Alemania se ha convertido en el paraíso para muchos profesionales de la Educación que en Castilla y León no encuentran trabajo o lo que hay no cumple con las expectativas laborales. Una especie de oasis al que simplemente hay que atreverse a ir. Ante la falta de oportunidades en nuestro país y con un sueldo medio que en el país supera los 2.500 euros, son muchas las castellanas y leonesas que se han atrevido a dar el paso.

Y es que en Alemania tienen una gran necesidad de educadores para el presente y el futuro, además de las posibilidades de crecimiento profesional en las grandes ciudades son algunos de los principales reclamos y razones que explican que cada vez más profesores de la Comunidad de educación infantil emigren al país teutón. De esta labor de reclutamiento se encarga la empresa Helmeca Personal, fundada en 2011 y que es está especializada en la integración de educadores infantiles en el mercado laboral germano.

Hasta la actualidad han contratado a 14 educadores infantiles provenientes de Castilla y León. Cuatro desde León y Valladolid, tres de Burgos, y uno de Ávila, Segovia y Soria. Una cifra que se extiende a 28 contando a maestras que han cursado en las universidades de la Comunidad. Los perfiles que contratan son “profesionales que no encuentran un puesto de trabajo como educador infantil en España y además quieren trabajar en unas pedagogías modernas y con todo tipo de recursos, que en España no encuentran”.

Magdalena Uhländer forma parte del grupo de reclutamiento. En su opinión, las razones son claras: “el salario es acorde a su categoría profesional, esto conlleva a una estabilidad laboral y la posibilidad de independizarse. Además, la contratación es indefinida y la formación continua en su ámbito. Existen también muchas facilidades de conciliación de la vida personal. Hay 30 días de vacaciones al año y la posibilidad de promoción interna en la escuela infantil”.

Alemania precisa una gran cantidad de educadores infantiles porque existe una Ley que garantiza que todo niño residente en el país tenga una plaza en una escuela infantil. Es decir, hay muchos niños por lo que hacen falta una gran cantidad de educadores. También llevan a cabo una enseñanza diferente a la de España, esta implica que haya más educadores en clases para poder potenciar las cualidades de cada niño. Un ejemplo sería: para más o menos 100 niños pueda haber entre 15 y 20 educadores por escuela

Alemania es un país que les brinda muchas oportunidades tanto profesional como personalmente. La oportunidad más relevante para los educadores es poder trabajar de su profesión, teniendo estabilidad laboral y una independencia que en España no tienen.

También, en su caso como empresa, al trabajar con escuelas infantiles en dos grandes ciudades de Múnich y Frankfurt. “Ambas tienen muchas posibilidades de ocio, unos aeropuertos grandes y la posibilidad de poder crecer como profesional y ser valorado como tal”, explica.

En total, en sus más de 10 años de labor, han contratado a más de 870 educadores infantiles que se han ido a Alemania a trabajar. “Nuestra meta es contratar entre 100-150 educadores infantiles al año, que siempre puede variar porque depende de las escuelas infantiles en Alemania”, explica Uhländer.

El Español Noticias de Castilla y León se ha puesto en contacto con tres castellanas y leonesas, una nacida en Burgos y las otras dos estudiantes en universidades de la Comunidad, que decidieron dar el paso y que ahora cuentan cómo es su experiencia en tierras germanas.

Andrea Tajadura Cuñado: “Cada día se aprende algo nuevo, no se deja de progresar y avanzar”

Es de Burgos y estudió en la Universidad de Valladolid. A sus 25 años lleva en Alemania desde principios de junio 2022, trabaja en Heusenstamm (una ciudad cercana a Frankfurt am Main). La idea de irse surgió de casualidad, “quería pasar un tiempo en el extranjero después de la universidad y a poder ser trabajar de lo mío”, asegura. Le dieron una beca para dar clase en EEUU pero por el COVID no pudo viajar, ya que no se podía aplicar a la visa. Entonces es cuando se planteó buscar trabajo y encontró la oferta de Helmeca. “Mi idea era echar el CV y si probar suerte, ya que no era necesario tener conocimientos de alemán. Después de varios procesos de selección, entré y empecé con un curso intensivo de idioma, antes de llegar a mi destino”, recuerda.

