La empresa familiar Puente Robles Jamones y Embutidos, con sede en Fermoselle, ha logrado por tercer año consecutivo la medalla de oro al mejor embutido curado por su chorizo extra picante en el Concurso Internacional de Fiambres y Embutidos celebrado en Lyon.
El producto zamorano vuelve a coronarse entre miles de muestras, en un certamen que es considerado la gran cita anual de la gastronomía cárnica.
Además del oro, la firma zamorana obtiene dos certificados de plata por su lomo de bellota y por su chorizo cular, lo que la convierte en una de las empresas más premiadas del encuentro de 2026. "Van tres años seguidos", presume Cesáreo Puente Robles (hijo), satisfecho tras ser imbatibles con su producto artesanal.
Chorizo ganador de la medalla de oro en el Concurso Internacional de Fiambres y Embutidos
El concurso internacional de Lyon cata cada año 10.390 muestras procedentes de 55 países, con más de 300 categorías distintas de fiambres y embutidos.
Las pruebas se realizan en cata a ciegas, bajo un protocolo estricto que garantiza la conservación óptima de los productos. El jurado evalúa textura, aroma, carne, secado o tipo de cocción con una tabla de 100 puntos que premia solo a los elaborados más sobresalientes.
Puente Robles presenta un chorizo extra picante elaborado sin aditivos, con carne y grasa de cerdo blanco procedente de pequeños ganaderos de Zamora asociados a la cooperativa Cobadu . El jurado ha destacado su aroma, su equilibrio y su sabor profundo, según la valoración oficial del certamen.
Una empresa nacida de la tradición familiar
El origen de Puente Robles se remonta a los años 60. Césareo Puente Robles, el padre, hoy con 81 años, comenzó como tratante de cerdos junto a su propio padre, con quien recorría pueblos y dormía en casas de labranza.
Cuando el comercio tradicional empezó a decaer y la población emigró a las ciudades, decidió transformarse en carnicero, matar sus propios cerdos y elaborar chorizos para la tienda.
Aquella pequeña producción artesanal fue creciendo con el tiempo. "Mi padre lo hizo todo, aquí no había nada", recuerda su hijo. El fundador instaló la casa familiar justo encima de la fábrica, lo que le ha permitido siempre vivir pegado al negocio.
Tanto es así que, a día de hoy continúa visitando las instalaciones cada mañana y cada tarde, aunque esté jubilado. "Viene a dar vueltas por la fábrica y vigilar", explica entre risas Cesáreo hijo. También supervisa compras por teléfono, una tarea que le tienen encomendada "para que siga activo".
Fabricación del chorizo antiguamente en Fuente Robles
La ampliación real llegó con la incorporación de la siguiente generación. Cesáreo hijo se sumó al negocio con 18 años y lo dirige desde hace 15.
Bajo su gestión la empresa comenzó a vender en toda Europa y a consolidar una producción limitada pero muy demandada. Actualmente funciona con lista de espera, con unos 15.000 pedidos online al año y ventas centradas en clientes particulares, carnicerías y pequeñas tiendas.
La empresa evita a propósito las grandes cadenas. "No vendo a supermercados, aunque me paguen por adelantado", señala. Asegura que no pueden asumir una fabricación masiva porque "no damos productos hechos en masa" y porque la elaboración exige tiempo, aire natural y paciencia.
El secreto del mejor chorizo del mundo: una receta intacta desde los años 60
El chorizo premiado mantiene exactamente la misma receta que creó Césareo padre hace más de seis décadas. "Es la misma, no ha cambiado nada", afirma su hijo.
Se elabora únicamente con pimentón, ajo, orégano y sal, sin ningún tipo de aditivo. La carne procede de cerdos seleccionados, en el caso del chorizo extra picante, de ganaderías zamoranas; y en el caso del chorizo de bellota, de ibéricos criados en la zona de Salamanca.
Cesáreo padre sentado a la mesa con sus chorizos
Pero el verdadero sello diferenciador está en la curación. Puente Robles continúa curando "como antiguamente", imitando los sobrados y bodegas de las casas de Fermoselle. Durante los primeros días, con la carne en fresco controlan la temperatura y la humedad, pero después dejan que sea el tiempo exterior quien marque el proceso.
"Abrimos las ventanas, aireamos el chorizo y lo dejamos al natural", explica. Si hace frío, ventilación amplia; si llueve, ventanas cerradas. No utilizan secaderos artificiales ni control mecánico del clima.
"Jugamos con el tiempo, como se hacía antes", recalca. Ese sistema permite que el chorizo "coja mucho más aroma y un sabor diferente a cualquier sitio" y que se convierta en un producto digno de muchos premios.
La empresa defiende que el microclima de Fermoselle, templado, estable y apto incluso para el cultivo de naranjas bajo la fábrica, influye en la calidad final. "Algo tiene que hacer, porque si siempre ganamos", comenta Cesáreo muy orgulloso de los galardones conseguidos.
Todo vendido antes de salir
En conjunto, Puente Robles produce unos 5.000 kilos de chorizo a la semana, que a menudo se agotan antes de estar completamente curados. La empresa tiene "lista de espera" para adquirir sus productos, según señala Cesáreo.
Cesáreo hijo con los chorizos premiados
Los clientes los compran incluso "hechos carne", para ellos y para sus vecinos, porque "no encuentran un sabor como este". La frase que más escucha en la fábrica, según detalla Cesáreo, es siempre la misma: "Me recuerda a la matanza de mi abuelo".
Ese vínculo con el pasado, sumado a la receta original y a una curación que rehúye cualquier atajo técnico, explica que un pequeño elaborador familiar de Arribes del Duero encadene tres oros consecutivos internacionales con un producto que, según su propio creador, "no vamos a cambiar nunca".
