exposicion necropolis patio herreriano valladolid

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Valladolid

'Necrópolis', la mirada de Juan Carlos Quindós a la decadencia urbanística

24 mayo, 2018 20:54

El Museo Patio Herreriano de Valladolid acoge hasta el 1 de julio con entrada gratuita la exposición 'Necrópolis', del artista vallisoletano Juan Carlos Quindós. La muestra parte de unas imágenes realizadas en el verano de 2010 en una urbanización fantasma en la primerísima línea de playa del parque natural de Es Trenc en Palma de Mallorca.

La fuerza icónica y casi primitiva de estas construcciones en bloque de cemento, (congeladas en el tiempo en el momento previo a la segura llegada del festival de balaustres y cornisas, me llevaron a pensar en la irónica posibilidad de convertir Ses Covetes en una falsa necrópolis, un monumento fatuo al desarrollo insostenible que nos ha llevado al punto actual pero que también enlazara a una escala temporal mayor con el vasto patrimonio arqueológico megalítico de la isla.

A través de una postproducción que juega con la noción del falso documental, se genera una colección de construcciones (y destrucciones) imaginadas propias de una vanguardia distópica y extemporánea que recorre la historia de las tipologías arquitectónicas funerarias mediante escenografías de cemento, conformando a la postre un gran parque temático de la especulación.

Pero la realidad siempre es más potente que la ficción, y esa labor de "demolición digital" que me propuse en 2010 y empecé a hacer efectiva en 2015, había sido verdaderamente llevada a cabo en 2013 (sin yo saberlo) tras varias sentencias judiciales de por medio, con la paradójica circunstancia de que los restos del derribo fueron enterrados "in situ" aprovechando los propios sótanos (¿hipogeos?) siendo posteriormente cubiertos de tierra para restituir el espacio libre: en definitiva, un gran túmulo funerario mirando al mar, una necrópolis de sí misma.

Contrariamente a lo habitual, donde el proyecto plástico imita a la vida, en aquel momento (al menos en mi cabeza) la Ses Covetes real se transformó en una metáfora deudora de la necrópolis ficcionada, que presagió así su mórbido desenlace en un involuntario acto de justicia poética.