"Estelas químicas para unos, naturales para otros y que algunos identifican como manipulación del clima". Con estas palabras Iker Jiménez anunciaba una nueva emisión de Horizonte, el popular programa de Cuatro, en el que este jueves se abordó la teoría conspirativa de los chemtrails. Ésta vincula las estelas que dejan los aviones con supuestos daños en la salud y en el medioambiente. "Nos fumigan sin parar. Así nos venden un cambio climático que no existe", aseguraba en Twitter uno de los defensores de esta conspiración que la ciencia ha desmontado en decenas de ocasiones desde que surgiera a finales del pasado siglo.

El anuncio del programa ha causado un gran revuelo en las redes sociales después de que pidiera a sus espectadores que enviaran fotografías o vídeos de estas estelas químicas. Una multitud de usuarios ha criticado al presentador con todo tipo de respuestas. Había quienes ironizaban con la petición de Jiménez ("¿Tienes fotos o vídeos de una misteriosa bola de fuego que cada día sale por el este y se pone por el oeste?") y también estaban los que lamentaban mucho que se dudara de la ciencia y se le diera pábulo a la conspiración. "Estoy seguro que esta noche lo dejarás claro, ¿verdad?", se preguntaba este último.

Sin embargo, la teoría de que "nos fumigan" a diario para modificar el clima ha ido más allá de la televisión y las redes sociales. Así, la Fiscalía ha enterrado en la última semana centenares de denuncias en las que ciudadanos pedían investigar esas estelas. Todas ellas se han desestimado por su falta de fundamento.

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El término chemtrails se difundió por primera vez en las radios de Estados Unidos durante los años 90 bajo la premisa de que las estelas podían ser parte de un plan secreto para probar nuevos medicamentos en la población. La sequía que vive España desde hace unos meses ha servido ahora como excusa perfecta para hacer resurgir esta teoría. En esta ocasión, reconocen que los denominados chemtrails son capaces de disipar las nubes y evitar que llueva.

Algunos de los que más están sufriendo esta situación son los meteorólogos, que reciben mensajes con insultos y amenzas ("asesinos", "os estamos vigilando", "criminales", "miserables") simplemente por alertar de la crisis climática. De hecho, la Agencia Estatal de Meteorología ha denunciado el acoso que viene recibiendo en las últimas semanas. "Somos respetuosos con la libertad de expresión y agradecemos la interacción. Pero todo no vale", rezaba el comunicado.

Qué son los 'chemtrails'

"Estoy alarmado. Destruyen la confianza en la evidencia que construimos los científicos". Quien habla es el profesor de la Universidad de Granada Juan Antonio Bravo en declaraciones a EL ESPAÑOL. Este físico se muestra apesadumbrado ante la difusión de este tipo de mensajes. "El objetivo de las teorías conspirativas no es demostrar algo, sino sembrar la duda. Con eso ya han ganado la 'partida' entre los negacionistas y la ciencia", apunta Bravo, que ha estudiado la física de la atmósfera durante 20 años de carrera.

Este físico asegura también que las teorías conspiranoicas destruyen la confianza de la sociedad en la metodología científica. "Además, hay quienes no entienden algunos conocimientos científicos y piensan por ello que es mentira. Y todo lo contrario, como confían en el medio de comunicación, se creen lo que desde éste se les transmite". En su caso, Bravo asegura que ha llegado a dejar de informarse a través de aquellos medios que difunden estas teorías.

Desde la AEMET señalan que no tiene sentido científico afirmar que las estelas de condensación que provocan los vuelos comerciales en sus rutas aéres son estelas químicas. "En realidad, el término chemtrails no debería utilizarse porque no son estelas químicas", añade Bravo. Se trata de estelas que aparecen en forma de largas líneas tras el paso de un avión por la condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores. Sin embargo, no siempre se produce, ya que la humedad en la atmósfera debe ser suficiente como para ello.

El nivel de humedad de la mezcla, es decir, el que se llegue a la saturación o no, dependerá de la temperatura y humedad del aire, así como de la cantidad de vapor de agua y la temperatura de las emisiones del avión.

Estas nubes de hielo también pueden darse cuando existe una bajada de presión y temperatura que se produce al paso del avión. Esto suele ocurrir tanto en el despegue como en el aterrizaje, no durante el vuelo en niveles altos. Además, este tipo de estelas duran mucho menos tiempo.

Es cierto que los motores de los aviones emiten vapor de agua, dióxido de carbono, hidrocarburos, monóxido de carbono, pequeñas cantidades de óxidos de nitrógeno, gases de azufre, partículas de hollín y metal. Sin embargo, de todos estos gases el único relevante para la formación de estelas es el vapor de agua.

El resto de los gases y partículas emitidos por el motor de los aviones no influyen. Tan sólo los gases de azufre pueden ayudar a la formación. Aunque de forma general suele haber partículas suficientes en la atmósfera que sirven como núcleos de condensación.

No provocan la sequía

No es la primera vez que se difunden este tipo de mensajes a nivel nacional. Así, en marzo de 2019 la AEMET se vio obligada a desmentir que cuatro trabajadores de la Agencia habrían confesado en un informe a la Unión Europea que España estaba siendo rociada en su totalidad desde aviones que esparcen por la atmósfera dióxido de plomo, yoduro de plata y diatomita. Se trata de una información que aparece de forma recurrente. "Sobre todo, en períodos de sequía", apunta el portavoz de la AEMET, Juan Estaban Palenzuela, en declaraciones a la agencia francesa AFP.

Bravo descarta, en este sentido, que pueda existir relación entre las estelas de los aviones y la sequía. "No hay marco científico que apoye esta teoría. Si partimos de la base que el vapor de agua se condensa y forma una nube, en ningún caso eso puede inhibir la formación de la precipitación".

Ahora bien, una vez se forma la estela, se trataría de una nube, sin importar si el origen ha sido natural o humano. "El calor que se está formando está impidiendo que la radiación solar alcance la superficie de la Tierra, lo que influye en el balance energético". Otro de los posibles efectos es impedir que la radiación de la Tierra salga de la atmósfera, que es lo que sucede con los gases de efecto invernadero.

Así lo ha recogido el informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) en el que se muestra que el vapor de agua contribuye al calentamiento. "Sin embargo, el impacto que genera el vapor de agua es mínimo, en comparación, por ejemplo, con el del CO2", apunta Bravo.

Tras señalar estos datos, el físico andaluz se muestra cauteloso ante las posibles consecuencias que puede tener su declaración. "Es cierto que contribuye al calentamiento, pero es pequeño. No se puede sacar de contexto estos datos ni considerar que las estelas de los aviones un problema para el cambio climático", concluye Bravo.