132.000 toneladas. Es la cantidad de basura que genera toda la provincia de Salamanca en un año, sin contar todo lo que se separa inicialmente, que va a los contenedores de reciclaje. Gestionar tal cantidad no es fácil, por eso en 2007 la Junta de Castilla y León puso en marcha el Centro de Tratamiento de Residuos (CTR) en la localidad salmantina de Gomecello, el último en sumarse a la red de la comunidad, y que se encarga de recuperar y reciclar los materiales que tengan posibilidades y de eliminar aquellos que no. El proceso cierra el círculo permitiendo la producción de biogás para las propias necesidades energéticas del centro, así como la obtención de compost para las tierras del entorno.

El diputado de Medio Ambiente, Román Álvarez, explica a la Agencia Ical que este centro “a nivel medioambiental es algo imprescindible”. Gracias al avance de automatismos para seleccionar los residuos reciclables cada vez se pueden recuperar más materiales. Actualmente, la cifra de desecho está en un 55 por ciento, una cantidad que, aunque pueda parecer elevada, antes era del 75 por ciento, por lo que ha habido una notable mejora en la recuperación. El gerente del CTR, Javier Manzano, sitúa la cifra “a la cabeza de recuperación en España” en comparación con otras plantas mecánico-biológicas, en parte gracias a las nuevas tecnologías.

Un vistazo a las balas de basura descartada, con multitud de plásticos deja una pregunta clara: ¿Por qué no se recupera más? Según Manzano, “quien al final aprovecha una buena parte de lo que nosotros reciclamos tiene sus propias exigencias y nos impone unas normas que son difíciles de cumplir”, como el grado de impurezas de los materiales. “Entonces, aunque la capacidad de recuperación sea mayor, si las recuperamos no podemos hacer nada con ellas porque no las va a aceptar el reciclador, no tiene salida”, añade. Por eso, incide en la importancia de separar los residuos en casa, ya que aunque con los años se ha mejorado, “la mejor pieza de un CTR son los cubos de una cocina o las manos de una persona que separa”.

En este sentido, la Diputación hace una importante labor de concienciación, cada vez más palpable en los jóvenes. Para ello, La Salina lleva a cabo actividades como la ruleta de reciclaje o la promoción en los colegios. Asimismo, lleva a cabo iniciativas para mejorar esa selección, según explica el diputado de Medio Ambiente. Entre ellas, el servicio de reciclaje de escombros, de restos de podas y de electrodomésticos, que se podrá en marcha próximamente.

El primer triaje

El CTR trata los residuos fracción resto, es decir, los del contenedor gris. Llegan hasta allí a través de las recogidas cercanas o a través de la red de estaciones de transferencia en diferentes zonas de la provincia, que los trasladan hasta allí. Asimismo, además de dar servicio a todos los municipios, también lo hacen a las mancomunidades y empresas privadas. Una vez en el centro, tras pasar por admisión para registrar su trazabilidad, los camiones vuelcan los residuos a dos enormes fosos de recepción. Ahí un pulpo los reparte entre dos vías dejando una impactante imagen con una cantidad ingente de basura amontonada. En peso, el mayor porcentaje lo ocupa lo orgánico, con un 40 por ciento, aunque en volumen, lo que más abunda son envases de plástico. A pesar del tamaño de estos fosos, si no se estuvieran vaciando constantemente, se juntarían en dos días y medio.

Una vez repartidos en los dos puntos, los residuos pasan por un sistema automatizado que rompe las bolsas y los reparte. Así, primero se hace un triaje manual en el que los operarios separan los elementos más voluminosos, como chatarra o muebles, que podrían entorpecer el proceso. En esa intervención han llegado a encontrar desde fetos humanos hasta artefactos peligrosos, como granadas. De hecho, en el CTR localizaron hace unas semanas el arma homicida del reciente asesinato a una persona en el barrio de Garrido de la ciudad, así como la camiseta del presunto asesino.

Tras ese primer triaje, los desechos entran a unas cribas rotatorias que los separan en tres corrientes, en función del tamaño. La parte más pequeña de los residuos concentra la materia orgánica, que se separa para tener su propio tratamiento, y las otras dos corrientes acumulan la mayor parte de envases e inorgánicos, que se quedan en el bloque de pretratamiento. Allí pasan por algunos automatismos con cribas, aspiradores e imanes especiales que van segregando los materiales de la corriente principal.