Tiene claro que su día a día como docente en la etapa de 0-6 años “es muy diferente” a cómo sería en España. “Los niños y niñas de mi centro tienen libertad para decidir a qué quieren jugar, qué actividad hacer, en qué aula estar…etc. Principalmente mi labor se basa en conocer sus intereses y gustos para poder proponerles situaciones de aprendizaje, donde cada uno puede decidir si quiere en ese momento o no participar en ella. También mi labor se centra en fomentar la autonomía, socialización y responsabilidad de cada uno de los niños del aula. Una de las herramientas más importantes en mi trabajo es la observación para poder conocer a cada niño y niña en las diferentes situaciones que se dan en el centro”, analiza.

La principal dificultad que la burgalesa se ha encontrado ha sido, como es lógico, el idioma. El alemán no es precisamente un idioma fácil y sin haber tenido toma de contacto anterior al curso, “se hace duro”. Sin embargo, cada día se aprende una palabra nueva, una expresión diferente… “No se deja de progresar y avanzar”, apunta. En su caso, le ayuda mucho tener un entorno de trabajo que sea consciente de la situación y que se preocupa. “Otro aspecto a destacar sería la cultura germana, los alemanes son muy claros en la comunicación. En España cuándo se pregunta “¿qué tal estás?” y la respuesta por inercia es “bien”, en Alemania se interpreta tal cual lo dices, no hay rodeos ni medias tintas, si está bien, está bien. A veces cuesta ser tan claro y directo para dejar un poco atrás la parte española”, explica.

En su opinión, los pilares de la Educación en Alemania se basan en “el juego libre y el concepto pedagógico semi-abierto”, donde los niños y niñas desde pequeños tienen “libertad para tomar sus propias decisiones, dentro de unos límites establecidos, y de movimiento”. Es decir, sus alumnos pueden decidir si quieren quedarse en el aula, ir al pasillo, ir al otro aula, a la sala de psicomotricidad… etc. “Esto en España es impensable, tener alumnos y alumnas de diferentes edades, en mi caso he estado tanto en un aula con niños entre 3-6 años como entre 0-3 años, con 4-5 docentes por aula y dándoles la libertad y confianza suficiente para que exploren, descubran y aprendan en función de sus intereses y del entorno”.

Isabel Martínez Garrido: “Aquí tengo amigos, un buen ambiente en el trabajo y me gusta el idioma, me veo muchos años”

En la misma ciudad se encuentra Isabel Martínez, madrileña de 26 años que ha estudió la carrera en la Universidad de Segovia, adscrita a la de Valladolid. Hace dos años que decidió coger un billete de sólo ida a Alemania. Ahora trabaja como Educadora Infantil tras realizar unas prácticas internacionales. Así, “aprendí a valorar cada vez más el aprender otros idiomas y conocer otras culturas”. Primero lo hizo en Ghana, en colaboración con ADEPU y después con AMITY en EEUU. Cuando esta última experiencia estaba llegando a su fin, empezó a buscar trabajo en diferentes páginas de empleo. Fue en este momento cuando encontré la oferta de Helmeca, que ofrecía un puesto de trabajo en Alemania, así como un curso de alemán.

Isabel junto a su familia en Alemania

Al principio su idea era quedarse en España, pero la oferta le llamó mucho la atención. “Todos los estudiantes de magisterio sabemos que el Kindergarten fue precursor en todo el mundo en la forma de entender la Educación Infantil. Así que me encontré una oferta que me permitía trabajar de lo mío con buenas condiciones y cuánto más me informaba de cómo se trabajaba allí, más me iba convenciendo”, recuerda Isabel aquel momento. Por lo que al final decidió marcharse “por ganas de seguir trabajando de lo que había estudiado, de encontrar buenas condiciones que me diesen cierta estabilidad y, también por supuesto por las ganas de seguir conociendo otros países y culturas”. Aun así, “sé que mi realidad es muy diferente a las de otras personas que como yo han hecho este programa. Algunas por no encontrar trabajo, otras con mirada a formar una familia… porque la realidad, es que la estabilidad que ofrece es muy buena”.

