El equipo de arqueólogos dirigidos por José Manuel Costa-García, de la Universidad de Salamanca, y Jesús García Sánchez, del Instituto de Arqueología, Mérida-CSIC, concluyó su quinta campaña anual de prospecciones y excavaciones en la comarca segisamonense (Burgos) en la que se pudo confirmar que los romanos asediaron el Castro del Cerro de Castarreño.

Aunque en la Península Ibérica se han documentado otros escenarios de asedio de época romana, como son los casos de Numancia o La Loma (Palencia), el paralelo “más próximo cronológica y morfológicamente hablando parece ser el cerco de Alesia (Francia), mandado construir por Julio César a mediados del siglo I a. C. durante su célebre conquista de las Galias”, según explicó Costa-García a Comunicación USAL.

En la intervención, desarrollada del 19 de agosto al 3 de septiembre y financiada por la Diputación de Burgos y los Ayuntamientos de Sasamón, Olmillos de Sasamón y Villasandino, se estudiaron una serie de vestigios arqueológicos documentados mediante prospección aérea alrededor del Cerro de Castarreño que habrían formado parte del dispositivo de asedio romano.

Hasta el momento, solo se disponía de escritos fragmentarios de algunos autores griegos y latinos para reconstruir la historia de la conquista de estas tierras y se suponía que los antiguos turmogos habían sido aliados naturales de los romanos contra los cántabros. Sin embargo, los trabajos desarrollados por los arqueólogos parecen indicar que “la transición entre la Edad del hierro y la época romana pudo no haber sido pacífica”, según subrayaron sus responsables.

Durante las campañas de 2018 a 2020, varios sondeos en el Cerro de Castarreño permitieron a los arqueólogos documentar una completa secuencia de ocupación del lugar entre los siglos VIII a.C. y I d.C. En los niveles más recientes, datados entre los siglos I a.C. y I d. C., se pudieron documentar varias piezas de equipamiento militar romano como las tachuelas que claveteaban las sandalias de los legionarios romanos o puntas de flecha que, “hicieron saltar todas las alarmas, ya que la presencia del ejército en este lugar se desconocía hasta la fecha y su misión pudo haber sido la de tomar el castro”, destacaron.

Teledetección y prospecciones



Mediante el uso de distintas técnicas de teledetección, incluyendo drones, los arqueólogos documentaron una doble línea de fosos que, por espacio de más de seis kilómetros, rodeaba el castro por completo con el objetivo de rendir a sus ocupantes. A tramos regulares se identificaron varios campamentos donde estarían acantonados los ejércitos invasores, además de documentar una segunda doble línea defensiva construida por los romanos para impedir cualquier ataque desde el exterior mientras las tropas se concentraban en la toma del castro.

Según explicó la Usal a través de un comunicado, para confirmar estas hipótesis, en la última campaña arqueológica se prospectaron con métodos geofísicos las estructuras. Las prospecciones geofísicas con georradar y magnetómetro son métodos en auge debido a que permiten obtener imágenes tridimensionales del subsuelo sin necesidad de excavaciones y ayudan a los arqueólogos en las labores de identificación de estructuras soterradas.

Confirmación del asedio



Las excavaciones permitieron comprobar a los arqueólogos que los alineamientos identificados mediante fotografía aérea se corresponden con fosos defensivos. Aun con variaciones, “tienen una característica sección en ‘V’ y en el fondo es posible documentar una arqueta de paredes verticales. Presumiblemente, aquí se instalarían punzones de metal o estacas de madera”, comentaron los investigadores. Igualmente, las paredes de los fosos se cubrirían con obstáculos semejantes.

En el interior, con la tierra extraída de los fosos, los investigadores apuntaron que se habría construido un terraplén coronado por una empalizada. Sin embargo, solo en uno de los sondeos ha sido posible documentar esta estructura, ya que la arada ha arrasado las demás. Por otra parte, en uno de los sondeos se ha excavado, además, un antiguo pozo que pudo haber sido usado por los romanos para dar de beber a sus tropas y animales de carga. En su conjunto, y bien guarnecidas, las defensas documentadas serían “un obstáculo formidable para cualquier atacante”.

Además, también se han recuperado “interesantes elementos de cultura material”, como cerámicas que se remontarían al siglo I a.C., y el mismo tipo de tachuelas recuperadas años atrás en el cerro. Por ello, en la campaña se han tomado numerosas muestras para intentar datar las estructuras y los rellenos de los fosos con los métodos punteros del carbono 14 y la termoluminiscencia ópticamente estimulada y para realizar estudios polínicos cuyos resultados ayuden a contextualizar mejor los yacimientos y su medio ambiente en la Antigüedad.