Lo que empezó siendo un tímido estreno en Antena 3 a principios de julio con un correcto 12,7% de cuota de pantalla y 1.366.000 espectadores, finalmente se ha convertido en todo un fenómeno en nuestro país anotando este lunes su máximo en espectadores con un 20,7% y 2.467.000 espectadores.

Y es que, al igual que hiciera hace unos años The Good Doctor, Mujer ha roto todos los moldes de la televisión, demostrando que la ficción en abierto no está muerta y que el público español está abierto a todo tipo de géneros y procedencias de la misma. 

Uno de los secretos de la serie son sus cebos al más propio estilo Sálvame

Durante los últimos meses se han realizado multitud de análisis sobre las razones del éxito de la serie protagonizada por la actriz ya de sobra conocida por sus fans Özge Özpirinçci (Bahar). Pero, sin ninguna duda, el largamente promocionado capítulo 40 en el que se reencuentran Bahar y Sarp (Caner Cindoruk) es clave para entender este fenómeno.

Uno de los secretos de la serie son sus cebos al más propio estilo Sálvame. En sus 140 minutos de duración, 70 en España, la ficción va introduciendo poco a poco adelantos de lo que está a punto de pasar en la trama, pero sin llegar a contarlo. “Hacemos un pequeño descanso y volvemos enseguida”, que diría Mayra Gómez Kemp.

De esta forma, la tensión se masca constantemente en el ambiente. Y más gracias a esa música machacona y melodramática que le acompaña, y que produce tal imán que hace imposible que el espectador despegue los ojos de la pantalla.

Así, por ejemplo, a sabiendas que el público sabe que la familia de Bahar está a punto de contarle que Sarp está vivo y que el reencuentro está más cerca de producirse que nunca, desde los primeros compases del capítulo 40 los guionistas juegan a hacer ademán de que todo explote en cualquier momento.

“Mamá”, reclama la atención de Bahar su hija Nissan en el inicio del capítulo. “Dime, hija, me vas a decir algo”, le espeta su madre mientras las miradas de los demás personajes se vuelven hacia ella con actitud preocupante. Mientras, la cámara va pasando de uno a otro durante unos minutos que parecen eternos y al final parece que la niña va a terminar hablando.

“Tienes que saber algo”, dice la niña mientras la música machacona resuena de fondo y la cámara sigue pasando de uno a otro. De Arif a Enver, de Hatice a Ceyda. Sin embargo, finalmente la niña le dice que se lo dirá cuando su hermano pequeño se duerma. Tranquilidad. Todavía quedan 130 minutos por delante.

El éxito de la sencillez

Pero la cosa no queda ahí. Otra de las claves del éxito de la serie es que, al igual que ocurre en Cuéntame, donde consiguen hacer que la trama de Herminia probando un ascensor por primera vez en su vida sea de lo más brillante y atrayente, en Mujer también consiguen la complicidad del espectador con los temas más sencillos. 

Y así, en este capítulo Bahar se lamenta con sus hijos que no tengan un lavavajillas y les promete que trabajará para conseguirlo algún día. De ahí que, cuando sus padres le sorprenden regalándole el ansiado electrodoméstico, siempre acompañado con esa música machacona y el alboroto de los niños, resulte casi inevitable no emocionarse. 

El gran ejemplo de este fenómeno, sin embargo, llega al final del capítulo cuando empieza a mascarse que el gran reencuentro se va a producir. "Todos tenemos que contarte algo importante", le dice su ‘padre’ Enver cumpliendo la promesa de que, cuando Doruk se fuera a dormir, le contarían ese secreto tan importante. 

Sin embargo, todo se produce con la mayor de las calmas. La cámara vuelve a ir alternándose de unos a otros durante unos eternos segundos, a la vez que se van introduciendo pequeños y marcados silencios en los diálogos. La ansiedad del espectador es máxima.

El potencial interpretativo

"¿Y cuál es ese secreto que todos sabéis y que todos me escondéis?", les reprocha Bahar a todos, mientras se ve que Sarp está a punto de llegar al portal del edificio donde viven, en una secuencia en la que hasta se recrean varios segundos en cómo el hombre se quita su anillo de casado. 

“Sarp resulta…”, balbucea Enver. “No me hagas enfadar. ¿Qué pasa con Sarp? ¿Han llamado a su madre? ¿La policía os ha dicho algo del accidente? ¿Es eso?”, se pregunta Bahar histérica, representando al propio espectador. “Es que Sarp…”, alcanza a decir antes de que llamen al timbre de la puerta.

Es entonces cuando Bahar acude a abrir y se lleva la gran sorpresa: es Sarp quién espera al otro lado. Entonces empieza a sonar la música. Bahar se lleva las manos a la cara. Sarp esboza una media sonrisa. Bahar no se cree lo que está viendo. Sarp dice a cámara lenta el nombre de su mujer. Ella, también. 

Y todo ello en una brillante secuencia en la que ambos actores se aguantan la mirada durante más de tres minutos -¡tres minutos!-, demostrando su enorme potencial interpretativo, y dejando al espectador con ganas de más.