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Enrique Pascual, (Brias, Soria, 1957) entrenador de leyendas del atletismo como el campeón olímpico Fermín Cacho y campeones mundiales como Abel Antón, recientemente, ha recibido el Premio Castilla y León del Deporte y deja sus reflexiones acerca del premio, su carrera y en general su visión del mundo en esta entrevista en El Español - Noticias de Castilla y León.

Un entrenador de los de antes, de esos que no usa redes sociales, ni WhatsApp. "No quiero estar localizado y no quiero salir a ningún sitio", asegura.

La Junta, con este premio lo tuvo claro, el jurado lo acordó por unanimidad debido a su "larga trayectoria deportiva como entrenador, que ha sido un elemento clave en la promoción del atletismo en la provincia de Soria y en Castilla y León". 

Destacan, asimismo, sus "excepcionales resultados deportivos, materializados en la consecución de los principales triunfos en competiciones olímpicas, nacionales e internacionales"

Pregunta. En primer lugar, ¿se esperaba usted ser galardonado con este premio?

Respuesta: Desde luego, no lo esperaba por varias razones: primero, porque nunca trabajo para los premios, por tanto, nunca espero tener uno. Más ahora que me encuentro en una situación en la que intento pasar muy desapercibido.

No tengo redes, no tengo ni WhatsApp en el teléfono. No quiero estar localizado y no quiero salir a ningún sitio. Pero a raíz de esto, estoy saliendo en todos los lados. Así es mi mentalidad, trabajo porque me apetece y porque me gusta. Ni siquiera soy profesional de esto. Con lo cual, no esperaba que me dieran este premio.

Esto, por un lado. Por otro, me acabo de enterar de la repercusión de este premio. Creí que ni era importante, pero estoy viendo que sí, que es muy importante.

En resumen, todo esto me ha sorprendido bastante. Primero, porque no lo esperas, y segundo, porque ahora me estoy dando cuenta de que tiene importancia este premio.

P: ¿Y de dónde viene esta actitud de no querer aparecer públicamente?

R: De mi forma de ser, odio las redes sociales, yo creo que lo único que hacen es mediatizar nuestra vida de muy malas maneras y con muy malas artes.

Personalmente, tampoco quiero dar datos a la inteligencia artificial. Datos que también van a ser aprovechados de muy malas maneras. Yo simplemente quiero estar en mi sitio de entrenamiento. Desconectado de lo que se haga en Madrid o en Barcelona. Yo hago mi trabajo y no me preocupa lo que hagan otros.

Y si a mí no me conoce nadie, no me importa. Incluso diría que mejor, no quiero que me conozcan. Si me conocen me parece bien, pero no tengo interés en promocionarme, porque no lo necesito.

P: ¿Y cómo lidia esta idea de no ser reconocido con tener una calle en Soria?

R: A ver, no ha sido siempre así. Siempre he tenido esa tendencia a no querer estar en primera fila. Si antes no quería estar, ahora menos. La fama no me interesa.

Un entrenador lo normal es que esté en un segundo plano. Lo tengo muy asumido y quiero estar en ese segundo plano. Si quisiera estar en el primer plano sería atleta de élite. Algo que intenté, pero eran otros tiempos. Yo saltaba pértiga y por supuesto que para mí el objetivo máximo podía haber sido ser campeón olímpico de salto con pértiga. Pero las condiciones personales y genéticas y el nivel de entrenamiento condicionan. Si no tienes las cualidades no llegas.

Si quisiera estar en primer plano no sería entrenador, sería atleta.

P: ¿Y cómo pasa de saltador de pértiga a entrenador de atletismo?

R: En el colegio empecé a hacer atletismo con mi profesor de educación física, José Miguel Serrato. Ahí me empezó a interesar el deporte. A partir de ese momento, vi que ese era mi camino y pensé en cómo me podía desarrollar.

Primero, fui a estudiar Educación Física con especialidad en atletismo. Con eso se podría decir que mi objetivo ya era ser entrenador. A partir de ahí, vuelvo de Madrid. Aquí en Soria no había pistas de atletismo, solo campo.

Me habría gustado entrenar a saltadores, que es lo que a mí me apasionaba, pero no había medios para ello. Entonces decidí cambiar de especialidad, tocaba correr. Para correr con campo, hierba y parajes tenemos suficiente. Ahí hice el cambio de los saltos a las carreras, porque no había medios.

P: ¿Cómo hizo para llevar el atletismo a un lugar en el que ni siquiera había pistas?

R: Practicar un deporte no depende tanto de los medios como de las personas, los medios van surgiendo. Yo hacía pistas de atletismo en cualquier explanada. Cogía el rastrillo y hacía la vuelta de 200 metros, de 300 o de lo que fuera necesario. Así, poco a poco fuimos creando la necesidad de tener instalaciones.

Yo mandé a Abel Antón a la olimpiada de Seúl de 1988 entrenando en las pistas que fabricaba. A partir de ahí las instituciones se dieron cuenta de que la ciudad necesita una pista. Había mucha gente entrenando a alto nivel sin la más mínima instalación. Todo es ir creando la necesidad.

P: Respecto a deportistas como Abel Antón o Fermín Cacho, ¿cómo es llevar a deportistas hasta el nivel de élite?

