Este domingo, durante la última gala de Conexión Honduras, Jordi González lanzaba un mensaje positivista a la audiencia diciendo que “lo que queremos es serviros de evasión, ofreceros un momento distendido para sacaros una sonrisa. El empeño del grupo Mediaset es ofrecer unos momentos de optimismo”.

Y así, confiado por estas palabras, este lunes me sentaba a ver Sálvame con el objetivo de distraerme un poco de una mañana llena de duras noticias sobre el sector de la televisión por las cancelaciones de programas o rodajes de series.

Por eso, cuando vi en pantalla a Jorge Javier Vázquez y sus colaboradores habituales abrir el programa de forma ‘gamberra’ hablando de los oscuros negocios del rey emérito don Juan Carlos, aplaudí fuertemente la decisión en redes sociales.

Sin embargo, parece que sólo fue un espejismo. Sólo unos minutos después, el programa de Telecinco volvía de nuevo a hablar del coronavirus con expertos sanitarios e infectados por el virus.  

Por una parte, era entendible. Tras recibir más de 30.000 preguntas, Sálvame también debe ejercer una labor social con el público y ayudar a concienciar a la población de que, en estos duros momentos, hay que quedarse en casa.

Pero, por otra, tras un intenso fin de semana de saturación ‘viral’, ahora más que nunca son necesarias sus broncas, sus bromas, sus memes, su petardeo, hacer ver a la audiencia que todo irá bien.

Sé que estos días no está siendo fácil hacer televisión y, mucho menos, en directo. Y ya ni digamos sin poder contar con Belén Esteban, Lydia Lozano y otros tantos. Pero los chicos de La Fábrica de la Tele siempre han demostrado que, frente a las adversidades, siempre han sido realmente creativos. 

¿Quién no recuerda esa llegada a plató de Chelo García Cortés con todo el público llevando una careta con su rostro? ¿O su representación de revistas de moda o cuadros históricos? 

Por todo eso y, por otras muchas más cosas, hace unos meses los críticos de televisión decidimos premiarles, mientras algunos se llevaban las manos a la cabeza por nuestra decisión y seguían mirándoles por encima del hombro. Nunca olvidaré algunas miradas que se vieron desde el escenario del Teatro Alcalá de Madrid cuando Belén Esteban, Kiko Hernández y un parte del equipo salieron a recoger el premio.

Paolo Vasile decía que “la principal enfermedad de nuestra sociedad es la soledad y nosotros seguimos siendo una televisión que sirve para acompañar, un tratamiento contra la soledad”. Y Belén Esteban que ellos son "la tele que entretiene a la mayoría de la gente, la que alegra y divierte, la que ayuda a desconectar y relativizar los problemas, la tele delirante y casi siempre intrascendete pero que regala compañía.

Y así debe ser ahora más que nunca. Sálvame debe hacer honor a su nombre, salvar a sus espectadores del pesimismo, ser la vacuna contra el desasosiego, no contribuir a alarmar más a un estado que ya de por sí está en alarma. Se lo agradecerán sus espectadores, se lo agradeceremos los medios televisivos.