En su Centro hay niños desde tres hasta doce años. En los grupos de Kindergarten, los niños de 3 a 6 años están juntos. “Somos 3 maestros por aula, en la cual tenemos como máximo unos 22 niños. Ahora mismo trabajo la jornada completa de 39 horas a la semana. Esta jornada se puede reducir si se quiere, de hecho, muchos de mis compañeros tienen jornada reducida”, relata al hablar de sus labores diarias.

La gran mayoría de escuelas en Frankfurt, abren de 7 y media de la mañana hasta las 5 de la tarde. Una vez a la semana tienen reuniones de equipo, de ciclo y claustro. Cada docente tiene media hora de pausa por 6 horas trabajadas o 45 minutos si llegan a 9, lo cual sólo pasa los días de reunión. “Para los alemanes es importante no llevarse trabajo a casa y el tiempo de planificación entra dentro de la jornada. También se valora si se trabaja más y se devuelven las horas extras”, comenta.

Esta madrileña asegura que se ha enfrentado a dos tipos de dificultades diferentes. Por un lado, en el ámbito laboral, “he tenido momentos frustrantes al querer decir o explicar algo a los niños y ver que no podía, o al menos, no de la forma que me hubiese gustado.  Al final, es que me fui a Alemania habiendo estudiado el idioma durante sólo seis meses y aunque fue un curso intensivo, cualquiera que haya querido aprender un idioma sabe que es muy poco tiempo. En esos 6 meses llegamos a alcanzar un B1/B2 y aunque he tenido momentos de frustración, he podido desde un primer momento, tener una conversación fluida y entender el alemán. Estuve muy contenta con el curso y no fue fácil, tuvimos que trabajar mucho”. Por otro lado, la otra dificultad es de ámbito personal porque, “aunque Alemania no está lejos y puedo ir y venir a menudo, es difícil a veces estar lejos de tu familia o de las personas que son importantes para ti y notar que te estás perdiendo muchos momentos”.

El Sistema educativo también lo encuentra bastante diferente al español. “No sé si ocurre igual en toda Alemania, pero en Frankfurt que es una ciudad con poder adquisitivo, se va a ayudar a las personas a estudiar y a trabajar. Pero tienes que ser consecuente con ello. En Alemania a partir de los 10 años, según las notas que saques te van a ir dirigiendo hacia un camino laboral u otro, habiendo hasta diferentes escuelas según tus calificaciones. Y después de la enseñanza obligatoria, no hay muchas oportunidades para aprobar los exámenes y las asignaturas”.

Isabel mira al futuro y cree que Alemania le ha brindado la oportunidad de ejercer “lo que yo quería y para lo que había estudiado y me ha dado también una estabilidad laboral que no se si tendría en España. Aquí tengo amigos, un buen ambiente en el trabajo y me gusta el idioma. Así que sí, por ahora sí que podría verme viviendo muchos años aquí”.

Melania Fernández: “Los niños son más libres, las maestras observan y tenemos tiempo para organizar la clase”

Enero de 2020, justo antes de arrancar la pandemia, se mudó a Alemania. Ahora ya lleva tres años dando clases en Múnich, esta joven de 27 años nacida en Marbella pero estudiante de la Universidad de Segovia. Su caso es de muchos castellanos y leoneses que están trabajando en una Escuela Infantil en España, “pero las condiciones laborales no eran las mejores”. Después de haber estudiado 4 años y haber estado un año impartiendo clases en un colegio de Estados Unidos, “no encontraba mi sitio en esa escuela”. Hasta el punto de que perdió ocho kilos por el estrés y no ganaba lo suficiente como para independizarse de sus padres, así que empezó a buscar en InfoJobs y encontró un programa que preparaba a maestros de infantil para trabajar en escuelas alemanas.