R:  Es un tema de trabajo, de querer y de convencerles a ellos de que pueden y que con trabajo lo van a conseguir. No es solo aplicarles la receta de haces 10 kilómetros o haz 7 más, no. Es un proceso de meterte en la mente del deportista para convencerle de sus posibilidades.

En el momento en que él cree en sí mismo ya lo tienes todo hecho. Convencer es a veces es muy complicado. Hay atletas que esa autoestima que deben de tener, no la poseen y no confían en sí mismos. Y una de las claves pasa por hacerles confiar en sí mismos.

P: Entonces, el trabajo del entrenador es también actuar como psicólogo.

R: Sí, son muchas facetas. Por eso yo a mis atletas los entreno aquí, no entreno por correspondencia. Estar aquí permite ir cambiando cosas, viendo lo que pasa. Entonces actúas de padre, de amigo, de psicólogo. Eres muchas cosas.

P: Menciona que a los deportistas los entrenas en Soria, ¿nunca se ha planteado ir a Madrid u otra ciudad grande?

R: No, allí no hay quien viva. No quiero saber nada de esas grandes urbes. Ni se puede entrenar, ni se vive bien. Nada mejor que una ciudad tranquila, pequeña y accesible, es lo ideal para entrenar.

P: ¿Alguna vez le han puesto impedimentos por tener que ir a Soria a entrenar por estar tan incomunicada?

R: No, el que quiere entrenar sabe perfectamente a lo que viene. Y bueno, el que estemos un tanto incomunicados es una desgracia.

Que Soria sufra el abandono que tiene cuando está en el sitio ideal de paso. Valladolid, por ejemplo, está perdida en territorio de nadie y está muy desarrollada.

Soria es el punto clave de acceso directo desde la capital a Francia. La vía más directa: pasar por Soria, hasta Pamplona. Pero han preferido dar la vuelta a la Nacional 1 para irse hasta Burgos, Álava y Vitoria, pasando por un puerto, no tiene sentido.

Soria está en una encrucijada de caminos clave para la comunicación. Solo que la han bordeado por todos los lados por un tema político. ¿Incomunicados? Sí, porque nos han querido incomunicar.

Dicho todo esto, mi reivindicación al abandono que nos tienen sometidos en esta provincia.

P: Y sobre las estrellas a las que ha entrenado, ¿cómo es ver el triunfo de uno de sus pupilos?

R: En el deporte trabajas para ganar. En el atletismo o ganas o pierdes. El segundo puesto ya es perder. Obviamente, todos quieren hacer lo mismo, ganar. Tu objetivo es ganar.

Una pregunta muy típica tras un campeonato bueno es la de: ¿Cómo lo habéis celebrado? ¿Habéis descorchado el champán? Respecto a esto, siempre digo que no. Lo primero porque no quiero saber nada del alcohol. No entiendo lo de celebrar todo con alcohol. En segundo lugar, lo celebras con alegría con los tuyos.

Las celebraciones y la alegría es algo interno. Expresar emociones es algo muy complicado.

P: Entrando en el trabajo propio del entrenador, ¿qué diría que es lo más difícil del trabajo como entrenador?

R: Convencer al atleta de lo que puede hacer y ser capaz de que lo crea. Una planificación la puede hacer perfectamente la Inteligencia Artificial. Yo me niego a utilizarla, pero es lo más fácil. Lo complejo es personalizarlo, saber qué ocurre en el cuerpo y la mente de ese atleta.

Ahora bien, la Inteligencia Artificial no tiene en cuenta estas cosas. Yo igual diseño un plan que tengo que cambiar mañana porque el atleta tiene unas necesidades. Hay que escuchar, sobre todo. Pero lo complicado es convencerles.

P: En relación a la IA, ¿no se ha llegado a plantear en ningún momento utilizarla como apoyo para alguna gestión?

R: No. No quiero que esos procesos entren en mi ordenador. Voy a intentar que no entren. No sé por cuánto tiempo, ni cuánto me costará mantenerme fuera. Pero no voy a facilitarlo.

Yo como profesor jubilado me lo planteo de cara al alumnado. Para el profesor tiene que ser muy complicado porque los chicos no van a aprender nada. No lo necesitan con la Inteligencia Artificial. Te lo puede hacer todo, trabajos, exámenes, etc.

¿Cómo vas a madurar en tu vida si hay alguien que te lo hace todo? No sé, pero vamos hacia eso.

Al final todo esto nos lleva a que seamos absolutamente manipulados y a ser absolutamente controlados. Quizá eso hasta nos lleve a ser felices. Pero por lo pronto no me apetece mucho.

P: Por último, si tuviera que quedar tan solo con un momento de su carrera, ¿con cuál sería?

R: No es posible quedarte con una cosa. Nada es blanco o negro, hay muchos grises en todo. Quizá lo más bonito es quedarte con el éxito, pero en medio hay muchos fracasos. Tu trabajo como entrenador no deja de ser el de ayudar y cuando intentas ayudar a que alguien se desarrolle y no se consigue, acaba siendo un fracaso.

En general, todo lo que no sea ganar casi es un fracaso. Con lo cual estamos llenos de fracasos. Es casi es más importante los momentos de fracaso que los de éxito, porque los momentos de fracaso duelen más y quisieras evitarlos.

El éxito, si encima te dejas calentar un poco el oído, es maravilloso. Pero yo creo que ayuda más el fracaso que el éxito. Al final la vida son subidas y bajadas, éxitos y fracasos.

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