energético es muy reducido. De hecho, 100 gramos de este producto suponen unas 190 calorías. El queso de Burgos tiene un 15% de proteínas y las grasas suponen un 11%, de las cuales poco más de la mitad son saturadas. Además, se considera fuente de calcio, fósforo y vitamina B12.

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    El queso feta

    Típico de Grecia, pero también de otros países cercanos como Rumanía y Turquía. El queso feta es otro tipo de queso fresco que realiza un proceso de maduración corto. La leche con la que se elabora procede de ovejas y de cabras y, durante el proceso de elaboración, se introduce el queso en salmuera. Esto le da un sabor salado al producto final.

    El queso feta cuenta con 260 calorías por cada 100 gramos y con 21 gramos de grasa. En la misma cantidad, están presentes 89 miligramos de colesterol. El 55% de su composición es agua y también destaca el contenido de sodio que se sitúa en 917 miligramos.

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    La mozzarella

    Uno de los quesos más famosos de Italia. Se trata de un queso fresco en el que la proporción de agua casi alcanza el 65%. La auténtica mozzarella se hace con leche de búfala que es más calórica que otras debido a su alto contenido en grasa y en proteínas. De todas formas, se pueden encontrar otros tipos de mozzarella que están hechos con leche de vaca.

    La proporción de grasa que existe en la mozzarella es de un 16%, del cual poco más de la mitad está constituido por grasas saturadas. Además, la mozzarella contiene 78 miligramos de colesterol en 100 gramos. Las calorías totales, en esa misma cantidad, son 280.

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    El queso camembert

    El queso camembert procede de la región francesa de Normandía. Es de tipo tierno porque, para elaborarse, se somete a un período de curación corto: de 8 a 12 días. Este queso guarda muchas similitudes con el brie: ambos son franceses, cremosos, amarillentos y tienen una característica corteza blanca y blanda. Sin embargo, el brie es un queso más antiguo y con un sabor más suave.

    Contiene unas 300 calorías por cada 100 gramos. Este queso está compuesto por un 21% de proteínas y un 22,3% de grasa. Dentro de este último macronutriente, las grasas saturadas constituyen 15 gramos por cada 100 de queso camembert.