Los días pasan, el otoño está en su apogeo, empiezan los gastos, la calefacción, los recibos, y pronto los turrones y el frío, y los ciudadanos acusamos la crisis y la pandemia entre el cansancio y la acritud. Por un lado algunos preferiríamos no leer ni escuchar ninguna noticia. Pero al final acabamos escuchando o leyendo para ver que se cuece. Pero, ¿realmente sabemos lo que sucede? La respuesta sigue siendo no.



Si sabemos que España está siendo, como decimos en Castilla, “La casa de tócame Roque”. Parece que todavía la algarabía y el descontrol campan a sus anchas. Actitud propia de quiénes afirmaban, que “el dinero público no es de nadie” frente al de la sabiduría popular castellana como " el ojo del amo engorda al caballo". El que cuida su hacienda con su esfuerzo sabe cuanto sacrificio supone, prosperar, trabajando y mantener lo conseguido, para que venga otros detrás... y lo despilfarren a manos llenas, etc, etc, etc ... Lo malo es que ahora el ciudadano se siente sólo frente al humo que le venden.



¿Aprenderán algún día los partidos a usar las palabras y los términos exactos? ¿A explicar la realidad sin maquillarla como se dice ahora? Para ellos todos somos compañeros, todos somos iguales, eso sí cuando el que habla o toma la batuta está arriba y le sobra sobradamente a fin de mes. La realidad es que todavía mientras están discutiendo lo de fallecidos por PCR o no, los números maquillados, las vacunas o las quimeras, los “culpables” o “culpablas”, los "miembros" y "miembras", “chorizos” o “chorizas”, “pene” o “pena” y para mayor pena vemos no distinguen nada ... ¿Qué se nos quieren transmitir después de tantas mentiras y desidia?... ¿Qué pretenden conseguir separando cada día más a los españoles unos por acción y otros por omisión?...



Unos y otros parece que ahora nos piden los votos..., vendiéndonos como chalanes soluciones que ahora resulta que cada vez tienen menos compradores. Llevamos varias décadas atribuyendo a los chanclistas, chandalistas, falsoprogresistas, infantilistas, terroristas, secesionistas, etc... más inteligencia que la que les cabe o tienen pero también parece que asistimos a un momento en que el sentido común del ciudadano anónimo, empieza a caer en “el váyate tú a la m...”. Lo que indica timidamente que se quiere hacer despertar a la verdadera democracia.

Sabido es que la solución de cualquier crisis pasa por un consenso amplio Pero en este caso la crisis general, vírica y social y sus soluciones tienen que ir mucho más allá. Todo está en crisis pero parece nadie sabe ya el por qué. Pero hay verdades como que “no hay cerveza que no se caliente ni sopa que no se enfríe”, que no cambian. El mayor problema es que más allá de la demagogia y la tentación populista, existe una cosa que se llaman cifras, números, matemáticas, finanzas, mercados de deuda, tipos de interés, compromisos internacionales, cifras de competitividad, mercado de derivados, costes, presupuestos, etc. Cosas aburridas y con poco gracejo, pero indispensables para que funcionen las cosas y se encuentren soluciones. El problema está en que los ciudadanos de a pie no suelen tener mucha idea de la sala de máquinas de un Estado y menos de cómo funciona, y el político de la tribuna, sabiendo como funciona, calla la mitad y agita a las masas para que aplaudan su opera particular.



Nos confinan una vez más. Nos echan a los leones o como algunos dirían al “sálvese quien pueda”. Nos piden confinamiento, distancias de seguridad y aforos limitados mientras se nos obliga a trabajar en clases cerradas con alumnos, en supermercados, a subir en transportes públicos, y mil ejemplos más, mientras se comenta que el virus permanece hasta ni se sabe que días en algunas superficies, y en el aire ya ni se sabe, y si te tosen en el cogote apaga y vámonos. Lo que llena el vaso es ver como van soltando lastres los que deberían gobernarnos. El que venga detrás que arree que yo ya...



En estos momentos que no sabemos bien a qué jugamos, pues es patente el pesimismo indignado frente a una falta de soluciones o de liderazgo que se respira por todas partes, y que, en verdad, puede llevar a ahondar la separación entre clase política y ciudadanos, con las graves consecuencias que generaría al poderse aprovechar de ello algunos inconscientes y recién llegados, pues “Roma no se hizo en un día”, ni como decimos aquí “Zamora no se tomó en una hora”. Gobernar no es hacer campaña electoral, sino administrar y dar soluciones.