Lo de Las Mellis es de tener muy poca vergüenza. Parece que en lugar de estar concursando en Supervivientes por voluntad propia estuvieran jugándose la vida en Los juegos del hambre. De nada sirvieron las palabras de ánimo que el pasado jueves Jorge Javier pronunció en un intento de que las dos participantes reaccionaran y se plantearan su actitud tan negativa, pues este domingo el programa confirmó en directo el abandono de Bibi. No es que no me crea que los concursantes lo pasen mal, todo lo contrario, pero me parece que estas dos son unas desagradecidas de cuidado con la piel demasiado fina.

Verlas llorar a todas horas como si fuera el fin del mundo es un insulto al espectador y a todos los que desearían tener la oportunidad de poder vivir esa experiencia. No contentas con hacer el ridículo, Las Mellis tuvieron la desfachatez de pedirle a la audiencia votante que no salvaran a Raquel para que pudiera salir expulsada el próximo jueves. Lo único que falta es que exijan un aumento de caché o algo por el estilo. Es alucinante que hayan caído en tal despropósito, y más teniendo en cuenta que esta semana estaban en el equipo cielo, con camas y fruta a su disposición. Quizás Las Mellis pensaban que irían a concursar a un hotel cinco estrellas, de lo contrario no se comprende tal bochorno.

La audiencia no debería caer en la trampa de la lagrima barata de estas dos. Creo que es justo que Raquel sea sancionada y no creo que haya mejor castigo para ella que la salvación. Si los espectadores que votan tienen un poco de orgullo deberían llamar por teléfono para garantizar la permanencia de Raquel en el juego. Si quiere abandonar que lo haga y se enfrente a las consecuencias que supone abandonar el concurso por decisión propia. Que pague la pertinente indemnización y regrese a España sin un euro en el bolsillo. Ya está bien de que este grupo de concursantes que van a los programas con la idea establecida de permanecer únicamente un par de semanas para llevarse un dinero y luego hacen el papel de su vida pidiendo clemencia y empatía.

Después de contemplar tal panorama, resultó gracioso ver al padre de las mellis arremeter contra Lucía Pariente en plató. Un poco más y se le hubieran salido los ojos de la cara del cabreo y ‘reventamiento’ que el pobre señor llevaba encima tras aguantar el chaparrón que sus criaturas le habían organizado. No estuvo acertado al intentar pagar la rabia con la madre de Alba. Quedó bastante mal, básicamente porque por muy mal que hable a la madre de Alba Carrillo, no va a cambiar el lamentable espectáculo que sus mellis han protagonizado.

Hablando de Alba, hay que decir que su concurso ha dado un giro de ciento ochenta grados. En tan solo una semana ha conseguido hacer desaparecer a esa mujer cabreada y angustiada. La súper modelo está disfrutando y de momento logra evitar el conflicto que tanta compañía le hizo durante las dos primeras semanas. La buena relación que ha conseguido establecer con José Luis y con Edmundo la colocan en un buen lugar, sobre todo si tenemos en cuenta lo mal que lo pasó con su anterior grupo al no contar con ningún apoyo.

Tras el abandono de Bibi los concursantes quedaron unificados. Vivirán en la nueva tierra de nadie hasta el próximo jueves. Será ese día cuando los espectadores conformen los nuevos grupos. Quizás esta unión sirva para que Iván recapacite y afronte el juego con otro espíritu. Más le vale que lo haga, o saldrá de este concurso muy mal parado. De momento ya no podrá excusarse en su dolor de espalda. La dirección del programa ha dejado claro que dicho dolor no existe, o al menos así lo confirman las pruebas médicas pertinentes a las que el concursante ha sido sometido. Iván decidió no abandonar el programa voluntariamente, algo que el equipo le propuso este domingo. Veremos en que acaba todo esto y si a la isla se dirigen nuevos náufragos para sustituir a Lucía y a Bibi.