¡Ojo, este artículo podría tener spoilers!

 

Hace escasamente una semana Netflix estrenaba Festival de Eurovisión: La historia de Fire Saga, una comedia protagonizada por Will Ferrell y Rachel McAdams, ambientada en el Festival de Eurovisión. Cualquiera que siga con amor Eurovisión se sentirá identificado con el personaje de Lars Erickssong (Will Ferrell), un islandés que desde pequeño soñaba con pisar el escenario de Eurovisión, y cómo está dispuesto a hacer todo para conseguirlo (aunque quizá le falte cierto talento para subirse encima de un escenario).

Para estar ambientada en Eurovisión, lo cierto es que la película está llena de imprecisiones (y/o errores, como prefiramos llamarlos) que te llevan a pensar que si los guionistas conocen de verdad la mecánica del concurso musical o no. Es entonces cuando debemos recordar que estamos viendo ficción, y que el certamen es el marco de la historia, y que, para remar a favor de la película, hay que tomarse algunas licencias. ¿O es que acaso Élite refleja lo que ocurre en los institutos reales, y Vis a vis es un reflejo de las cárceles femeninas en España? Pues lo mismo ocurre con Eurovisión.

La película no refleja fielmente el concurso, pero 'Élite' tampoco lo hace con los institutos

Una vez dicho esto, es interesante desglosar algunas de esas licencias erráticas. Por ejemplo, el Festival se realiza en Reino Unido, país anfitrión y que en teoría habría ganado el año anterior (cosa que sí se explica en la película). Por ser miembro del Big 5 y además último ganador, Reino Unido pasaría directo a la final, pero en Netflix lo vemos competir en semifinales (y sin mucho éxito).

Una teoría muy loca que hay por redes señala que el año anterior al de la película habría ganado Australia, y que lo lo habría organizado de manera conjunta con Reino Unido; a pesar de ello, el país oceánico también está en semifinales compitiendo.

Fire Saga, que representa a Islandia en Eurovisión, compite en una semifinal en la que los votos se dan de forma incorrecta, pues en esa parte del concurso los puntos no se dan con presentadores, uno por cada país; eso solo ocurre en la final. Aquí sí que hablamos de una licencia, pues ¿qué sería de una película de Eurovisión sin votaciones? ¡En alguna parte había que encajar ese momento!

“España, que pasa directo a la final, participa en las semifinales ¡2 veces!”

Siguiendo con la semifinal, hay un dato muy curioso, y que parece más un error que una licencia: ¡España participa dos veces! La podemos ver encabezando las votaciones y pasando a la final (algo que lograría de forma natural por ser del Big 5). Sin embargo, en su segunda representación se queda como último clasificado, con cero puntos, como se puede observar en la foto del inicio de este artículo.

Tampoco hay mucha explicación de por qué el Hydro Arena de Glasgow se transporta a Edimburgo (aunque su interior sea el escenario real de Eurovisión 2019 en Israel), ni por qué Fire Saga no conoce a ninguno de sus rivales. O por qué el comentarista británico Graham Norton habla durante la actuación de Fire Saga, pues los comentarios siempre se hacen entre canción y canción.

'Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga'

El efecto dramático de la final

El final de la película tiene un efecto dramático que también es una licencia de guion. Cansados de sentirse manipulados por la industria y el Festival, Fire SagadSaga a última hora cambiar de canción, interpretando otro tema diferente al previsto, ahora con estrofas en islandés.

De todos es sabido que esto sería imposible en Eurovisión: la música no es en directo como en la película, que tocan el piano, y además, la realización está más que estudiada. Allí no se podría improvisar la filmación de una nueva canción (que además, dura más de lo permitido). Al menos, se menciona que el dúo será descalificado por ese atrevimiento, algo que sí sucedería en la Eurovisión real.

No hay que quedarse en los errores, sino en el amor transversal hacia el Festival

Personalmente, con Eurovision: la historia de Fire Saga  meesperaba una gamberrada del estilo a las que nos tiene acostumbrado Will Ferrel, a lo Pasado de vueltas, Superstar o Patinazo a la gloria. El resultado es una comedia romántica, con Eurovisión de telón de fondo, muy ligerita, y en la que el fan no tiene que quedarse en estas licencias o imprecisiones que he desglosado, sino por el amor transversal que hay hacia el certamen; un programa telesivo anual que muchos ven como algo friki, pero para el que lo ama de verdad es casi parte de su ADN. Igual que hay gente que tiene entre sus ritos hacer ofrendas a las deidades locales como los troles, otros tienen señalado con rotulador el mes de mayo en su calendario para gozar del Festival.

Además, la cinta está llena de guiños que solo desglosa un buen eurofan, con multitud de cameos y canciones del Festival, se parodia a las divas de ventilador (el personaje de Katiana -Demi Lovato- es de lo mejor), se mencionan romances entre concursantes (¿realidad o mito?), hay guiños paródicos de numerosas propuestas que se han visto en los últimos años y se lanzan dardos muy duros contra la homofobia que existe en Rusia.

Además, al ver cómo los cantantes improvisan cambios de última hora o sienten pánico escénico poco antes de actuar (como le ocurrió a nuestra Rosa López),  o incluso, cómo hay países que temen ganar el Festival porque ello supondría organizarlo al año siguiente (entre ellos, España).