Zayra Gutiérrez es una de las nuevas protagonistas del mundo del corazón que han nacido durante la pandemia. Con tan solo 20 años, la hija de Guti y Arantxa de Benito ha roto la crisálida y ha emprendido el vuelo como personaje. 

En apenas un batir de alas, ha multiplicado peligrosamente su impacto mediático. Las persecuciones de la prensa, la exposición de su vida privada en programas como Sálvame o Viva la vida o incluso su desmentido fichaje por Supervivientes han sido algunas de las consecuencias de esta incursión en el mundo salvaje de la prensa rosa en el que Zayra aún tiene mucho recorrido. 

Zayra Gutiérrez: pandemia, Instagram y jarana

Como las mariposas que revolotean por las flores en primavera, Zayra Gutiérrez es una de las habituales de cualquier sarao que se precie. Le da igual que haya una pandemia mundial, toque de queda o una posible sanción económica. Lo dejó claro con su primer impacto mediático destacado, que derivó de la celebración ilegal de su 20 cumpleaños en la que se reía de una situación que ha provocado un reguero de muerte y destrucción sin paliativos. 

Así pues, la hija de Arantxa de Benito y Guti se presentó ante el mundo como una auténtica egoísta publicando todas y cada una de sus tropelías en Instagram. Los colaboradores de Sálvame, que se han convertido en un irritante zumbido para algunos famosos que viven como si el coronavirus no existiera, la pusieron en el disparadero convirtiéndola en un tema habitual de tertulia. 

Aunque pidió disculpas públicamente, su arrepentimiento duró lo mismo que la vida de una mosca de mayo. La noche de un seis de enero, Zayra Gutiérrez volvió a sentir la llamada de Aristipo de Cirene y salió de fiesta a una conocida discoteca. Lo que quizá no esperaba es que alguien fuese a delatarla. 

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La denuncia de ‘Sálvame’ que no cambió nada

El programa vespertino de Telecinco recibió nuevas imágenes de Zayra zanganeando en una conocida discoteca de Madrid. Nacía así la segunda polémica de la joven, ya convertida en polilla por su gusto por la nocturnidad, a la que pronto se sumó una tercera. Se produjo por un directo de Instagram en el que Gutiérrez libaba el contenido de una copa en una terraza mientras parte de sus seguidores le afeaban que no utilizase la mascarilla. 

Sin embargo, en un atisbo de justicia cósmica convertido en una sublime maniobra narrativa, Sálvame recopiló todo el material disponible sobre las ilegalidades de Zayra, incluyendo un pendrive con imágenes inéditas, y lo depositó en una comisaría. Para darle mas enjundia jurídica al asunto, la abogada Montse Suárez – a la que cualquier día podríamos ver protagonizando la versión española de The Good Fight– estuvo presente en plató y lanzó la siguiente afirmación sobre lo que iba a suceder: "Podemos y debemos hacerlo". 

La denuncia de Sálvame a Zayra Gutiérrez a través del reportero KIke Calleja desencadenó la confesión pública de la joven. Rafa Mora, colaborador encargado de guardar amistad con cualquier famoso perteneciente a la generación Z, se plantó en casa de Arantxa de Benito y consiguió que la hija de la presentadora y el futbolista diese explicaciones. 

Ante los micrófonos de Sálvame, Zayra lanzó una ráfaga de excusas poco convincentes, desmintió su fichaje por Supervivientes y no descartó concursar en un reality en un futuro. En resumen, confirmó que no había aprendido absolutamente nada de todo lo que había pasado.

Zayra Gutiérrez en montaje de JALEOS.

El triste porvenir de Zayra Gutiérrez

Dejando la puerta abierta a su participación en programas de telerrealidad, Zayra Gutiérrez ha evidenciado a lo que quiere dedicarse. De lo que no parece darse cuenta, a pesar de haberlo experimentado, es del precio a pagar. A partir de ahora, todos y cada uno de sus actos y palabras serán susceptibles de ser utilizados en su contra, pudiendo ser víctima del efecto mariposa de los medios que magnifica los errores hasta desencadenar auténticos huracanes. 

Por otro lado, la joven ya ha completado su ritual iniciático en la farándula más tosca, la de los personajes exprés cuya trayectoria dura lo mismo que la vida de un insecto. Más allá de su falta de humanidad, sus relaciones familiares y sus vaivenes sentimentales, Zayra no tiene nada que aportar a la televisión que no hayamos visto antes.

Solo queda por ver si, en un ataque de responsabilidad, la hija de Guti y Arantxa de Benito decide tomar otro camino. De lo contrario, quedará completamente adherida a la telaraña de la polémica esperando a ser depredada. Porque, en ocasiones, la televisión es un arácnido despiadado que sorbe el jugo de sus víctimas hasta convertirlas en carcasas vacías, condenadas al olvido.