Una enfermedad le provocó una discapacidad que ahora, a sus 33 años, le ha cambiado la vida de manera radical. Esta es la historia de Cate, una joven de Granada que hace un lustro se mudó a Valladolid por amor y que desde entonces reside junto a su marido en la ciudad.
Los problemas de salud llegaron a su vida a una muy corta edad, en concreto, a los dos años, cuando una meningitis le dejó como secuela una discapacidad física en las piernas.
Si bien, hasta hace poco más de un año, la vida de Cate era prácticamente normal porque, tal y como ha confesado en una entrevista con EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León, "aunque iba más despacio y andaba de una forma diferente a los demás, podía hacerlo".
Cate junto con su perro Lino
"Siempre he sido una más y una persona muy autónoma, he crecido con rehabilitación e intentando hacer deporte, pero con total normalidad. Y ahora, pese a todo lo que he luchado, mi cuerpo va para atrás y lo que podía hacer el año pasado, este ya nada".
Todo fue cuestión de meses. Cate estaba relativamente bien y de pronto en diciembre del año pasado pasó a necesitar una silla de ruedas para poder salir a la calle. Un empeoramiento muy rápido por el que le están haciendo pruebas para determinar qué es lo que le está pasando.
La joven explica que de momento los médicos "no tienen respuesta", aunque afirma que empezó a empeorar a raíz de operarse de tiroides.
"Yo siempre me he trasladado en bici y en patinete eléctrico, pero ahora ya no puedo, me fallan las rodillas y me canso", confiesa.
Reconoce que en los últimos meses ha vivido "un cambio muy grande que al principio no acepté como normal". De hecho, aunque tiene reconocida una discapacidad del 54%, ha solicitado la revisión porque considera que ahora le corresponde más.
"Jamás he necesitado tanta ayuda como ahora y darme cuenta de que necesito una silla de ruedas ha sido muy difícil y un proceso largo, no lo llevo bien".
"Tomar la decisión me costó mucho porque mi familia y yo siempre hemos luchado por no tener que usar la silla hasta que no fuese algo prioritario, pero es que ahora aguanto muy poquito andando", confiesa.
Imagen de Cate
Pese a ello, sostiene que gracias a la silla, la cual ha bautizado con el nombre de Vitorino, sigue teniendo "mucha autonomía". "Puedo ir a comprar, sacar al perro, pasear con mis amigas y trabajar".
Cate llegó a montar una peluquería en Granada, pero tiempo antes de mudarse a Valladolid decidió dejarla, además de porque "quería un cambio de vida, "porque sabía que no iba a ser viable por mi enfermedad". Ahora, sus sospechas se han confirmado.
Sin embargo, decidió buscarse la vida y emprender un nuevo camino profesional. Así, una vez que dejó la peluquería, cursó un grado superior de Marketing que le ha permitido ejercer esta profesión en diferentes empresas y actualmente en una asociación destinada a mejorar la calidad de las personas con discapacidades físicas.
Su proyecto más especial
Esta labor la compagina desde hace varias semanas con un proyecto muy especial. Y es que Cate está utilizando su perfil de TikTok para ayudar a otras personas que se encuentran en su misma situación.
"Intento transmitir un mensaje de fuerza y de valentía, y concienciar de que, aunque la vida es dura, hay muchas cosas bonitas", explica.
Su objetivo es crear una comunidad grande con la que poder dar visibilidad a este tipo de problemas y también reivindicar medidas para facilitar y mejorar la vida de las personas con discapacidad física.
En el caso de Valladolid, la joven defiende que es una ciudad bastante accesible que "ha avanzado mucho" en los últimos tiempos, pero, "aunque vamos por el camino correcto, aún quedan pequeños matices por mejorar", apunta.
Con todo ello, Cate lucha día a día por "disfrutar de la vida" pese a la existencia de diversos factores que se la complican y sacar las fuerzas necesarias por intentar que sus limitaciones "no vayan a más". Porque "hay que salir adelante y yo estoy dispuesta a hacerlo".