Luego de pasar por todos esos automatismos hay un triaje secundario en el que otras personas separan distintas fracciones que tienen valor de los residuos, es decir, papel, briks, pet y otros plásticos. Se separa todo aquello que tiene valor según las condiciones acordadas con los recicladores y se forman balas de cada uno de estos materiales. La empresa de recicladores paga a la concesionaria por los materiales recuperados, “es una manera de incentivar, porque cuando más reciclan, más cobran”, explica el gerente del centro.

Seis hectáreas de rechazos

Después de todo el tratamiento de distintos medios humanos y mecánicos, lo que no se puede separar va a una presa que lo compacta y lo sujeta con alambres para que tenga la mayor densidad posible y ocupe lo mínimo cumpliendo las mejores garantías. Esas balas van a parar a un gran vaso de seis hectáreas situado a un kilómetro del centro en el que se depositan ordenadas para aprovechar el volumen. La estimación es que en un año y medio aproximadamente se podría llegar al límite de cota del vaso, por lo que actualmente están en la fase final de tramitación de una ampliación que se podría aprovechar un mínimo de siete años, explica el gerente del centro.

¿Y después? Probablemente habrá que pensar en otro espacio para ampliar ese vaso, porque “la basura no para”, afirma. Lo que tampoco se detiene es el avance en las tecnologías de tratamiento de residuos, que es muy dinámico y “se generan continuamente oportunidades para aprovechar los rechazos”. El gerente no descarta que los materiales almacenados puedan ser aprovechados más adelante: “un vaso de vertido, bajo cualquier parámetro minero tiene mucha mayor riqueza que cualquier explotación que se pueda hacer en el exterior, como de metales, cobre, hierro, aluminio, y están en una densidad mayor que la que se extrae de las minas. No deja de ser un reservorio que en algún momento puede ser aprovechado y usado”.

El aprovechamiento de los orgánicos

La parte orgánica encuentra su aprovechamiento en el propio centro en la producción de energía o de compost, cada una de ellas con su propio recorrido. La biometanización consigue la producción de biogás, que con un digestor, se usa para obtener energía eléctrica. Esta se aprovecha en las propias instalaciones de la planta y el exceso se vende. No toda la energía producida se destina a la planta, precisamente por el desfase entre producción y demanda, por lo que la que no se consume se vierte a la red eléctrica, de manera que se aprovecha.

En cuanto al compostaje, unos túneles provocan las condiciones forzadas para hacer una fermentación lo más rápida posible para estabilizar cuanto antes la materia orgánica y que no produzca olores ni lixiviados y que pueda usarse. Posteriormente, es madurado en una nave en la que se almacena y toma las condiciones finales. No obstante, antes debe pasar por un sistema óptico de inteligencia artificial que se encarga de separar el vidrio de ese compost, del que se obtienen “cantidades importantísimas” porque “hay una selección poco cuidada en Salamanca provincia y sobre todo ciudad en la separación del vidrio”, constata el gerente. El producto final es el compost limpio, que se usa en las tierras del entorno.

Próximamente el centro incorporará una nueva nave prevista en el contrato para tratar la materia orgánica que ya venga separada por los usuarios. El contenedor marrón, ya en funcionamiento en una parte de Santa Marta, será una obligación que deban cumplir todos los ayuntamientos. Llegado el momento, el CTR estará preparado para gestionarse y tratarse en otra instalación para que pueda pasar directamente a la parte bio.

Trabajo de la planta durante el COVID

Durante los peores meses del COVID tuvieron que implantar algunas condiciones especiales en el CTR, que se añadieron a los ya estrictos protocolos de seguridad. Entre ellas, se anuló el triaje manual para evitar la manipulación humana y se hizo un tratamiento directo de residencias para que sus residuos se depositaran directamente en el vaso sin pasar previamente por la planta. Algo que resalta el gerente es que en la pandemia la planta de tratamiento se mantuvo activa: “La gente del centro fue ejemplar porque siguieron trabajando, estamos orgullosos de todo el mundo”. Precisamente, para hacer gala de ese compromiso pintaron un mural como celebración y recordar así el duro trabajo de los esenciales.

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