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Brahojos de Medina es un pequeño municipio de la provincia de Valladolid que, en la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuenta con una población de 101 habitantes.

Un lugar tranquilo al que llegó Yolanda Rodríguez Pérez, una mujer de 53 años, el pasado mes de diciembre del año 2024 con el objeto de reabrir el bar de la localidad, que lleva el nombre de La Alameda, para dar un impulso al lugar y un servicio básico.

Nuestra protagonista derrocha simpatía y también positividad, aunque asegura que es complicado sacar adelante un negocio en el medio rural, aunque con el apoyo de los vecinos, que se ha encontrado desde el principio, todo resulta más sencillo.

Conocemos su historia, la de su bar y la de la localidad vallisoletana en esta entrevista con EL ESPAÑOL de Castilla y León.

La vida de Yolanda

“Soy una mujer casada y con hijos a la que le gusta conocer gente nueva y afrontar retos. Me considero bastante alegre y, cuando algo se me mete en la cabeza, es mejor arrancármela que sacarme la idea”, asegura Yolanda Rodríguez Pérez, en declaraciones a este periódico.

Nuestra entrevistada tiene 53 años. Nació en Pedrajas de San Esteban. Buscaba un bar, porque ya hace años tuvo uno y encontró la opción en Brahojos de Medina, un pueblo acogedor que le ha tratado como si fueran de allí de toda la vida.

Yolanda y su marido en el Bar Alameda de Brahojos de Medina Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Cuando llegamos no podíamos imaginar que la gente de aquí fuera tan amable. Creemos que venir a vivir aquí y coger las riendas del establecimiento hostelero ha sido un buen cambio en nuestras vidas”, asegura nuestra protagonista.

De pequeña quería ser profesora. Estudiar para convertirse en maestra. Sin embargo, como confiesa, el destino le llevó por otros caminos. “Es primordial poder ayudar a tu familia a que salga adelante. Está por delante de seguir estudiando sin tener apenas para comer”, señala.

Eran otros tiempos.

El bar en Brahojos de Medina

“El mundo hostelero llegó a mi vida cuando conocí a mi marido. A él le apasiona este mundo. Me hizo verlo de buena manera. Cuando éramos novios, paseando por las calles de Pedrajas de San Esteban, vimos un bar en alquiler. Nos propusimos abrirlo y nos fue bien”, explica la amante de los toros.

Sin embargo, tras tener a sus hijas, tuvieron que cerrar ese pub de noche para empezar a trabajar para otras personas. Sin embargo, el deseo de volver a coger las riendas de algo que fuera suyo siempre estaba ahí.

“El Bar La Alameda de Brahojos de Medina lo abrí yo en diciembre de 2024. Por aquel momento, cuando lo cogimos, estaba cerrado. Desde el pueblo solicitaban que alguien pudiera abrirlo porque, al final, un pueblo sin bar no parece un pueblo al ser el lugar de reunión de mucha gente”, señala.

Por tanto, reabrió ese establecimiento hostelero “con unos diez años de historia” que es el único que está abierto en la localidad pucelana en la actualidad y que se sitúa a la entrada del pueblo, cerca de un recinto con álamos, mesas y césped. De ahí viene el nombre del bar.

Imagen del Bar Alameda, con su futbolín en Brahojos de Medina Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Un local que cuenta con 70 metros cuadrados, en el que trabaja Yolanda sola y en el que se puede disfrutar de un buen refresco o una cerveza y, en ocasiones, realizan alguna fiesta con flamenco o con algún dj y también cobran protagonismo las parrilladas.

“Es un bar bastante acogedor en el que, en vez de parecer camarera y clientes, somos una familia. Aquí vienen y se juntan las personas del pueblo para echar la partida, compartir momentos y las risas no faltan”, apunta Yolanda.

Un bar en el medio rural

La dueña del negocio asegura que “se hace complicado” sacar adelante un negocio hostelero en el mundo rural. Añade que “hay días que la cosa va mejor y otros que peor” pero afirma que “la hostelería es así” y que “con amor y esfuerzo todo se consigue”.

Nos fríen a gastos para ganar 1.000 euros al mes. Entre las bebidas, el pago a proveedores, los gastos de las cuotas de autónomos y demás, tenemos que afrontar muchos pagos que nos hacen más difícil el día a día. Sin embargo, no nos rendimos”, añade.

Sobre el futuro apunta que “hay que seguir adelante luchando para que sea lo mejor que pueda” e insiste en que “la vida no es fácil”.

“Mi objetivo pasa por mantener el bar abierto, deseando que se puedan hacer más actividades para ayudar al pueblo. Que no sea algo temporal y que no se nos vaya la ilusión que nos ha hecho tener la gente de Brahojos”, apunta Yolanda.

Interior del bar de Brahojos de Medina Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Ella quiere que el municipio vallisoletano en el que vive y trabaja en la actualidad tenga vida y ayudar a conseguirlo a base de su trabajo y con el punto de reunión clave para la localidad como es su bar.