La histórica villa de Alba está intrínsecamente ligada al río que la baña y apellida: el Tormes. Sus aguas son manantial de vida y tradición para los lugareños desde hace siglos, torrentes con peculiares historias que trascienden la majestuosidad del afluente del Duero y protagonizan varias rutas turísticas por la zona denominadas Sendas del Agua.

Antes de llegar a la villa ducal, a medio camino entre Salamanca y Alba de Tormes, en el término municipal de Terradillos, en la finca de Los Perales, se encuentra esta fuente llamada de Santa Teresa, que durante mucho tiempo calmó la sed y dio descanso a caminantes y arrieros. Quienes una vez motorizados siguieron ofreciendo un sonoro homenaje, a la fuente y a la Santa, accionando el claxon de su vehículo al pasar junto a ella, costumbre no totalmente perdida en la actualidad. 

La Fuente de Santa Teresa fue muy frecuentada por los devotos de la Doctora Universal por las propiedades curativas que se le atribuyeron en el pasado, aunque actualmente se puede ver un cartel donde se advierte de que el agua, atendiendo a los baremos oficiales de los laboratorios, no es potable.

Fuente de Santa Teresa, muy probable de Ansede aparecida en La Estampa el 16-10-1928

Todo ello radica en una leyenda según la cual la Santa volvía de Salamanca acompañada por varias carmelitas, cuando las sorprendió una terrible tormenta que las desorientó, pero una lejana luz, un joven con una antorcha, las orientó para poder retomar la senda hacia Alba de Tormes. El lugar donde apareció el misterioso vigía gozaba de un manantial de aguas cristalinas, del que bebieron las religiosas para saciar su sed y recobrar fuerzas, paraje donde hoy una imagen de la Santa, en una pequeña hornacina con velas, recuerda el suceso.

Fuente de El Cornezuelo

Si este torrente es famoso, también la Fuente de El Cornezuelo, al lado del camino viejo de Amatos, el lugar al que acudían cientos de albenses y vecinos de pedanías aledañas a llenar los cántaros de agua, fabricados por los alfareros de la villa para el uso cotidiano.

También era lugar de reunión y descanso con la llegada del buen tiempo, sobre todo a la luz de la luna llena para poder contemplar las estrellas en todo su esplendor. Sus aguas, hoy día canalizadas hacia el Tormes, transcurren por una acogedora pradera que en primavera se torna en verde esperanza y en verano se confunde con el canto de los pájaros.

La burra de La Fontanilla

Fuente de la Fontanilla

En tercer lugar está La Fontanilla, a la derecha de las Sanjuanas por la carretera de Aldeaseca de Alba, en cuyos alrededores se criaba una rica y variada huerta. Desde allí se observan los alrededores de la villa, como los arapiles de Amatos, la ermita de Otero y el monasterio de los Reparadores.

Visitada por los vecinos de la zona del castillo y el matadero, es objeto de un dicho popular, relacionado con un vecino que cogía agua de la fuente en cántaros de barro, que transportaba en su carro tirado por la mula, y la vendía por las casas de la localidad. Tal fue su fama que hoy se sigue escuchando: "Andas más que la burra de La Fontanilla".

Otros lugares

Existen otros manantiales que circundan la villa, como la Huerta del Rey, camino de Valdemierque, antes del puente de hierro, que surtía de agua a los vecinos de la zona de Los Ventorros y la Basílica; el manantial de Agua Cana, dentro de los encinares de Torrejón; la Fuente del Santo, entre unas peñas del camino de Amatos, del que se surtían los viajeros con una petaca o tirándose de bruces a un caño muy bajo; la Huerta de la Pacha, a orillas del río frente al Hostal América, empleada por los vecinos de la Puerta del Río porque procedía de una noria y lugar de tertulia al caer la tarde; y el Manantial de la Luz, rodeado de zarzales junto al río y cuyo nombre se fundamenta en una antigua central hidroeléctrica que surtía de luz a calles, plazas y viviendas. Hasta allí acudían las mujeres de Aldeaseca para lavar.

Panorámica de Alba de Tormes Santiago Santos

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