Aquí no hay quien viva. Es la frase que más comentan todas las comunidades de vecinos de Castilla y León que comparten caldera desde hace unos meses. “De facturas del gas de 3.500 euros al mes hemos pasado a 11.000 en alguna comunidad de propietarios". Así de rotundo se muestra el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valladolid, Salvador Díez. En pleno invierno, el precio del gas natural se ha vuelto un quebradero de cabeza para las comunidades de vecinos de Castilla y León, y ahora más después de la guerra que se está padeciendo en Ucrania. “El horizonte energético que tenemos es muy incierto y hay familias que lo están pasando mal”, agrega.

La opción que están tomando muchas de las comunidades es de la de reducir los horarios, aunque esto provoca discusiones y diferentes criterios entre los vecinos, que ven como se aprueban derramas o pagos extraordinarios para afrontar la subida del precio del gas. De lo contrario, no sería posible pagar la factura enviada por el proveedor.

El gasoil o el gas suponen en muchas comunidades de vecinos en torno al 50% de los gastos del presupuesto anual. Aunque a todos nos afecta el aumento del precio del gas, las personas que tienen contador individual lo tienen fácil, poner o quitar la calefacción a su gusto. Sin embargo, en el centro de la problemática se encuentran las familias que viven en viviendas con calefacción centralizada, es decir, la central y donde todos tienen que pagar un precio igual.

Ahora mismo existen dos tipos de comunidades. Las que han firmado contratos a un precio fijo del gas el pasado año, que se han salvado de la actual quema pero que en los próximos meses también se enfrentarán a los problemas. Y en el segundo caso, las comunidades que eligieron un contrato de gas indexado al precio de venta del mercado del gas, que son las que están sufriendo de lo lindo. El año pasado se pagaron precios entre 0,03 y 0.033 €/kw y ahora se ha llegado a pagar 0,128 €/kw. Todo esto sin IVA.

El presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valladolid, Salvador Díez, recuerda que hay cuatro tipos de viviendas según los combustibles en Castilla y León. Las menos usuales, que usan pellets, en su mayoría en Salamanca, que “mantienen un precio más o menos estable, aunque su mantenimiento es más caro”. Las de carbón, en zonas mineras de Palencia, León y alguna de Zamora, que “están con la obligación de cambiar sus calderas por exigencias legales para descarbonizar”. Y por último, “las más extendidas”, gasoil y gas.  Y son estos dos combustibles lo que más han acusado el hachazo económico. En el caso de gasoil, según las estimaciones del Colegio de Administradores, se ha multiplicado por dos el precio, y en el de las de gas natural, por tres y hasta cuatro. “Desde octubre vienen con el problema y lo están pasando muy mal”. Según el número de vecinos, “la aportación puede llegar a ser muy notable”, apunta Díez Lloris, que ya aventura que puede ir a peor porque “no sabemos cómo vamos a estar”.

Soluciones

¿Qué hacer en esta situación? El Colegio de Administradores lo tiene claro: “la energía más barata es la que no se consume”. Ante esto, pide que las comunidades de vecinos apuesten por la eficacia energética, que “es un gasto y una inversión”. Para ello recomiendan revisar ventanas, mini aerogeneradores, paneles solares o aislamientos, pero ante todo, “reducir los horarios y optimizar el consumo”.  

Con todos estos datos, se prevé que el próximo verano aflorará un problema de morosidad provocado porque algunas familias no podrán afrontar las cuotas extra que implicará pagar el gas.  Los expertos afirman que el precio será “muy caro” a corto, medio y largo plazo, tanto en lo que resta de año como en 2023.

Por supuesto esta subida se une a las ya conocidas de la luz, de la gasolina y de la cesta de la compra lo que provoca que las familias tengas que hacer malabares para poder llegar a final de mes ya que se encuentra con una economía asfixiante. La que se avecina.

 

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