Una de la zonas más conocidas por el nombre, pero desconocidas para el turismo en la provincia de Salamanca, es la extensa comarca de La Armuña. Se conoce con este nombre el territorio al norte y al este de la capital, cubierto de campos de cereal.

La vista se pierde y el horizonte sólo se ve interrumpido por algún árbol perdido, las torres de electricidad y por las siluetas de las iglesias. Entre estas últimas destacan seis, conocidas como las 'Catedrales de La Armuña' -dicen que a tener en cuenta tres, -Palencia, Villares y Villaverde- por su espectacularidad y los tesoros artísticos que conservan, aunque podrían visitarse algunas más.

Calzada de Valdunciel

Iglesia de Calzada de Valdunciel

Dejando atrás la capital, llegamos a Calzada de Valdunciel. Nos encontramos un pueblo acogedor y moderno que se da la mano con artísticos vestigios y monumentos del pasado. Este el caso de la iglesia parroquial, dedicada a santa Elena, que se puede considerar, junto a la Fuente Buena, como el principal monumento de este pueblo de La Armuña, también cruce de caminos, y con un riquísimo arte sacro dentro de sus muros.

El templo conserva algunos capiteles en las columnas del coro como restos de su primitiva construcción románica. En el S. XVI se construyen la sacristía, la torre y el coro. En el S. XVIII se realiza la portada, el pórtico y el camarín de la capilla mayor. El retablo mayor es del S.XVIII, y cuenta con esculturas de Santa Elena, San Pedro, San Juan y el Niño Jesús, pertenecientes a Simón Gavilán Tomé. El templo alberga la imagen del Cristo de la Piedad, un crucificado de tamaño natural datado entre el S. XV y XVI que cuenta con una gran devoción en el pueblo, así como un Cristo de la Misericordia, y en platería, un buen cáliz, de la segunda mitad del siglo XVI, lleno de labores repujadas de buen gusto y perfecta ejecución, con figuras de los Evangelistas en su peana.

Es también interesante una piedra gótica que representa a un rey o a un guerrero, embutida en el muro de uno de los arcos que atraviesa la nave principal de la iglesia. Quizás pudo pertenecer a algun sepulcro desaparecido. Existe, además, una colección de lienzos barrocos, sobresalien- do los que representan a San Ig- nacio de Loyola y San Francisco Javier. Y, por último, en borda- dos podemos señalar la existencia de una capa, dos casullas y dal- máticas bordadas sobre terciope- lo carmesí, de santos y grutescos, de la segunda mitad del XVI. En la actualidad hablamos de una iglesia de bella estampa tras la reforma a la que fue sometida no hace muchos años.



Gomecello

Iglesia de Gomecello

"Gomecello, Gomecello/ de silos y de paneras,/ de almacenistas graneros,/ de fábricas harineras", viene también de la mano de su iglesia, ya que en escritos de 1260 (hablamos de la segunda mitad del siglo XIII), de los más antiguos que se conocen que mencionen al pueblo, narra que tenía "una parroquia dedicada a Santiago el Mayor". Ya en el siglo XVII, el ‘Libro de los Lugares y Aldeas del Obispado de Salamanca' ofrece más datos sobre el templo parroquial de Gomecello. Así, recoge que "este lugar… tiene una iglesia toda de cantería, excepto una pared que es de tapia, con su buen portal, que costó dos- cientos ducados. Tiene tres retablos, uno en el altar mayor y dos colaterales, tiene su sacristía debaxo del altar mayor, con los ornamentos necesarios, su cruz de plata y manga bordada, su frontal y pendón de damasco crmesí, bordados…".

Según los documentos referidos con anterioridad, la iglesia originaria puede remontarse al siglo XIII, e incluso antes. Sin embargo, los años 1723 y 1741 que aparecen tallados en el exterior del templo, indican que en esas fechas se realizaron obras en el templo que, según recoge Francisco García González en su libro ‘Los pueblos de La Armuña’, pudieron continuarse a principios del siglo XIX, "después de la Guerra de la Independencia con piedras de los recintos parroquiales de Hortelanos, Velasco-Muñoz y Sordos, ya despoblados totalmente". Debido al desmoronamiento que sufrió la torre, tuvo que am- pliarse y, además, se construyó la misma sobre el ábside, en vez del segundo tercio que es don- de estaba situada en un origen. De esta forma quedó trazada la arquitectura definitiva y que hoy conocemos del templo.



Templo en el que se observa un pórtico de entrada construido con cierto gusto, que da sombra a una portada clásica del Renacimiento con una hornacina vacía desde que desapareció la imagen de Santiago durante la Guerra de la Independencia. En cuanto al interior, se mantiene muy conservado con nada menos que siete retablos llenos de imágenes que, por su valor y cantidad, más que un templo da la impresión que dentro estamos en un museo sacro.

Palencia de Negrilla

Iglesia de Palencia de Negrilla

Oculta esta 'catedral' en la iglesia de la Santa Cruz. Con cubierta mudéjar y otros elementos románicos, el templo alcanza su esplendor en el siglo XVI. De esa fecha también procede el espectacular retablo, dedicado a la Exaltación de la Cruz. Pinturas sobre tabla y esculturas se combinan de forma armoniosa, en una de las más bellas muestras de toda la provincia de Salamanca. La Iglesia Parroquial de Palencia de Negrilla, declarada Bien de Interés Cultural el 19 de diciembre de 1969

Pedrosillo el Ralo

Iglesia de Pedrosillo El Ralo

Si merece la atención la iglesia parroquial de Pedrosillo el Ralo no es tanto por su valor artístico, sino por que es el edificio más antiguo que se conserva en el municipio y, además, por la historia que rodea a sus muros. El templo, según algunos documentos, data de finales del siglo XVI o principios del XVII, sin fecha concreta. Este edificio recibió posteriormente una reforma, allá por 1749, a cargo de Manuel de Larra Churriguera, de cuando aún se conservan algunos retablos de Joaquín Benito Churriguera, realizados en 1700, siendo estas esculturas lo más preciado del templo, en cuanto a su valor artístico.

