Se preguntarán qué relación albergan un yacimiento arqueológico y el más elevado género musical, como es la ópera. La respuesta es la pasión por la arqueología y los acordes que acompañan a una representación artística, presentes en la figura de Igor Escudero, compositor leonés, que comenzó sus estudios en la ciencia que estudia los cambios en las sociedades, y a quien la fiel compañera desde su juventud más temprana, la música, le imbuyó por completo al comenzar a “trastear, de oído” con su teclado.

Escudero estrena este sábado ‘Los Comuneros’, bajo la batuta de José Luis López-Antón y con los instrumentos de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Una obra impulsada por la Fundación Castilla y León dentro de los actos de celebración del V Centenario del movimiento. La puesta de largo tendrá lugar en el Centro de Artes Escénicas y de la Música de Salamanca y, después, girará por todas y cada una de las provincias de la región, hasta el próximo 16 de octubre, cuando finalizará en el Fórum Evolución de Burgos. Cabe destacar la colaboración de Juan Zapatero, director de la Fundación Castilla y León, quien “cuenta con una enorme sensibilidad musical, debido a la melomanía de su madre” y aceptó la propuesta de Igor Escudero de ‘Los Comuneros’.

El compositor relata cómo comenzó su idilio con los pentagramas y la creación musical, a raíz de un equipo de investigación arqueológica, liderado por Manuel Rojo Guerra, en el soriano Valle de Ambrona. Allí ideó una representación que aunó un cuento infantil con la recreación histórica y un concierto porque “faltaba un bombazo para dotar de repercusión a la investigación que se estaba llevando a cabo”, relata el compositor. Así fue como nació ‘Oci, el chamán’, la ópera prima del leonés, afincado en Valladolid. Tras ella, surgió un rosario de oportunidades para Escudero, quien optó por dejar de lado la investigación y la docencia, pero no así la historia, su otro “gran amor”.

Igor Escudero, compositor de la obra, en su estudio

“La música tiene un poder transformador en las mentes, ayuda a recuperar la memoria en las personas que padecen de alzhéimer, impulsa la autoestima de los adolescentes y, a mí, me transformó la vida, me abrió los ojos y me otorgó ese algo que faltaba en mi vida”, según desgrana Escudero cómo las notas influyeron en su persona. Este hombre de letras y artes también explica cómo se sintió “muy identificado con el ‘Retrato del artista adolescente’, de James Joyce, y su protagonista con una vida tormentosa, que dormía poco y pasaba las noches debatiéndose entre sus crisis existenciales y sociales para esquivar al sueño”.

Escudero también abunda en la facilidad con la que su oído, acostumbrado a convivir con la música, le permitió tener un primer contacto con las teclas de su teclado antes de comenzar la docencia reglada de violín, después de dedicar sus mañanas a la investigación, sus tardes a la carrera y, después, a partir de las 21:00 horas, a recibir las clases “del horario nocturno del grado medio de música”.

Su interés por este arte no surge ni busca la práctica, a la hora de hacer virguerías con un instrumento, sino que estudió para poder escribir y componer. “Ya desde la primera clase comencé a rellenar innumerables hojas, que aún conservo, y un sinfín de sonatas, sonatinas y oberturas, siempre de oído, que nunca llegaron a estrenarse pero que fueron, sin duda, terapéuticas para mí”, confiesa Escudero.

A lo largo de sus obras siempre se encuentra un “vínculo inconsciente” entre la historia y la música y, en ‘Los Comuneros’, la naturaleza humana cobra presencia, de igual modo que lo hace en sus últimas obras y, sobre todo, “las relaciones entre el poder y el dinero”. Explica, también, sin dejar de lado su vis docente, que “desde los albores de la humanidad, el poder siempre ha sido el mismo - el dinero y los recursos-, da igual que se hable de la Prehistoria o de la Edad Media, da igual si se habla de una democracia o de una sociedad estamental”.

En este caso, la ópera, que verá la luz este sábado, se basa en una estructura cuya principal armonía es la renacentista, la que se estudia en los conservatorios, aunque hay toques “de armonías ampliadas más contemporáneas, basadas en el Romanticismo, para otorgar a la composición de la visión del movimiento comunero”.

Los esmóquines y vestidos largos aguardan, impacientes, a engalanar el paseíllo de los asistentes al gran evento de estreno, en el cúbico auditorio salmantino y contemplar la nueva obra de un Igor Escudero que no ceja en su empeño de imbuir de divulgación histórica sus composiciones musicales.

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