Aún recuerda David Martín (Valladolid, 42 años) su paso por la alcaldía de Valbuena de Duero. Fueron años intensos, en los que esa cercanía propia de los alcaldes de los pueblos con sus vecinos lo invadía todo. De hecho, el exedil pega un palito a los políticos y les pide recuperar ese estar en la calle, cara a cara, codo con codo con el ciudadano de a pie.

Nuestro entrevistado es, además, ingeniero agrónomo y lleva toda la vida entre viñas. Ahora, como viticultor, su objetivo es proporcionar la mejor uva a las bodegas para elaborar caldos, de calidad supina, con los que enamorar a los paladares de los amantes de los buenos caldos.

La etapa más bonita de su vida

La que estuve como alcalde ha sido la etapa más bonita de mi vida. Al menos hasta ahora. Todos recordamos la juventud como un periodo especial y si a eso le unes el haber podido contribuir a la mejora de la vida de los demás, lo mejor que supiste hacer, da una combinación realmente interesante”, asegura David Martín García.

Él fue, desde el año 2003 y hasta el 2012, el alcalde de Valbuena de Duero. Localidad vallisoletana ubicada en la margen derecha del río que le da parte de su nombre. La otra, Valbuena, parece que viene de “valle bueno”. A 43 kilómetros de Valladolid, que cuenta con una situación privilegiada y famosa por sus vinos.

“Obtuve tres mayorías absolutas y dimití porque había terminado de implantar mis propuestas y se me habían agotado las ideas”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León. “Mi padre lo consideró un master de la vida. Desde el Ayuntamiento te enfrentas a los problemas reales de la gente. Es la administración más cercana”, explica.

“Me hace mucha gracia cuando, ahora como ciudadano y empresario, me dirijo a una administración y me dicen eso de: “Esto no es competencia mía”, y se olvidan de ayudar cuando un funcionario y, sobre todo, un político, está para servir a los demás en el más amplio sentido de la palabra servir”, añade el ex primer edil de un pueblo mágico.

Un municipio que “es su casa”. Siempre tiene Valbuena en la boca e incluso bromea a la hora de afirmar que “muchos le tienen guardado en el móvil como David Valbuena en vez de como David Martín”.

Un árbol genealógico para descubrir sus raíces familiares y dentro del vino

Nuestro entrevistado es Ingeniero Agrónomo y cuenta que a la hora de escoger la carrera lo tuvo “fácil” ya que se ha criado en una familia con una explotación agraria por lo que “tenía curiosidad” por “saber y conocer más a fondo aquello que le había rodeado desde pequeño”.

Cuando terminó el master de viticultura y enología el viñedo ya estaba dentro de él. Tenía a la explotación familiar esperándole. Pertenece a la Finca Valijara que se compone de varios pagos con Valdecarros, El Rebollar, Carradalba o San Hiniestro y Los Colmenares entre ellos.

“Valijara es la unión de varias parcelas. Cada pocos metros, en mi pueblo, tiene un nombre diferente. Ahora todo está clasificado por polígonos y parcelas numeradas por el catastro. Ahora somos todos número pero históricamente todo tenía su nombre, cada palmo de tierra tenía su personalidad”, asegura David.

El vallisoletano ha llegado a preparar un árbol genealógico para descubrir los vínculos vitivinícolas más lejanos de su familia. Invirtiendo muchas horas fue ascendiendo por dicho árbol relacionando este con escrituras que se conservan en el archivo familiar y en los archivos públicos hasta llegar a 1570.

“Con el árbol llegué hasta 1549, con el nacimiento de Antón Tejero, hijo de Alonso y María, en Olivares de Duero. La rama Martín de mi familia aparece en 1602 con el matrimonio de Bartolomé Martín en Valbuena. Destaco el 1570 porque es la fecha en la que he encontrado una escritura de compra de una viña en la que se habla de Valdecarros que es, sin duda, una parte de la que hoy es nuestra parcela más icónica”, afirma David orgulloso.

Explica además que ha llegado a la conclusión de que “todos, en nuestras familias recibimos una herencia” ya sea “tangible o intangible” que es “el fruto del trabajo de mucha gente”. Al final “nosotros somos solo una parte más del engranaje” y “la misión que tenemos es la de transmitírselo a la siguiente generación” ya no solo “las tierras” sino “los valores, las costumbres y los conocimientos”.

David Martín

Una producción corta, pero de calidad y la ayuda de las nuevas tecnologías

“Cuando has nacido en el seno de una explotación, conoces cada parcela y cada planta, todo es más sencillo. Cuando voy con mis sobrinos de seis y ocho años al campo, saben en que tierras pueden jugar con las piedras y en cuáles con la arena. Qué uvas están más dulces y cuáles no les gustan”, nos cuenta David.

Asegura que su producción es “corta” porque “priman la calidad por encima de la cantidad” y que “intenta obtener el mejor producto para ponerlo a disposición de los bodegueros de la zona” y explica que “está en un entorno con marcas Premium” por lo que “tienen que estar a la altura”.

Nuestro entrevistado añade que lo más bonito que tiene la agricultura “es que cada día es diferente” y diferencia dos periodos, el de la vendimia e inmediata caída de la hoja en octubre hasta la brotación en abril que es la época del año más tranquila pero que es cuando se poda, se prepara el suelo para las nuevas plantaciones y el resto del año en el que la planta se desarrolla.

“Todo el proceso requiere de mucho personal ya que todo lo hacemos a mano. El factor humano es muy importante. No hay máquina que pueda ver lo que ve el ojo humano. Todas las plantas son diferentes y si queremos que cada una se exprese dando lo mejor de sí misma hay que tratarla de manera individualizada. Ahí radica la importancia de las labores a mano”, explica.

David añade que “intentan estar a la vanguardia en todos los aspectos” que van desde “las nuevas plantaciones hasta en los tratamientos fitosanitarios”. Lo primero de todo es realizar “un análisis de los suelos es fundamental” para “saber las características” y realizar “un análisis para conocer carencias” y “elegir la planta a poner”.

“Trabajamos con los mejores viveros del mundo y siempre hay que poner la mejor planta”, añade este amante del vino. Nos cuenta además que en los últimos años “ha colaborado con un vivero de Navarra y otro de Francia” y es que ambos tienen “una colección espectacular de material genético de Tempranillo, Malbec y Merlot” para que, de este modo, “se escoja el mejor clon y el portainjertos más apto para la parcela en cuestión”.

Las nuevas tecnologías ya no son el futuro, son el presente, por lo que el uso de GPS, aplicaciones móviles y drones para la toma de decisiones en los tratamientos es muy importante. “Hay zona que las tenemos más vigiladas que otras. Para esto es de gran ayuda el uso de drones. Con esto detectamos sequías puntuales, falta de hierro, etc…”, explica.

El futuro del vino en la provincia de Valladolid

La provincia de Valladolid es una de las que cuenta con más posibilidades para desarrollar los mejores vinos. David Martín dice que lo importante es “creérnoslo y apostar por la calidad” que es “obligatoria”.

“A nivel individual creo que, como todas las empresas familiares, te gustaría ver el futuro de la empresa ligado a la familia. Eso es algo que se trabaja, que se inculca, pero que nunca debe imponerse”, finaliza.

Un ejemplo de amor por el vino que ensalza el valor de la uva en la provincia apostando por la mejor calidad de un producto de, cada vez, más quilates.