Es evidente que un VOX con "Gallarditis" no es el mejor espejo para poder ser el estribo del PP. Se puede estar a favor de la regulación migratoria y no aparecer como un cruel sin sensibilidad o xenófobo; se puede estar en contra de la ley de violencia de género y estar con las víctimas; se puede estar contra los chiringuitos LGTBI pero no criminalizar o discriminar al homosexual, etc., y claro que se puede hacer política de otro modo con formas correctas, sencillas y respetuosas y no aparecer como el "cabo de la legión" que daña a muchos que no gustan de esos modos, por más que compartan las líneas ideológicas, y que se construya una derecha democrática más rigurosa que el PP.
 
Que el PP tiene la obligación de defender los principios de la cultura judeo-cristina que conforman el gérmen de Europa y de España, la libertad de los nacionales, la vida humana -premisa de todos los derechos- como sostén de una sociedad, la unidad de España como destino común, la gestión social desde un Estado pequeño que gestione sin magras las políticas sociales con solvencia, libertad, profesionalidad y seriedad carente de gerencias ideológicas sectarias.
 
La unidad o cooperación interpartidista en la derecha debe de cursar de forma correcta, sin miedos, sin engaños, sin paternalismos y en pos de una unidad de gestión contra los adversarios perfectamente planificada, carente de egos y personalismos pues, mientras eso no se haga, la victoria de la siniestra será un hecho.
 
Que, el PSOE tiene la necesidad de deconstruir el "Sanchismo" y recuperar su espacio vital de centro izquierda y de gestión pública que desarrolló con Felipe Gonzalez, volviendo a un partido ideológicamente desprendido del marxismo, de los extremismos socialistas del siglo XX, de intentar el liderazgo de políticas sociales que construyan un Estado paternalista, en defender una economía estatalizada para finalmente aplicar un modelo codirigido con los grandes del sector privado, de erigirse como un defensor del feminismo y, por ello, no permita la destrucción de la mujer con políticas de género que la hacen desaparecer en favor de una lucha de sexos inexistente en la práctica.
 
Que, SUMAR-PODEMOS, comprendiendo que se ha desecho de la "coleta" peligrosa y de la "chica de la curva" y que ha iniciado un lavado de cara con la nueva "YoDi" dirigente, sigue  teniendo la obligación de desprenderse realmente del comunismo y la adhesión independentista destructora de la Nación, debe de eliminar la imagen criminal o criminógena con la que se acomodan con las élites venezolano-castristas para adaptar su discurso a una Europa inclusiva, que debe de aclarar su ideología real y acomodarse a una España moderna, olvidando la confrontación de clases, sexos o social que pretende, para construir una izquierda democrática, social y más exigente que el PSOE.
 
Las elecciones han puesto de manifiesto que la izquierda ha sido capaz de ver y gestionar mejor esos cambios que exige el electorado, pero que no la quieren los españoles pues, pese a esa transformación cosmética, los "perritos sin alma", comprendiendo que sólo es imagen, han optado mayoritariamente por el cambio de ciclo hacia la derecha a la que no acaban de otorgar una mayoría suficiente por miedo a esa falta de transformación que exigen los votantes, por las diferencias generadas y la falta de cooperación que han demostrado con enfrentamientos entre sí que el ciudadano no desea.
 
Así mismo, se ha demostrado que nuestro modelo electoral, basado en una circunscripción provincial y no nacional o autonómica, genera una distorsión de la realidad que concede un poder excesivo a quienes se presentan en territorios concretos sobre el resto de los ciudadanos y que debe de ser objeto de estudio, consenso y transformación inmediata para no hipervalorar a quien menos votos tiene.
 
Si todos los españoles somos iguales y la unidad nacional son ejes vertebradores de la democracia en España, esas diferencias de valoración, que nos someten a todos al criterio de unos pocos, deben desaparecer y más aún si con ello se fuerza la voluntad mayoritaria, en un sentido u otro, sobre la fórmula del chantaje y extorsión política de imponer a la mayoría lo que una minoría puede desear, pues resulta vomitivo que un prófugo de la justicia y una pandilla de delincuentes puedan someter la voluntad de todos y secuestrar la política nacional.