“Al principio creía que era una estafa, porque te lo pintan todo muy bonito. Pero decidí arriesgarme y me apunté a la oferta. Después de tres entrevistas y 6 meses estudiando alemán empecé mi nueva vida en Alemania”, recuerda. Su escuela es un Haus Für Kinder, lo que quiere decir que hay varios grupos de diferentes edades. Por un lado, la Krippe (1-3 años) y por otro kindergarten (3-6). También vienen niños del colegio de primaria al Hort, una especie de clases extraescolares.

Melania Fernández

Todos los días se levanta sobre las 6:30/7:00 am y va a su trabajo en metro. Suele entrar a las 8:00/7:30 y sale a las 16:00/30 depende el día. “En mi día a día no tengo ningún tipo de estrés, y eso sí que es de agradecer. En mi clase hay 17 niños y somos 5 maestras. Mi escuela es concepto abierto, lo que quiere decir que tenemos varias clases abiertas a la vez y los niños deciden cuándo, cómo y con quién jugar. Cada clase está estructurada de una manera con un material específico, por ejemplo, tenemos la "Bewegung Raum" donde encontramos todo tipo de material para desarrollar la motricidad gruesa (colchonetas, pocas, aros, etc...) , "Theather Raum" dónde disponemos de un escenario y los niños pueden caracterizarse con disfraces y objetos  que simulan la realidad, o "el Atelier" dónde los niños pueden crear obras artísticas con diferentes materiales e incluso pueden utilizar herramientas de bricolaje”, explica la marbellí.

En estos tres años se ha ido adaptando a la forma de enseñar, y la cultura de este país. Su principal obstáculo fue entender la diferencia a la hora de educar y enseñar a los alumnos, pues en España “estamos acostumbrados a enseñar bajo un currículum que estipula qué deben aprender los alumnos según la edad de estos y su desarrollo cognitivo, olvidando un poco las necesidades e intereses de los niños”.

Al principio trataba de hacer muchos proyectos y premiaba con refuerzo positivo. Les ayudaba a vestirse, a comer, a todo en general. “Pero aquí me explicaron que son cosas que los niños deben de hacer por si solos. La maestra es una guía y tiene que dejar que los alumnos sean autónomos en todo lo que hacen. Tampoco se les puede obligar a comer o a hacer cualquier tipo de actividad, solo lo hacen si quieren. No hay ningún tipo de currículum que diga lo que los niños tienen que aprender, lo más importante es que el niño disfrute, se divierta y aprenda cosas desde su propio interés y descubrimiento”.

En su opinión la educación en Alemania es “más acertada”. La diferencia es que en Alemania se “da más importancia” a los derechos de los niños, y al desarrollo cognitivo, social y afectivo de los mismos. “Los niños son más libres, las maestras observan y tienen tiempo para organizar lo que quieren llevar a cabo en el aula. Hay tiempo de preparación de material, Team para intercambiar ideas y buena relación con las familias”.

El proceso de adaptación es totalmente diferente. Los niños pueden tardar entre 2 y 4 semanas en adaptarse al centro. Se necesita a una persona que se encargue de adaptar al niño y a otra persona (madre, padre, familiar) que lo acompañe en este proceso.

Por otro lado, recuerda que en Alemania no se usan las TICs en edades tempranas, algo que le llamó la atención. “Aquí los niños no usan tablets, ni ven la televisión. Los niños van al parque y se divierten jugando con palos, arena y juguetes de madera . Cosa que cada vez es más difícil de encontrar en España”, lamenta. Aunque echa de menos el solillo de España, de momento se ve durante más años en tierras germanas.

Eso sí, manda un consejo a esas personas que dudan en hacer las maletas y comenzar una nueva vida en el extranjero: “No importa la edad, no importa la experiencia, no importa el nivel de idioma, lo más importante es tener ganas y aprovechar las oportunidades”.