El irresponsable discurso de Pablo Iglesias realizado contra, no solo los políticos de VOX o contra sus electores, incluso voy aún más allá, contra el ejercicio del voto -la democracia misma- y en un contexto de crispación como el que estamos, demuestra que hay prisas por aplicar esa agenda que maneja, cual cuaderno azul de Aznar. Es que la respuesta a una pregunta sobre responsabilidad de su ministerio respecto de la situación de las Residencias de Ancianos, no merece la inteligencia de los ciudadanos en general, como respuesta: acabar con determinado signo político como se hizo en el siglo XX, ¿a tiros Señor Iglesias?

Los tiempos se han vuelto breves con la pandemia, breves, alocados y exigentes, y han demostrado, si había alguna duda, la evidente dependencia de Pablo por parte de Pedro y viceversa. El resultado de este gobierno, no nos engañemos, es la unión de dos fuerzas que tras las elecciones sabían que no aguantarían otro proceso electoral, (24 horas tardaron en saberlo, pero ¿quién llamo a quién? Sea quien sea el interlocutor de esa llamada, es el que manda). Es el que manda en un gobierno sin proyecto, salvo el de sobrevivir, sin programa bueno sí, sí hay programa, pero en plural, dos; el problema es la existencia de, solo un escenario donde aplicarlos y una bicefalia, dos jefes, el que figura en los papeles y el que quiere estar o está en todos, ya es que dudo de que no sean el mismo.

El discurso, ese discurso bolchevique excretado y que adorna la ideología política de Pablo Iglesias, es chapucero por extemporáneo y por el modo, rezuma odio en un parlamento muy propio de la izquierda radical, se sale de su iter, camino, ruta y funciones como vicepresidente. Pareciese más bien, la estocada final a un proceso que vislumbra, que ya no es su tiempo, es como un arreglo mal hecho, al que se le están marchando las costuras, una chapuza y digo bien “chapuza bolchevique” me explico:

Hace años, a inicios del siglo XX, hacer de bolchevique era muy fácil porque las clases sociales estaban bien definidas -clases pobres caldo de cultivo del comunismo- y una sociedad de ricos  que el comunismo quería y quiere finiquitar en pro de una clase única, salvo su clase rica, la clase dirigente que aunque digan lo contrario, el comunismo las tiene, eso de que en el comunismo no hay clases es una patraña más, solo hay que ver el nivel que se gasta la parejita Iglesias-Montero. Al menos Largo Caballero, que no “larga cabellera” y la pasionaria tenían una historia detrás.

El comunismo ha sido y es ideología de discurso amarillista, muy del tipo Jorge Vázquez, como fácil es dar soluciones “vía Decreto” a la desesperación y a los bajos instintos.

Ya sabemos el poder que tienen los Decretos Leyes y como se han pervertido en estos dos últimos meses.

Con la revolución industrial la sociedad urbana se fue transformando vía inmigración básicamente rural, constituyendo así la base de la clase media, hoy predominante que, con su capacidad de prosperar y su capacidad de pagar impuestos (capacidad contributiva) va a ser decía, soporte social, político y económico para el estado del bienestar.



“El Estado no debía prestar determinados servicios por caridad, debe hacerse como reflejo de un esfuerzo de todos” decía William Beveridge.

Aunque existen precedentes, en España, el Código Sanitario del trienio liberal de 1822 que no fructifico, la Ley de 28 de noviembre de 1855 del bienio progresista, o Ley de Coordinación Sanitaria de 1934 que se legislo durante lo que la izquierda llamo “bienio negro” en Europa Ley del Seguro de Enfermedad de Alemania 1833 y en América la Ley del Seguro Social “Social Security Act” 1935. No es hasta después de la segunda guerra mundial, en una Europa aún por reconstruir, el liberalismo británico de la mano de informes emitidos  a petición del ministro de TrabajoErnest Bevin por  William Beveridge autor de la frase arriba entrecomillada que entendió que solo positivizando los derechos propios de este estado del bienestar, en este caso la sanidad pública o como fue también el propulsor del seguro de desempleo, con otro informe, se podrían implantar firmemente en la conciencia de la sociedad para hacerlos así, derechos propios y defendidos como algo implícito a sí mismas.

Seamos claros, y este es el kit de la cuestión (qué palabra tan necesaria para algunos) el enemigo del comunismo hoy, no es el fascismo (aunque lo quieran resucitar un día sí y otro también), ni el nazismo (ideología prohibida en algunos países como lo es también el comunismo) y con el que sí llegaron a acuerdos en 1939, ni siquiera el socialismo, con el que también han llegado a acuerdos, que casualidad, justo 90 años después del acuerdo con los nazis, (Ribbentrop Molotov) y como resultado este gobierno, ya tienen algo en común.

Es que el Estado de Bienestar se sustenta en tres pilares necesarios: un estado del capital, donde se proteja la propiedad privada y la libertad de hacer con sus bienes lo que a cada ciudadano le plazca -siempre de acuerdo a las leyes-, una economía de mercado que permita a los ciudadanos ejercer esa libertad y regulada ¡no sobre regulada! y por último, la capacidad contributiva vía impuestos de la riqueza que ese mercado genera.



Y ya sabemos: estado del capital, economía de mercado, propiedad privada y comunismo son ideas contrapuestas. ¡No, no! el enemigo del comunismo, y en general, de las teorías de izquierdas es la cruda realidad de una sociedad disfrutando de los beneficios de ese Estado de Bienestar, ese que no dan los Decretos, (y que es obra de las tesis liberales, la historia está ahí). Leyes debatidas en el Parlamento, y no de un gobierno abusón del Decreto Ley.

Estado del Bienestar los españoles han disfrutado durante mucho tiempo, que lo sienten como un Derecho suyo y quieren seguir disfrutándolo, y esa sociedad sí es enemigo de cualquier tesis política involucionista, adjetivo que es de aplicación a cualquiera, ya no solo a la conservadora, también a la tesis de izquierda que tratan de retrotraer a esta sociedad al pasado, ¡esta sociedad sí sabe defenderse! Y ya lo ha demostrado en varias ocasiones.

Decíamos que La Sanidad Pública no debería ser igual después de esta pandemia. Pero cual es la mejor opción, sin lugar a dudas, extraerla de decisiones políticas unipersonales; los objetivos y los fines pueden ser políticos, o tampoco,  pero los medios para que la Sanidad Pública sea bien gestionada tiene que ser netamente profesional, esa gestión debe salir desde un órgano colegiado “RESPONSABLE” en el que estén representados todos aquellos actores, que de una u otra forma, tienen que ver con ella, y repito: debe ser sobre todo profesional, no “únicamente” política.

¿Y el Estado? necesita reformas también, eso otra semana, que es un tema mucho más largo y complicado.