Los españoles tenemos un problema: nos gusta demasiado mirarnos el ombligo. Parece que nuestro sentimiento patriota nos impide a veces ser capaces de encontrar cuáles son nuestros errores y limitaciones. Y quizá, por ello, en muchos sentidos no avancemos.

La actuación de Edurne no fue, ni mucho menos, para colarse en el top ten

Cuando este sábado Europa dejaba a Edurne y su Amanecer en una 21ª posición en el Festival de Eurovisión, rápidamente las redes se llenaron de comentarios críticos con el certamen y tachaban de injusto el puesto logrado.

Nadie duda que se haya hecho un buen trabajo, que la actuación fue bastante notable y que Edurne hizo sentirse orgullosos a muchos españoles. Pero no fue, ni mucho menos, una actuación para colarse en el olimpo del top ten. Empecemos a ser realistas y a valorar con distancia.

Suecia, Rusia, Italia, Bélgica, Australia, Letonia, Estonia, Noruega, Israel, Serbia… Todas ellas llevaban candidaturas más consistentes y potentes que la española. Injusticia la de Francia o Alemania. Pero, ¿en nuestro caso? Para nada. Europa no ha sido injusta con España. Es más, podría decirse que ha sido bastante justa. Y es que, salvo tres o cuatro países, todos los demás merecían superar a Edurne en la clasificación.

Vibraciones poco positivas

Un Festival de Eurovisión no se vive igual desde dentro del estadio que desde el sofá. Son días y días de ensayos, de comparaciones entre unos y otros, de sensaciones fruto de la experiencia de años y años cubriendo el certamen que indican si un país puede alcanzar o no su objetivo. Y en el caso de Edurne, esas vibraciones no eran nada positivas.

La sensación era que Edurne estaba cerca del caso de Soraya Arnelas

Ya se avisó después de los primeros ensayos. A pesar de que las casas de apuestas le daban a Edurne entre una décima y décimo tercera posición, la realidad era bien distinta. Los rivales eran muy potentes y Amanecer corría el riesgo de diluirse entre tanta propuesta, como así fue finalmente.

De hecho, la sensación generalizada entre la prensa acreditada en Viena era que Edurne estaba más cerca del caso de Soraya Arnelas en 2009, que de otros años como Pastora Soler o Ruth Lorenzo. Se repitió una y otra vez. Siempre con buenas palabras. Con respeto. Esa es la misión de la prensa. Pero, a veces, esas críticas no eran bien recibidas.

El hype español

Y, mientras, desde España, erre que erre. Que si la prensa austriaca habla de Edurne, que si las casas de apuestas, que si… El hype aumentaba y aumentaba. “Voy a quedar primera”, decía la cantante. Y, lógicamente, más dura ha sido la caída.

No se puede pelear de tú a tú con temas como los de Bélgica o Letonia

No seamos injustos con Europa. No se puede pelear de tú a tú con canciones innovadoras como la de Bélgica o Letonia con un tema prefabricado que fue descarte de Loreen. Seamos realistas. No se puede pelear con puestas en escena como la de Estonia o Suecia con una suma de clichés eurovisivos por mucho que haya servido notablemente para teatralizar un tema difícil de trasladar a la pantalla.

El pasado año Ruth Lorenzo alcanzó una meritoria novena posición. Por su fuerza, por su garra, por su voz, por su actitud, por su sencilla pero impecable puesta en escena. Las comparaciones son odiosas. Pero, en este caso, es necesario recordar. Recordar por qué las candidaturas de Soler y Lorenzo funcionaron y la de Edurne no.

Una de las frases más repetidas entre la prensa estos días en Viena ha sido que cuando se incluyen demasiadas florituras en una actuación es porque se quieren ocultar carencias. Sumemos cuántas florituras ha tenido Amanecer y quizá demos con el problema de nuestra candidatura.