Silencio en La Cueta, una aldea de apenas doce habitantes en la montaña leonesa en la comarca de Babia. Allí, Manuel Merillas encuentra la paz que necesita para seguir corriendo. Vive rodeado de nieve en invierno y tranquilidad en verano.
Hoy ya es el subcampeón del mundo en el Short Trail del Mundial de Canfranc (Huesca). Celebra una medalla de plata individual y un oro por equipos con la selección nacional que han sido históricos.
Hasta el presidente de la Junta, Fernández Mañueco, se acordó de su triunfo. "Enhorabuena al leonés Manuel Merillas, subcampeón del mundo individual y oro por equipos en el Short Trail de Canfranc. Un deportista de élite nacido en un pequeño pueblo de León y fiel ejemplo de esfuerzo y valía", comentó en X.
Eso sí, lo hace sin estridencias, con la naturalidad de quien nació para correr entre montañas. “Para mí esto es una victoria”, reconoce Merillas, de 34 años, criado en Valseco en una familia de ganaderos y mineros.
“Venía de arrastrar problemas de salud durante casi dos años, de no mejorar aunque entrenara más, de sentirme atascado. Llegar aquí, con el nivel que había y en un campeonato en España, es como poner la guinda más sabrosa”.
El maratón de Canfranc fue un “torbellino” desde el principio, apunta. Nadie esperaba tiempos tan rápidos, pero los corredores bajaron de las cinco horas con holgura. “Fue una locura”, explica a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León.
“Desde el kilómetro seis o siete la carrera ya se deshizo en pequeños grupos, y al final fueron cuatro horas y media casi en solitario, arrastrando a los que tenías delante o detrás. Es un esfuerzo diferente, como una etapa de montaña en ciclismo, pero multiplicado en tiempo”.
Un esfuerzo aún más admirable si se tiene en cuenta que Merillas llegaba tras meses de fragilidad física. “Encontré a Jesús Álvarez, un especialista en salud deportiva, y gracias a él conseguí salir del agujero en tiempo récord”, apunta. “Aún no estoy al cien por cien de salud, pero sí en el mejor momento de forma de mi vida”.
Manu junto a su perro durante un entrenamiento
Esta plata tiene mucha historia detrás, una historia que parece escrita de antemano. En su familia, quien no era minero era ganadero, y él fue pastor desde antes de saber caminar. “Nada más que podía dar pasos, ya estaba en la montaña. Siempre digo que llevo 34 años en la montaña, tantos como mi edad”, sonríe.
Antes de cumplir los 16 ya había probado el fútbol, el descenso, el trial y hasta la lucha leonesa, pero la montaña lo reclamó pronto. Con 19 años comenzó a competir en carreras de trail, casi sin proponérselo. “Era inevitable. Sin querer ya lo había entrenado desde niño, corriendo detrás del ganado”.
Hoy, sigue viviendo esa conexión en La Cueta, donde aterrizó cuando el pueblo contaba con nueve vecinos, dos de ellos nonagenarias que ya no están.
“Ahora somos 12, con mi familia y un malagueño. En invierno quedamos tres casas abiertas. Es tranquilidad absoluta, paredes de piedra de más de un metro y silencio”.
En tiempos de tecnología y material de última generación, Merillas prefiere la sencillez. Por ejemplo, sus bastones de competición son de bambú, hechos de forma artesanal. “No necesito más. Lo importante está en las piernas y en la cabeza”, asegura.
Su día a día combina el entrenamiento con la vida familiar, ya que tiene dos hijos pequeños, y labores de guía de montaña o colaborador en rutas de invierno con raquetas.
“El ganado aún lo tenemos en casa, pero ya no me dedico como antes. Ahora casi toda mi vida está centrada en competir y en la montaña”.
Bombero improvisado
En verano también le toca, de vez en cuando, convertirse en bombero improvisado, en esta ocasión para su desgracia. “Este año los incendios fueron terribles. Aquí, al ser alta montaña, el monte es bajo y podemos atajarlos rápido, pero hubo varios focos en pocos días. A veces nos tocó a los vecinos coger cubos y palas antes de que llegaran los medios”.
Merillas sabe que el trail aún es un deporte joven, pero reconoce que hoy ya es posible vivir de él si se compite al máximo nivel.
“Cuando empecé, en 2007, solo Kilian Jornet empezaba a asomar y a vivir de esto. Ahora en España hay más de una docena de corredores que pueden hacerlo. El deporte ha crecido mucho y aún tiene más por ofrecer”.
¿Y el futuro? Tras Canfranc, el leonés encara la recta final de la temporada con pruebas en Irlanda del Norte, Asturias y Castellón dentro del circuito de Skyrunning. Pero lo hace sin perder la perspectiva. “Lo que quiero es estar sano y seguir disfrutando de la montaña. Y que mis hijos, hagan lo que hagan, nunca dejen de hacer deporte. Si lo viven como yo lo viví, ya me daré por satisfecho”.
