Los fuegos más significativos tienen lugar en la mitad norte de Portugal y en Castilla y León prácticamente se reducen a Hinojosa de Duero, son los del solsticio de invierno, mientras que en otros pueblos de la geografía regional es el solsticio de verano, cuando la magia del agua, el rocío y las plantas que comportan beneficios a hombres y animales en la noche de San Juan.

Hoguera del Gallo (Fogueira do Galo) en Miranda do Douro

El culto al fuego lo encontramos tanto en las grandes civilizaciones antiguas, como en los pueblos ágrafos. Se ha dicho que la gran conquista del hombre fue la obtención del fuego, sin que sepamos cómo logró este hallazgo, ni como se transmitió u originó en distintos lugares.

Los mitos sobre el origen del fuego son diversos y nos muestran el intento de la búsqueda de la adquisición del fuego. James George Frazer al referirse a los festivales del fuego en Europa en su obra ‘Mythes sur l' origine du feu’, dice: “En toda Europa, desde tiempo inmemorial, los campesinos han acostumbrado encender hogueras en ciertos días del año o bailar a su alrededor o saltar sobre ellas. Las costumbres de esta clase pueden rastrearse por testimonio histórico hasta la Edad Media y sus analogías con las costumbres parecidas practicadas en la antigüedad”.

El fuego ritual de Navidad, en el norte de Portugal conocido como Madeiros de Natal o Fogueira do Galo en Tierras de Miranda, muestra que es preciso buscar su origen en una época muy anterior a la difusión del cristianismo, ya que estas tierras dominadas por el Duero y los pueblos que se establecieron en su recorrido, son lugar de asentamientos prerromanos, como atestiguan los múltiples castros que salpican el territorio. No obstante, la prueba más temprana de su práctica en el norte de Europa proviene de los esfuerzos hechos por los sínodos cristianos en el siglo VIII para suprimirlas como ritos paganos. No es infrecuente que en estos fuegos se quemen efigies, o se finja quemar a una persona viva, y hay razones para creer que antiguamente se quemaban realmente personas en estas condiciones.

Las épocas del año en que por lo regular se encienden estas hogueras son primavera y verano, pero en algunos lugares las encienden también al final del otoño o durante el invierno, particularmente la víspera de Todos los Santos (31 de octubre), Nochebuena o Navidad, la víspera de la Epifanía (6 de enero) y en el solsticio de verano o la noche de San Juan (23 de junio).

Parecidos entre sí

Los festivales del fuego tienen un gran parecido entre sí, en cuanto a sus ceremonias y la semejanza de los beneficios que la gente espera de ellos, tanto si nos referimos a España, como a Portugal en general. La costumbre de encender grandes hogueras, saltar sobre ellas y hacer pasar los rebaños por encima o dando vueltas a su alrededor, ha podido ser practicada de una manera generalizada en Europa. Se cree que el fuego promueve el crecimiento de las mieses y el bienestar de los hombres y animales y, además, al quema todo el pasado, rompe con aquello que es viejo y las llamas purificadoras abren una nueva vida.

Resquicios de rituales sagados que en la antigüedad se hacían en el solsticio de invierno, cuando los antepasados encendían hogueras en homenaje y oraciones al Sol, para que volviese a brillar fuerte y soberano, después de un periodo en que el frío, la oscuridad y las tinieblas parecían haber tomado cuenta de la naturaleza.

Rituales paganos que sobrevivieron siglos y siglos de transformaciones sociales, políticas y religiosas y que hoy perduran, en las tierras de la mitad norte de Portugal y zonas fronterizas de León, en una integración plena con los rituales y tradiciones del cristianismo, como si de él fuesen originarios.

Madeiros de Natal o Fogueiras do Galo

Pauliteiros de Sendim, ante la 'Fogueira do Galo' en la Nochebuena

 

Los madeiros / leña, también denominados Madeiros de Natal, o Fogueiras do Galo, se consideran todos los fuegos voluntariamente encendidos, en el centro de la aldea, en la plaza principal o en el atrio de la iglesia, en la Noite da Consoada - la palabra 'consoada' designa una pequeña comida que se toma al final de un día de ayuno y deriva del latín 'consolare' que significa reconfortar- o Nochebuena, el 24 de diciembre. Todos los años, en el centro y norte de Portugal, la escena se repite, se prepara una hoguera gigante de Navidad. Un gesto que los hombres realizan como agradecimiento al sol.

La tradición comienza con la recogida de los maderos o la leña, realizada por los mozos del pueblo. A modo de ejemplo, porque el viajero ha vivido estos rituales, sirva Miranda do Douro o su freguesía de Sendim. En estos municipios, los mozos solteros comienzan de madrugada los rituales paganos que rodean toda la tradición de la hoguera. Sobre las seis de la mañana, los jóvenes –con disparo de cohetes- parten al monte donde recogerán la leña / madeiros, que dará origen a la imponente hoguera. El día lo pasan completamente en el campo donde no faltan las juergas y las bromas. Una vez realizado el acopio de leña, y de comer la famosa ‘Punheta de Bacalhau’, los jóvenes cargan los carros de bueyes y tiran ellos mismos con gran algarabía por las calles de los municipios. Escuchar el sonido del acero de las ruedas de los carros en el suelo es un momento memorable, que todos los vecinos esperan para ver y escuchar.

