La crisis sanitaria global por el coronavirus provocó que el Festival de Eurovisión, al igual que tantos eventos culturales o deportivos, fuese cancelado. El pasado 18 de marzo, la Unión Europea de Radiodifusión confirmaba que por primera vez en su historia no tendríamos certamen musical, y lógicamente, tampoco habría PreParties, esas fiestas previas a Eurovisión dónde se congregan numerosos representantes.

Una de esas PreParties iba a tener lugar en Madrid durante el pasado fin de semana, organizada por Eurovisión-Spain. Pero a grandes males, grandes y creativos remedios. Y es que el portal de noticias sobre el Festival logró hacer más ameno el confinamiento al que nos vemos obligados organizando para ese sábado 11 de abril lo que bautizaron PrePartyES at Home!, el único evento online que ha permitido ver a la mitad de países de Eurovision 2020.

Así, la esencia de lo que habría sido esta Eurovisión 2020 llegó a miles de hogares, que a través de un directo de YouTube pudieron disfrutar la participación de los representantes de Eslovenia (Ana Soklic), Alemania (Ben Dolic), Chequia (Benny Cristo), Croacia (Damir Kedzo), Italia (Diodato), Suiza (Gjon’s Tears), Ucrania (Go_A), Serbia (Hurricane), Reino Unido (James Newman), Irlanda (Lesley Roy), Australia (Montaigne), Moldavia (Natalia Gordienko), Rumanía (Roxen), Letonia (Samanta Tina), San Marino (Senhit), Suecia (The Mamas), Lituania (The Roop), Bielorrusia (Val), Macedonia del Norte (Vasil) y Bulgaria (Victoria), así como de Melani (España 2019 Eurovisión Junior), Soraya (España 2009), Lucía Pérez (España 2011) y Zlata Ognevich (Ucrania 2013) como artistas invitadas.

El evento estuvo conducido por Blas Cantó (que no actuó, solo participó en un vídeo de presentación), Barei (España 2016), Krista Siegfrids (Finlandia 2013) y Víctor Escudero (eurovision.tv). De forma muy especial hay que aplaudir la nota de humor de Krista Siegfrids, que apareció varias veces a lo largo del show. La artista, que en 2013 concursó en Eurovisión con el tema ‘Marry Me’, preguntaba en español a la xaudiencia que quién quería casarse con ella, o recitaba de forma dramática la letra de ‘Baila el Chiki-chiki’, arrancando una sonrisa a todo el que la estuviese viendo.

Una iniciativa sobresaliente

La iniciativa fue más que sobresaliente. El trabajo de Eurovision-Spain logró poner en valor el certamen, arropó a todas las delegaciones invitadas demostrándoles que su trabajo no ha caído en saco roto, y ha sido una de las pocas ventanas (la única quizá) que ha permitido a los artistas cantar sus temas especialmente para su público objetivo.

La emisión fue en directo por YouTube, pero hay que señalar que el evento estaba previamente grabado, para dar aún más la sensación de estar en una fiesta eurovisiva. Veíamos cabeceras para dar la bienvenida a cada país y cada artista, vídeos que recorrían la historia del concurso musical, y muchos detalles que nos recordaban que no estábamos viendo un concierto al uso, sino que era una fiesta en casa.

Allí no había relleno, la edición estaba cuidada para evitar los tiempos muertos, y realmente se logró que los seguidores, aunque estuviesen separados por kilómetros de distancia, sintiesen que estaban juntos viendo el espectáculo, tal como hicieron otros años en la sala La Riviera de Madrid.

En las redes sociales la gente comentaba cómo se estaban tomando una cerveza a la salud de sus amigos, se cruzaban mensajes señalando qué estarían haciendo en tal o cual momento, o indicaban cuáles eran sus propuestas favoritas, cuáles habrían llegado más alto en Eurovisión.

Los momentos que dejó la PreParty at Home!

Cada participante cantó el tema desde su casa (o desde donde buenamente pudiese), y nos encontramos de todo. Suecia, con The Mamas, nos ofreció un show con una buena realización, con el trío sobre un escenario. Los hay que cantaban con música en directo, como los lituanos The Roop, y otros optaban por poner la base musical a través de algún dispositivo móvil.

Los hay que cantaban delante de un fondo neutro como el alemán Ben Dolic, los ucranianos Go_A cantaron ‘Solovey’ desde un dormitorio en el que había dibujos y luces de Navidad por las paredes, y Soraya Arnelas cantó ‘La noche es para mí’ desde lo que parecía el cuarto de baño de su vivienda.

Muy comentada fue la actuación de Montagne, de Australia; la joven usó un molinillo de pimienta a modo de micrófono para interpretar 'Don’t break me', la cual habría defendido en la primera semifinal. Además, de manera transversal, demostró que las mujeres no tienen por qué depilarse, mostrando sin complejos pelos en las axilas.

Algunos artistas, además, se animaron no solo a cantar la canción que habrían defendido en Eurovisión 2020, sino algún otro hit eurovisivo. Así, la moldava Natalia Gordienko interpretó ‘My number one’ -con un micrófono y un acordeón de juguete-, y el macedonio Vasil interpretó un popurrí en el que hubo cabida para ‘Bandido’ de Azúcar Moreno. Hasta la pequeña Melani se animó a hacer un bis y defendió 'La forza', la canción con la que Estonia quedó en octavo lugar en Eurovisión 2018.

Sin embargo, en ese sentido, quizá lo más memorable fue la performance de la letona Samanta Tina, que se marcó una cover de ‘Euphoria’ sin saberse bien la letra, apagando las luces de su casa para darle un aire más íntimo a su actuación, en la cual no dejaba de mover los flecos de su vestido de forma casi hipnótica.

En definitiva, fue un espectáculo más que satisfactorio en el que hubo música, humor, con guiños a la historia del Festival, y sobre todo, mucho cariño por todas las partes.