Diego Urdiales, que sustituía a Ponce, y Roca Rey triunfaron en el cierre de la feria de Burgos con una manejable y nobilísima corrida de Torrealta a la que le cortaron seis orejas. Una paseó Emilio de Justo con el lote menos propicio.

Diego Urdiales



El diestro riojano cuajó una gran tarde toreando con pureza y una torería exquisita con el enclasado torrealta que hizo cuarto. La templanza y la despaciosidad fueron los elementos esenciales para este importante triunfo. Fue volteado en el epílogo de la faena. Mató de estocada entera que le valieron las dos orejas. El ramillete de verónicas fueron muy aplaudidas.

Con el que abrió plaza, otro un buen toro al que le faltó fuerza, el arnedano toreó a placer con la zurda en faena templada y sintiéndose a gusto. Una estocada arriba le permitieron pasear la primera oreja de la tarde, aunque hubo petición de la segunda que el usía no concedió.

Roca Rey



Dos orejas cortó Roca Rey al zapatito burraco que cerraba plaza. El peruano está mandón y lo demuestra entregándose como lo hizo en el cierre del ciclo burgalés. Un toro manejable, flojo, al que sostuvo con listeza haciéndole embestir metiéndose en sus terrenos con una quietud pasmosa hasta conseguir convencer al respetable. La contundente estocada le permitieron que el público pidiera con fuerza los dos trofeos. 

Firme ambicioso y sobrado estuvo Roca Rey con su primero, al que superó con creces en todos los terrenos toreando por ambos pitones y pegándose un arrimón en el epílogo de la faena. La estocada, aunque baja, le permitieron pasear un apéndice que pidió el respetable con estrépito. Las deliciosas gaoneras fueron muy aplaudidas.

Emilio de Justo



El cacereño cortó una oreja al noble quinto, al que toreó con ajuste y firmeza para buscar el triunfo. Remató la faena con apretadas manoletinas. El público agradeció la entrega y lo premió con el trofeo a pesar de pinchar. Destacar su excelente y variada labor capotera en ambos toros.

Ovación cosechó con el segundo de la tarde, un animal noble que no terminó de romper y al que De Justo lo exprimió en faena templada con el toro a menos. Tuvo que utilizar el descabello y el público se enfrió. Destacar un buen puyazo de Germán González y dos grandes pares de Morenito de Arles, quien fue obligado a saludar montera en mano.

La entrada



Hubo tres cuartos de entrada dentro del aforo permitido, lo que se traduce en unos cuatro mil asistentes. La corrida de Torrealta estuvo desigual de presentación. Tuvo nobleza franciscana. Denotaron clase primero y cuarto; tercero y sexto se movieron, o les hizo moverse Roca Rey. Segundo y quinto deslucidos.

La merienda, acto ancestral en Burgos



Hay plazas que al tercer toro se abandona el público… y la presidencia, para el piscolabis de rigor. Aunque a veces el condumio resulta pantagruélico: cangrejos en su salsa, inmensas y sabrosas tortillas de patata, jamón del bueno…y la deliciosa cecina estofada al estilo Burgos que te deja un regusto que p’aqué. Todo ello regado con el tinto ribereño en porrón o en vaso. Pero resulta todo ello cargado de un rigor extraordinario hasta el punto que, durante 15 0 20 minutos, todo se para en el Coliseum burgalés.

Anecdotario



Antes del paseíllo se cantó el tradicional himno de Burgos. Y la banda de música “Ciudad de Burgos” interpretó magistralmente una serie de pasodobles durante el festejo. Por cierto, el solo de trompeta de “Nerva” coincidió durante la faena de Roca Rey y resultó de una deliciosa sensibilidad. No faltaron los ¡Vivas a España!, cuyo grito se ha convertido en una constante en las plazas de toros. 

Mientras, fuera del recinto y custodiados por la policía, se desgañitaban media docena de antis insultando a los toreros y al público asistente.

Muchos riojanos se desplazaron hasta Burgos para ver a su torero. Los saludos y vítores a Urdiales sonaron toda la tarde.

Les ofrecemos una amplia galería de nuestra colaboradora Natalia Calvo.