Máscaras, cintas de colores, prendas extravagantes, elementos sonoros y espiritualidad y rituales. Todo ello tiene nombre propio y muy conocido en la provincia de Zamora: las mascaradas. Un espectáculo fiel a la tradición muy común durante el solsticio de invierno en muchos de los municipios zamoranos que ponen un color especial, con nuevos matices, a esta época fría. Danzas ancestrales que surgieron como una reclamación de fertilidad o buenas cosechas aunque también como diablos que ahuyentaban los malos espíritus con sus típicas danzas.

Tradiciones únicas en el mundo que, año tras año, muestran la supervivencia cultural de estos personajes ataviados con extravagantes indumentarias y que la Diputación de Zamora quiere declarar patrimonio inmaterial de la Unesco por su riqueza. Así, un total de 400 participantes pertenecientes a mascaradas de España y Portugal han vistado esta tarde Zamora para, con sus bailes y trajes extravagantes, animar las calles más céntricas de la capital.

Un recorrido que comenzó en la Plaza de La Marina y que llegó hasta la Plaza Viriato, recorriendo las vías zamoranas en las que a los lados se agolpaban centenares de zamoranos para disfrutar de esta festividad histórica y que se remonta a tiempos remotos en los municipios de la provincia. Los cencerros y las carracas, así como los gritos animosos, pusieron la banda sonora a este festivo y ancestral rito.