FUENTE: DICYT 

La cefalea propia de la COVID-19, el agravamiento de la cefalea primaria que ya padece el paciente, la producida por los Equipos de Protección Individual (EPI) como mascarillas o pantallas y una relacionada con la tensión emocional son los cuatro tipos de cefalea asociadas al SARS-CoV-2 que han identificado investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y de los Hospitales Clínico San Carlos de Madrid y Clínico Universitario de Valladolid.

Hasta el 15% de los pacientes (si bien algunos estudios apuntan a un porcentaje mayor) presentan dolores de cabeza, muchos sin presencia de fiebre.

“El dolor de cabeza que predomina en la COVID-19 es de gran intensidad, puede afectar a toda la cabeza o a un lado, habitualmente opresivo que empeora con la actividad física y con los movimientos de la cabeza. Puede despertar al paciente por la noche y habitualmente le molestarán los ruidos y en ocasiones las luces”, describe con detalle señala Jesús Porta Etessam, Jefe de Sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos y profesor de la Facultad de Medicina de la UCM.

A partir de encuestas realizadas a más de un centenar de profesionales sanitarios, principalmente de Madrid -la mayoría (73,2%) sin antecedentes de dolor de cabeza-, los investigadores han podido delimitar clínicamente los tipos de dolores de cabeza y describirlos en Headache.

“Cada uno tiene una explicación fisiopatológica diferente y, por lo tanto, el manejo debe ser diferencial”, destaca Porta Etessam.

El investigador explica que, en el caso de la cefalea propia de la COVID-19, se procede al bloqueo anestésico y a los esteroides, si bien “no hay evidencias al ser un cuadro realmente reciente”. Si se trata de un agravamiento de la cefalea primaria del paciente, se aplican los tratamientos habituales dependiendo si es una migraña o un clúster.

La incorporación de nuevos elementos para protegerse de la infección también puede ocasionar estos dolores de cabeza. Modificando la manera de llevar las mascarillas y las pantallas protectoras bastaría para que cesasen. Y, por último, para tratar la cefalea provocada por el estrés de la situación, la respuesta está, de momento, en los neuromoduladores.

“La mayoría de las cefaleas ceden entre las primeras 24 horas y una semana, pero un pequeño porcentaje continuarán con ellas y no responderá a los tratamientos habituales. Tenemos ya varios pacientes que, por desgracia, han desarrollado una cefalea crónica”, reconoce el neurólogo.