Colombia, Ecuador, Perú, Marruecos, Siria... son algunos de los países de procedencia de los alumnos del Hotel Escuela San Cristóbal, ubicado en la localidad vallisoletana de La Cistérniga, que hoy han recogido un diploma que les permitirá tener una oportunidad en la vida a través de la inserción laboral.

Todos ellos se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad. Algunos de ellos porque cayeron en una red de trata de personas. Otros llegaron a España siendo menores y sin la protección de ningún adulto. También hay mujeres que tuvieron que dejar de estudiar porque se quedaron embarazadas y decidieron tener a sus hijos, a los que hoy podrán dar un futuro mejor gracias a esta formación que hoy finalizan. 

Se trata de un caso de especial altruismo que el director del Hotel Escuela San Cristóbal, Tomás Aller, se afana en restarle todo tipo de importancia: "Somos una empresa, no una ONG. Estos chicos se dejan la piel por tener una oportunidad y a nosotros nos gusta más hablar de dar oportunidades que de caridad", explica.

Un establecimiento que proviene de una saga familiar con mucha historia: las tías abuelas de Tomás abrieron la Pensión Aller, ubicada en la calle Mesoneros romanos de Madrid, en la que se hospedaban los jugadores del Real Madrid allá por los años '30. "En aquellos tiempos la familia recuerda cómo las dueñas de la pensión agarraban de las orejas sin menor problema a los jugadores merengues para obligarlos a que ayudaran con las tareas de la pensión". Eran otros tiempos.

La saga familiar va ya por la tercera generación con Tomás Aller al frente del hotel que dirige en La Cistérniga, que decidió hace ocho años incluir la formación entre su actividad diaria para "ayudar a quienes lo tienen más difícil", formando a estas personas en competencias del sector Horeca como ayudantes de cocina o camareros.

"Se trata de un proyecto de coste cero, no recibimos subvención alguna ni es necesario. Tan sólo nos implicamos para que estas personas puedan disponer de algún reconocimiento que avale sus competencias profesionales, al menos en el sector privado, que tengan algo con lo que poder arrancar en la vida".

Con una empleabilidad del 90% desde que finalizan los cinco o seis meses de formación y prácticas en este hotel, los diez alumnos que han obtenido hoy su diploma se suman a los 110 que desde 2015 han pasado por este establecimiento.

Una especie de business angel que abre la puerta de un futuro mejor a quienes no tienen nada con lo que empezar.

"Esto es un lujo, una suerte"

Shirley recoge su diploma con una sonrisa en la cara y reconoce que haber conseguido formarse en el Hotel Escuela San Cristóbal ha sido "un lujo, una suerte".

Vive en Valladolid desde que llegó de Ecuador con tres años. A los 16 tuvo que dejar de estudiar porque se quedó embarazada "y mi madre, que trabaja en limpieza, no podía dejar de trabajar para cuidar de la bebé y que yo pudiera seguir estudiando, pero mi intención es acabar también algún día la ESO".

Shirley recibe de una antigua alumna del Hotel que hoy trabaja fija en este establecimiento, el diploma que le acredita para trabajar.

Su historia refleja la de muchos: circunstancias adversas, falta de liquidez económica y un futuro incierto con posibilidades limitadas. "Antes vivíamos diez personas en un piso muy pequeño, pero sé que con este diploma podré darle una vida mejor a mi hija", asegura convencida.

En su cabeza ahora sólo hay un objetivo: "Encontrar trabajo de camarera o ayudante de cocina, aunque si no sale de esto aceptaré cualquier trabajo porque lo que yo quiero es una oportunidad para que se vea que puedo hacerlo bien y que quiero trabajar".

Algunos de quienes ya se formaron en este hotel escuela hace años se han quedado finalmente trabajando en este establecimiento. Ana María, madre soltera y con tres hijos, llegó hasta aquí en busca de formación y hoy es quien imparte la formación práctica a las que vienen nuevas.

"Hay gente que viene con situaciones personales muy duras. Sin papeles, sin un lugar donde dormir, procedentes de la trata de personas o con dificultades con el idioma y, sin embargo, aquí no sé cómo lo hacen pero consiguen ayudar sin más a los que lo necesitan. Es un orgullo trabajar para esta empresa. Soy una persona totalmente feliz", indica.

De Costa de Marfil hasta Málaga en una patera con 15 años

Abdoul es otro de los jóvenes que ha conseguido un futuro gracias a la iniciativa puesta en marcha por el Hotel Escuela San Cristóbal de Valladolid.

Llegó con 15 años a Málaga en una patera con lo puesto y un móvil. Sus padres y sus tres hermanos aún continúan en el país africano. Abdoul está ahorrando para poder traerlos a España algún día.

Abdoul sonríe tras la barra de la cafetería del hotel que le ha dado una oportunidad de salir adelante

Lleva cuatro años en España y tras pasar por varias ONG acabó haciendo un curso de camarero después del cual contactaron con este hotel para que hiciera en él las prácticas. Hoy tiene un contrato laboral, paga su alquiler y puede ganarse la vida como cualquier otra persona.

Se muestra excesivamente serio y formal, como con miedo a dar alguna señal equívoca que pudiera torcer su rumbo en la vida. Pero cuando sale de la barra y alguien le pide que sonría para hacerle una foto que acompañe su testimonio y se le habla de que "lo verán las chicas en los medios", se le escapa una sonrisa llena de esperanza y propia de su juventud.

Abdoul espera poder seguir trabajando para "ganarse honradamente la vida, porque cuando vienes de fuera, sin nada, y alguien te da una oportunidad así, tienes que aprovecharla".

Desconoce si su futuro estará ligado al mundo de la hostelería toda su vida (lo que él quería es ser futbolista), pero lo que tiene claro es que, tras su paso por este hotel, "me llevo a una buena persona como amigo el resto de mi vida".

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