Acarreo de la leña desde el monte hasta el centro de la ciudad de Miranda do Douro

Las familias van a la Misa del Gallo, con sus más o menos tradiciones vivas, recuperadas o perdidas. En Miranda do Douro, según la tradición, al final de la misa los hombres de la tierra cantan los ‘lhonas’ al Menino. Estas ‘lhonas’ son una especie de cantigas religiosas que son transformadas en vocabulario poco ortodoxo.

Terminados todos estos factos religiosos, las gentes se reúnen alrededor de la hoguera para bailar –sobre todo 'pauliteiros'- y cantar acompañados por gaiteros, y degustar cerdo, dulces y beber vino y olorosos. Dice la historia que esta hoguera tiene que estar encendida hasta el día de Reyes.

La hoguera de Navidad en Hinojosa de Duero

La noche del 24 de diciembre, tras la Misa del Gallo, se enciende en la Plaza del Juego de Pelota de Hinojosa de Duero la hoguera de quintos que habrá de ser la atracción y el centro público de encuentro de los vecinos del pueblo y, además, es única en la provincia en señalada fecha. Si la hoguera quema una gran tronca mucho mejor –el Ayuntamiento colabora donando una o dos encinas secas de la dehesa, como también un cántaro de vino y una lata grande de escabeche-. Tal ha sido la competencia entre las diversas quintas para ver quién realizaba la hoguera más espectacular, que el Ayuntamiento se vio obligado a poner 'coto' al tamaño de la misma, ya que de lo contrario podría acarrear, más que fiesta y tradición, daño a las viviendas. Por ello, ahora se limita la altura, el volumen y el tamaño para evitar complicaciones. Las fogatas suelen durar hasta dos y tres días.

Hoguera de quintos en la Nochebuena de Hinojosa de Duero

Al pasar los años han existido algunas variaciones en la recogida y transporte de la leña, así como la duración del fuego en la hoguera. Además, los propios quintos vigilan 'su' hoguera, porque no se pueden encender más hogueras en el pueblo, de lo contrario sería considerado un desafío –y los desafíos en la historia de los pueblos tienen su propia historia-.

Antes de disponer de remolques y camiones, la leña se acarreaba a la Plaza tirando de los troncos por medio de cuerdas o con carros de dos ruedas, de hierro, aquí si ayudaban el resto de los mozos. Alguna vez dicen que iban las caballerías, pero pocas. La leña: árboles caídos, raíces y otros desechos, eran recogidos por los quintos. Esta leña se iba almacenando en algún lugar determinado del pueblo (eras, etc) previo permiso correspondiente. Desde este lugar, dentro del pueblo, era más fácil su transporte hasta la Plaza.

No vale que haya llovido o nevado, pues con leña y quintos mojados se ha visto encender la hoguera. Antes de cenar queda la hoguera preparada. Los vecinos cenan y acuden a la Misa del Gallo. Será, pues, después de la Misa del Gallo, cuando todos los asistentes a la ceremonia religiosa acudan hasta la Plaza a ver la hoguera que, ahora sí, prenden los mozos entrados en quintas. Es el rumor de los villancicos, que se han cantado en la iglesia y por la calle, lo que se une al fuego. Y aquí tenemos fuego purificador o destructor unido al canto al Niño que ha nacido en la tradición cristiana.

Del círculo que se forma alrededor de la hoguera va ausentándose la gente, según sus deseos y proyectos de la noche. Los últimos y los que rondarán toda la noche, por la fogata, son los mozos en quinta. Las mujeres también acompañan a sus parejas en este deambular nocturno, entre bar y hoguera, reservado, en otro tiempo, a los hombres. Porque la fiesta de la hoguera de quintos en Hinojosa de Duero no solo es fuego, sino también fiesta. Como colofón, esa noche los quintos –mozos entrados en quinta para acudir al servicio militar, cuando había mili- se erigen como 'autoridad' en el municipio. Y ellos organizan el baile que costean de sus bolsillos para bailar con las mozas y divertirse.

De esta forma se ha establecido una comunicación entre vecinos en este día de la fiesta del fuego en Hinojosa de Duero. Calentar y reunir a la gente en torno suyo ha sido, en principio, la función de la hoguera. En otro tiempo las hogueras asaron brujas y animales y personas, que se arrojaban a las llamas de las piras que se encendían en distintas épocas del año. Pero ahora, lo más, son las costillas que se asan, si tercia, en las brasas que se consumen en la Plaza.

 

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