En el Inventario de la Diputación de Salamanca de 1937 se dice de ella "es de humilde condición y aspecto, pero tiene interesante juego de vinajeras, incensario y naveta de plata de orfebres salmantinos del siglo XVIII, así como ropas muy buenas y vistosas".

Pero como acontece en muchos de los municipios salmantinos, el templo empezó a pre- sentar síntomas de abandono, dejadez y poco menos que ruina, lo que motivó a una seria movi- lización de los vecinos para su restauración, ya que a finales de 1997 el templo hubo de cerrarse al culto. Más datos la definen como "iglesia de poca altura y gran anchura, con airosa torre, rema- tada en sus cuatro esquinas por no menos airosos pináculos".

Pero sí merece reseñar el retablo, dedicado a su titular San Andrés, que posee unos relie- ves, entre los que puede verse una imagen de San Isidro con vestiduras campesinas de la época, la representación de la Gloria en la parte superior del arco mayor, con el Padre Eterno rodeado de 18 angelitos tocando cada uno un instrumento distinto. Respecto al suelo, en él existen dos lápidas con relieves en las que la clásica calavera sobre las dos tibias cruzadas, representación de la muerte, con un bonete, hablan de la condición sacerdotal de los allí enterrados. El tempo también dispone de un coro con un llamado ‘órgano del pueblo’, siemple e ingenioso carrilón consistente en una rueda con diez campanas de di- ferentes tamaños, que servía para armonizar los cánticos de los feligreses.

Villares de la Reina

Iglesia de Villares de la Reina

Desde la magnífica portada se accede al interior, distribuido en planta de cruz latina. Maestros como Juan Hernández y Fernando Gallego ejecutaron valiosos retablos, que cubren el altar mayor, los brazos del crucero y los muros de la nave central. Sobre la bóveda llama la atención el fresco 'La Gloria'.

La impresionante iglesia de Villares de la Reina forma, junto a las de Negrilla de Palencia y Villverde de Guareña, el trío ‘ca- tedralicio’ de La Armuña. Este templo no es original, ya que existió una iglesia primitiva, dedica también a San Silvestre, del siglo XII. Ya a principios del XVII (1617) se encontraba en un estado de ruina y el obispo de Salamanca Francisco Hurtado de Mendoza ordenó levantar un nuevo templo. La nueva iglesia, que es la que conocemos, fue construida por Juan Moreno, en un estilo protobarroco en las dos portadas. Sin embargo, el coro, de 1633, es de Francisco de la Oya.



El templo parroquial de Villares de la Reina es un edificio de 38 metros de longitud y 16 de anchura. Sus características hablan de grandiosidad y esbeltura, todo de piedra de sillería, arenisca o franca, muy bien labrada, salvo el zócalo de la entrada principal que es de granito. Su interior, de cruz latina, es de una sola nave con bóveda de medio cañón y cinco ventanas al exterior. En el centro del crucero se observa un domo o cúpula elíptica que no se aprecia en el exterior, que se remata en una bóveda que se eleva sobre los cuatro arcos torales que la forman, que son, como el coro, de piedra franca. Además, tiene una singularidad, como es el llamado 'circuito de procesiones', la trastera por la parte norte y el calavernario por el poniente, junto a la torre.

También se aprecia un arco romano que sobresale del paramento, donde se abre otro arco, también romano, que es la propia puerta de entrada sobre la que destaca una hornacina que contiene una estatua en piedra de talla natural de San Silvestre. Sin embargo, la portada norte es más sencilla, de arco romano abierto en el para- mento liso, con una sencilla hor- nacina con la efigie en piedra de la Virgen.

La sacristía, obra de Simón de Monasterio de 1596, es una pe- queña estancia con un clasicismo importante. Sus retablos son once, dos de ellos son moder- nos, y los otros nueve parecen esculpidos por los Churriguera o sus discípulos. Aunque destaca el retablo mayor, con columnas salomónicas que conforman las cinco calles del retablo, y data de 1676. También destacan imágenes como el Cristo gótico, pinturas, relieves de calidad excepcional, como el del Descendimiento, así como otros retablos del XVII y XVIII, con esculturas y tallas de Fernández Gallego.



Desde la Junta de Castilla y León, por dos veces consecutivas, se subvencionó, en primer lugar, la restauración de las pinturas murales, el retablo mayor y los retablos barrocos de la iglesia. Y, posteriormente, con su oportuna reinaguración, con un presupuesto de 459.257 euros, se rehabilitó prácticamente toda la iglesia, ofreciendo un aspecto inmejo- rable y que merece una visita a Villares de la Reina.

Villaverde de Guareña

Iglesia de Villaverde Guareña

Villaverde pertenece a la Armuña salmantina, aunque queda cercano a la Guareña zamorana que adorna su topónimo, comarca, río y valle con cuyos pueblos mantiene rasgos en común. Su iglesia, con una excelente portada que preside la iglesia del siglo XVI, de una sola nave y adornada con un magnífico retablo organizado en seis calles. Piedra dorada que brilla con la luz del sol cayendo sobre el horizonte e iluminando la torre de su iglesia, en el extremo norte el pueblo. La torre perfecta y los contrafuertes de la Iglesia de San Cornelio y San Cipriano son los primeros elementos que reciben al visitante desde la carretera que une el pueblo con la vía hacia Valladolid y Salamanca, la ruta de los Portugueses de cuya cercanía se ha beneficiado la producción agrícola local